Diego regresó a casa a toda velocidad.Al entrar, encontró a Marina sentada intranquila en el salón, con una expresión tan seria que parecía estar a punto de estallar.El corazón de Diego dio un giro repentino.Durante el recorrido, Daniel ya había hablado con el gerente del restaurante y le había informado de lo sucedido, por lo que Diego tenía una idea bastante clara de lo ocurrido.Cada vez que pensaba en Leticia y los demás, no podía evitar sentirse molesto.Se sentó cuidadoso junto a Marina, y con un tono cauteloso, le preguntó:—Marina, ¿dónde está Yulia? ¿Qué pasó? Te veo tan molesta…Marina le respondió con una sonrisa irónica y una mirada sombría:—Yulia está dormida. ¿Y todavía me preguntas qué pasó? ¿No te lo conté ya por el celular? Yulia dice que Lidia la empujó, pero Lidia asegura que fue Yulia quien la chocó y luego se cayó sola.Se levantó de golpe, mirándolo fijamente con una mezcla de rabia y frustración total, bajando la voz para no despertar a su hija:—¡Diego! ¿A q
—Sigan adelante, no se preocupen por nosotras —dijo Marina mientras cubría rápidamente los ojos de Yulia. Con una sonrisa cargada de frustración, abrazó a la pequeña y salió del lugar con prisa.Yolanda, sonrojada por completo, apartó a Víctor de un empujón.¡Qué bochorno tan grande, que Marina la hubiera encontrado en una situación como esa!Víctor, con su habitual aire despreocupado, se pasó la lengua por el labio herido por la mordida.Con toda naturalidad, le acomodó un mechón de cabello a Yolanda mientras decía:—Ahora vivo al lado. Si necesitas algo, o te asusta la noche, no dudes en buscarme.—Lárgate —respondió Yolanda, fulminándolo de inmediato con la mirada.Víctor, sin perder la sonrisa, acarició el borde del ojo enrojecido de Yolanda con el pulgar. Justo cuando ella estaba a punto de estallar, él se dio media vuelta y salió disparado.Yolanda, frustrada, se frotó el rostro y llamó en ese momento a Marina.Mientras tanto, Marina subía apresurada las escaleras con Yulia en br
Después de todo, no sería apropiado que alguien oyera sus gritos y malas palabras.—¡Papá! —La voz suave y dulce de Yulia atravesó al instante el celular, llegando directo a los oídos de Diego.Tan pronto como escuchó a su hija, la expresión seria de Diego se suavizó, transformándose en una sonrisa amable y llena de ternura.—Yulia —respondió con un tono bastante cariñoso.—Papá, buenas noches. ¡Te mando un besito! ¡Mua! —dijo Yulia con total seriedad, como si fuera una misión importante.Su vocecita infantil llenaba el ambiente de dulzura.—Buenas noches. ¿Y tu mamá? —preguntó Diego, preocupado por saber cómo se sentía Marina.—Mamá está trabajando.—Por favor, dile que se acueste temprano y no se quede trabajando hasta tarde, ¿de acuerdo?—¡Claro! Cumpliré la misión —aseguró Yulia con gran entusiasmo.Desde un rincón, Armando observaba a su hijo con una mezcla de asombro desconcierto, como si estuviera presenciando algo fuera de lo común.La llamada duró solo unos cuantos minutos. Di
—¿Mandarlos al extranjero?—Sí, prepárate, porque no te va a dejar ver a Lidia y Augusto tan fácilmente.Leticia agradeció a Vera antes de colgar, apretando el celular con tal fuerza que ni siquiera sintió el dolor en las manos. De repente, su rostro se ensombreció, mostrando una ira reprimida. Al instante, con un movimiento brusco, barrió la mesa, haciendo que los objetos cayeran al suelo de un golpe.—¡¿Cómo puede Diego querer mandar a Lidia y Augusto al extranjero?! —gritó, llena de furia.Las lágrimas empezaron a caer sin control alguno por sus mejillas. Ese hombre era verdaderamente cruel con ella. ¡Esa maldita de Marina no debería haber regresado con vida!¡Que se preparen!No iba a permitir por ningún motivo que fueran felices. ¡Jamás!...A la mañana siguiente, Leticia llegó a la casa de los Cabello, con el rostro visiblemente demacrado. Al verla, Luna quedó asustada por su aspecto. Con total preocupación, se acercó y le preguntó:—Leticia, ¿qué te ha pasado?Antes de que Luna
Luna tomó de inmediato su celular y marcó el número de Matías.—Matías, necesito que me hagas un gran favor. Llama a Marina y dile que quiero verla mañana —dijo, molesta.Matías, algo desconcertado, le respondió con un tono relajado:—¿Y qué quieres de Marina?Luna soltó un suspiro cargado de frustración y fue directa al grano:—Diego quiere mandar a Lidia y Augusto al extranjero. Está protegiendo a Marina y a su hija.—¿Diego y Marina? —Matías, más preocupado por los asuntos de la empresa que por los detalles personales, no estaba al tanto de la situación. Miró de reojo el reloj; tenía una reunión importante a la que no podía demorarse—. Bueno, la llamo después.Cuando Marina recibió la llamada, no pudo evitar sorprenderse. ¿Por qué Luna querría verla de repente?Después de revisar atenta su agenda con Fernando, aceptó la cita. Ambos fijaron el día y la hora.Al colgar, Marina se quedó algo pensativa, acariciándose el mentón. Sabía que Luna quería hablar de Leticia.—Presidenta, el di
Diego observó cómo Marina lo ignoraba por completo, como si no lo conociera. Sintió un fuerte nudo en el estómago.Instintivamente, echó un ligero vistazo al hombre que la acompañaba y lo reconoció al instante: Álex, el jefe del Grupo Horizante.—Diego —dijo Álex, sorprendido al verlo, lo saludó con calidez.—Álex.Ambos se estrecharon la mano, con familiaridad.Diego y Álex ya se conocían bien de trabajos previos.Marina no tenía ni idea de esto.Diego, con una ligera sonrisa, extendió caballeroso la mano hacia Marina, actuando como si no la conociera. —Señora Marina.El gesto fue cortés, pero Diego roció ligeramente su pulgar sobre el dorso de la mano de Marina.Marina sintió la cercanía de su toque y la calidez de sus dedos, y su rostro se tiñó de un leve rubor. Maldijo en silencio el asombroso descaro de Diego.—Buenas noches, Diego —respondió, con una sonrisa controlada.Lo que originalmente iba a ser una tranquila cena entre Marina y Álex se transformó, de manera inesperada, en
Álex regresó justo cuando Marina conversaba sonriente con Diego, creando una atmósfera relajada.Sin embargo, bajo la mesa, su mano apretaba con fuerza el muslo de Diego. El dolor le recorrió de inmediato todo el cuerpo, pero Diego mantenía una expresión imperturbable, con una leve sonrisa, completamente relajado.Tras un rato más de charla entre los tres, la cena llegó a su fin.Álex, de forma educada, comentó que su conductor lo llevaría de regreso al hotel, y antes de irse, le dijo a Marina:—Señora Marina, nos vemos mañana en el Grupo Zárate. Espero que podamos concretar la colaboración.Con estas cortas palabras, dejaba claro que había decidido formalizar el acuerdo con el Grupo Zárate.—Nos vemos mañana —respondió atenta Marina, sonriéndole sinceramente.Cuando el auto de Álex se alejó, Diego se quedó junto a Marina.Bajó la voz con cierta coquetería y le preguntó:—Marina, ¿vas a casa conmigo? Si no, ¿puedo acompañarte?Marina levantó una ceja y le dedicó una hermosa sonrisa. No
Cuando Marina llegó a la oficina por la mañana, recibió una llamada del asistente de Álex.Se esperaba que Álex asistiera a la empresa para discutir una posible colaboración, pero el asistente le informó que la reunión había sido cancelada.Marina, sorprendida, le preguntó el motivo, pero él no pudo ofrecerle una respuesta clara al respecto.Con el rostro serio, Marina sintió que algo no estaba bien.Por lo general , cuando una reunión se cancela por un imprevisto, se acostumbra a agendar una nueva cita, pero en este caso no hubo ninguna mención de reprogramarla.—¿Está disponible Álex ahora? Me gustaría hablar con él—preguntó Marina, manteniendo la calma.El asistente dudó por un momento, pero, sabiendo que Marina era la presidenta del Grupo Zárate, finalmente respondió:—Un momento, por favor.Al poco tiempo, la voz grave de Álex se escuchó al otro lado de la línea.—Señora Marina, buenos días.Marina, con tono bastante controlado, le preguntó:—Señor Álex, con la cancelación de la r