Marina le envió un mensaje a Diego y le sonrió de inmediato. César ya había terminado de preparar la comida. Ambos comieron un plato de fideos mientras discutían sus próximos pasos. —Marina, quiero hacer transmisiones en vivo cantando —dijo César, consciente de que su mejor carta era sin duda alguna su extraordinaria voz. —Perfecto, yo me encargaré de componer todas las canciones —respondió Marina, mientras pensaba en su propio plan: abrir una cafetería pequeña, con un toque muy acogedor y plantas en el exterior—. Yo quiero montar una cafetería.Una vez decididos, comenzaron a actuar de inmediato. César necesitaba crear una cuenta en las plataformas y comprar el equipo adecuado, mientras que Marina buscaba con esmero el local perfecto. Marina llamó a Yolanda para que los acompañara tan pronto como pudo. Después de todo, ella siempre se quejaba por todo. Los tres fueron primero a una tienda cercana de informática a comprar lo necesario.Una vez adquirieron todo lo necesari
Todo era culpa de Marina, esa maldita siempre se entromete. Marina mantuvo una expresión muy insensible. Sabía que esa resentida de Macarena volvería a descargar toda su fuerza contra ella.—Marina, vámonos.Yolanda, al tanto del conflicto entre Marina y Yadira en internet, miró a esta última con gran curiosidad y pensó: En verdad, no tenía tan buen cuerpo como Marina. Camilo no tenía para nada buen gusto.Yadira, aferrada con firmeza al brazo de Camilo, le dijo en un tono muy suave: —Camilo, más tarde tengo una revisión prenatal. ¿Me acompañas?Justo en este preciso momento, Marina y Yolanda se levantaron para irse tan pronto como pudieran.Marina rápidamente arqueó una ceja con una leve sonrisa en su rostro.Camilo observó el vientre de Yadira y afirmó.—Marina —la llamó de repente Yadira.Marina la ignoró por completo y siguió su camino como de costumbre.Desde atrás, se oyó a Yadira decir: —Marina, lo siento de verdad.¿Por qué? No se podían presionar para nada los sentimientos.
Habían pasado ocho meses desde el accidente.Desde que Marina despertó, no solo había perdido la memoria, sino que además había perdido su personalidad en lo absoluto había cambiado radicalmente su temperamento.Antes era fría, madura y muy seductora. Ahora, en cambio, era pura pasión, con un carácter ardiente como un chile picante.—¿Vas a salir, Marina? —preguntó Yolanda, quien se había mudado con ella para cuidarla a tiempo completo.Desde su despertar, Marina no recordaba ni a Yolanda y mucho menos a César.Yolanda la veía bastante transformada en alguien completamente diferente, obsesionada solo con Camilo.A veces no sabía si compadecerse de ella o alegrarse de que al menos había olvidado el mucho sufrimiento que esto le había causado.Marina, con un pie sobre la cama, se inclinó por un momento para atarse una cinta roja al tobillo. Su piel pálida destacaba su hermosa figura.Llevaba un top negro sin tirantes que resaltaba su cintura esbelta y una minifalda que apenas le cubría
Julio lanzó una mirada rápida a Diego, que seguía con los ojos cerrados, antes de centrarse en la carretera por completo.El aire acondicionado estaba demasiado frío para Marina. Con tan poca ropa, su piel empezó a erizarse de repente.Se frotó un poco los brazos y, al notar que su top se deslizaba con gran fuerza, lo ajustó discretamente.A veces, tener un buen cuerpo era más que una simple molestia.—Está muy frío aquí —murmuró con un tono de voz grave y muy ronca, como recién despertada.Julio, alzando una ceja, bajó la intensidad del aire a pesar de que tanto él como Diego sentían demasiado calor.Miró a Diego a través del retrovisor, pero no pudo leer en ese momento su expresión.Marina giró por completo la cabeza hacia el hombre que se encontraba a su lado, encontrándose con una mirada penetrante que recorría toda su cuerpo de arriba abajo sin disimulo. Involuntariamente, Marina cruzó las piernas por un instante.Diego echó un último vistazo a su atuendo provocador y de nuevo vol
Marina esperó por unos segundos antes de que Camilo respondiera: —¿A dónde cenamos?Él la observó con una expresión muy comprensiva. Marina no le dio importancia alguna y, al oír la respuesta, lanzó una leve sonrisa. Sus labios rojos resaltaban aún más con esa traviesa expresión, mientras un delicado rubor aparecía en sus mejillas.Camilo desvió la mirada por unos segundos, aunque solo él supo que había sentido un breve impacto. Durante el accidente de Marina, parecía estar afectado por completo, pero lo atribuyó a la costumbre tras cuatro años de relación.Camilo caminaba con pasos muy largos, y Marina, con sus altos tacones, se esforzaba por seguirle el ritmo, respirando con mucha dificultad. Al notarlo, que él reducía el paso por completo.—Hoy reservé en La Terraza del Sol —dijo ella acercándose poco a poco—. Como sé que tienes serios problemas estomacales, pensé que sería lo mejor.Luego murmuró: —Curioso... no sé por qué recuerdo que tienes serios problemas de estómago.Camil
Camilo se quedó por unos segundos desconcertado y dijo: —No era necesario deshacerte para nada de él.Marina sonrió: —Tienes toda la razón.Se volvió a poner el abrigo, mientras Camilo mostraba una ligera alteración en su mirada.Al salir de La Terraza del Sol, Marina comentó: —Pueden irse, tengo algo que hacer más tarde. Mañana recogeré el auto que dejé en tu empresa.Quiles respondió: —Cuídate. Llámame si necesitas algo.Marina afirmó.Camilo subió al auto y, al observar a Marina, que se veía completamente radiante y llena de vida.—Llévame a Jardín Cielorén —dijo, recuperando la atención por completo.Una vez que Camilo se fue, Marina se tomó una selfie con el abrigo de Camilo y la publicó al instante en las redes sociales con el mensaje: Hoy estoy con un poco de frío, me vestí demasiado ligera para la ocasión.Pensó para sí misma: Yadira, disfruta del regalo que te envié.En Jardín Cielorén, Yadira estaba en la cuarentena..Recogió a su hija de la niñera que lo cuidaba e intentó de
Marina sabía muy bien que se encontraba en una situación peligrosa, al borde de un abismo del que podría ser difícil salir ilesa. Camilo había estado completamente obsesionado con Yadira durante años, y ahora que tenían una hija, sería complicado que realmente la traicionara. Sin embargo, a Marina no le preocupaba eso en lo absoluto. Su único objetivo era convertirse en una espina constante en el corazón de Yadira, generando así malentendidos entre ellos.Fuera del auto, la ciudad brillaba con miles de luces, mientras que adentro, la atmósfera era fría y desolada por completo. Marina se dirigió apresurada al club nocturno, donde hombres y mujeres se entregaban a la danza y al desenfreno total. Cansada de bailar, se sirvió una copa y sacó su celular. A esa misma hora, Camilo y Yadira debían estar dormidos. Entre abrió los ojos por un instante y abrió el chat con Camilo, enviando así varios mensajes:Yolanda, ¿qué hago? Parece ser que no puedo recuperarlo. Comment by Editor: These
Diego guardó su celular en el bolsillo mientras permanecía en el hospital.Marina, tras dos días lidiando con la fuerte diarrea, finalmente fue al estacionamiento del Grupo Jurado a recoger su deportivo. Aprovecharía esta ocasión para devolverle a Camilo el saco de traje que le había dejado.Al llegar, Marina llamó a Quiles:—Quiles, el señor Camilo dejó un saco en mi poder. ¿Podría subir a entregárselo?Quiles le pidió que esperara por un momento, colgó la llamada y se dirigió apresurado a la oficina.—Señor, Marina vino a devolverle una prenda —informó de inmediato Quiles.Camilo dudó por un momento y respondió:—Ve tú a recogerlo personalmente.Marina esperaba en la sala de espera del primer piso y pronto vio a Quiles salir del ascensor.—Marina, el señor está muy ocupado ahora —le dijo Quiles.Marina levantó una ceja y, con un tono juguetón, comentó:—¿Acaso teme que le haga algo?Quiles tosió ligeramente. Marina, que solía ser tan reservada, rara vez hacía bromas.Marina entregó