Capítulo 61
Diego arregló las sábanas con mucho cuidado.

Marina también fue aseada por Diego y vestida con ropa limpia.

Diego, a su vez, fue obligado por Marina a envolverse la cintura con una pequeña manta adornada con flores.

Ambos se sentaron tranquilos en el sofá.

Marina tenía muchas cosas que quería decirle a Diego, pero al final, solo le dejó algo en claro:

—¿En qué demonios estabas pensando?

¿Quién regresa de un viaje y lo primero que hace es acostarse? Ni siquiera temes quedarte sin fuerzas, Diego.

Diego, al ver el enfado de Marina, soltó una ligera risa y respondió:

—En lo único que pensaba era en ti. No había lugar alguno para otra mujer en mi mente.

Marina guardó silencio por un momento.

Diego, mientras fumaba con calma, deslizó su teléfono hacia Marina de manera muy arrogante.

—Paga.

Marina, sorprendida esta vez, exclamó furiosa:

—No pagaré. Deberías ser tú quien me pague a mí.

“Después de todo, no fui yo quien te arrastró a la cama.”

Diego entrecerró los
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