Capítulo 58
Quien escuchó esa conversación, entendió algo.

Mientras Marina comía un bocadillo, notó que varias personas la miraban de manera extraña. Marina soltó una sarcástica carcajada y dejó el bocadillo a un lado.

Esperó con paciencia a que Teresa terminara de cortar el pastel, luego le entregó el regalo que Mafalda había preparado para ella y en ese instante se marchó de la casa de la familia Vásquez.

De ahora en adelante, a menos que Mafalda enfermara gravemente, Marina no tenía intención alguna de volver a pisar la casa de los Vásquez.

Teresa observó con detenimiento la figura de Marina mientras esta se alejaba. Sacó su teléfono y escribió un mensaje:

—Señorita Macarena, todo listo.

...

A Marina la despertó el timbre temprano en la mañana. Al abrir la puerta, se encontró justo con César. Aunque el malhumor por haber sido despertada seguía latente, no pudo enojarse al verlo.

César, apoyado en sus muletas, observó con muy atento el estado de ánimo de Marina, quien no parecía estar enferma
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