Diego arregló las sábanas con mucho cuidado. Marina también fue aseada por Diego y vestida con ropa limpia. Diego, a su vez, fue obligado por Marina a envolverse la cintura con una pequeña manta adornada con flores. Ambos se sentaron tranquilos en el sofá. Marina tenía muchas cosas que quería decirle a Diego, pero al final, solo le dejó algo en claro: —¿En qué demonios estabas pensando? ¿Quién regresa de un viaje y lo primero que hace es acostarse? Ni siquiera temes quedarte sin fuerzas, Diego. Diego, al ver el enfado de Marina, soltó una ligera risa y respondió: —En lo único que pensaba era en ti. No había lugar alguno para otra mujer en mi mente. Marina guardó silencio por un momento. Diego, mientras fumaba con calma, deslizó su teléfono hacia Marina de manera muy arrogante. —Paga. Marina, sorprendida esta vez, exclamó furiosa: —No pagaré. Deberías ser tú quien me pague a mí. “Después de todo, no fui yo quien te arrastró a la cama.” Diego entrecerró los
Porque Camilo protegería a Yadira, pero ahora el asunto se había filtrado en internet. Las noticias decían con claridad que Yadira era la amante que había destruido el matrimonio, y que había forzado el divorcio al quedar embarazada. El rostro de Yadira se oscureció por completo; Marina ya había estado con ese hombre, ¿cómo podía ser ella la que destruyó su relación?Si no fuera porque el señor Diego era alguien temible, Yadira ya habría subido el video del hotel a internet, exponiendo así que Marina estuvo con otro hombre antes de divorciarse. Pero Yadira solo se atrevía a pensar en eso, porque sabía muy bien que, después de todo, fue ella quien planeó todo para Marina. También temía que se descubriera todo y además el hecho que ella estaba implicada. Yadira se dirigió al grupo Jurado para ver a Camilo.—Milo, seguro que Marina lo hizo por su propio bien, fue ella quien reveló que estoy embarazada.Camilo dejó de trabajar; últimamente en los proyectos de la empresa que no iban del
—Está bien, haré que vayan a tu casa ahora mismo. — Yolanda volvió a mencionar el asunto de Macarena. —Macarena ha querido venir a disculparse conmigo, pero nunca acepté para nada verla. Escuché que ahora la tienen encerrada en su casa. Marina alzo un poco la ceja y sonrió: —Eso está bien. Macarena encerrada en su casa, menos problemas por aquí. Yolanda colgó el teléfono y luego llamó a Diego para presumirle todo lo que había pasado. Diego estaba muy ocupado atendiendo a sus pacientes y no contestó la llamada de Yolanda. Cuando Diego terminó con todas sus consultas, llamó a Yolanda y fue entonces cuando se enteró de que Marina le había pedido unos guardaespaldas. Yolanda no sabía en realidad para qué Marina necesitaba esos guardaespaldas. Diego colgó el teléfono, sin intención alguna de averiguar adónde había ido Marina con los guardaespaldas. Al fin y al cabo, sabía que quien saldría perdiendo en verdad no sería ella. Durante esos días, Diego no se había puesto en co
Antes, siempre que Teresa lloraba, Mafalda golpeaba a Marina. Mafalda, furiosa hasta el punto de sentir dolor en el pecho, gritó:—¿Marina, estás en serio loca? ¿Qué te pasa hoy? ¿Por qué estás haciendo todo este alboroto?Marina giró la cabeza por un instante para mirar a Mafalda y sonrió:—Mamá, no estoy loca. No he olvidado lo que se difundió en internet hace poco sobre la familia Vásquez.Mafalda también conocía en detalle todo el asunto. En ese momento, se sintió tan avergonzada que deseó que nadie supiera que Marina era su hija.—Eso no tiene nada que ver con tu hermana. Teresa no es el tipo de gente que anda divulgando rumores. Ya conoces a esos parientes de la familia Vásquez, ellos fueron los que esparcieron esas noticias. ¿Qué tiene que ver eso con tu hermana? Además, ahora estás bien, ¿no es así? Las noticias en internet desaparecen en unos días. ¿Quién va a recordar algo así?Estas palabras hicieron que Marina se echara a reír. Mafalda, al ver la sonrisa de Marina, arrugó p
El lugar del que hablaba Marina era un parque de atracciones que llevaba mucho tiempo abandonado. Antes solía ser un sitio muy animado. Marina y César, durante un tiempo, vendían juguetes para niños afuera del parque. César llevaba una impecable camisa blanca, pantalones de traje negros y en sus manos sostenía un ramo de rosas. Él apoyado de un bastón, se acercaba lentamente a la mujer que estaba de pie junto al carrusel.César había conocido a Marina en el orfanato cuando él apenas tenía siete años y ella ocho. Marina llevaba un vestido rojo que, de tanto lavarse, ya había perdido algo de su color. Observaba de cerca a la mujer que se alejaba de la puerta del orfanato. César, con su vieja mochila en brazos, miraba nostálgico a Marina. Ambos eran niños abandonados por sus padres. Aquel orfanato no era precisamente un refugio caritativo para niños. César y Marina una vez escucharon al anciano que dirigía el orfanato hablando con un hombre. El hombre mencionó claramente que alguie
El camino no tenía tráfico alguno. Diego hoy había venido conduciendo solo. Con una mano controlaba el volante, mientras apoyaba el codo en el borde de su ventanilla. La velocidad del coche aumentaba de manera lenta. El viento entraba por la ventana, acariciando el rostro esculpido y atractivo de Diego. Su expresión era algo sombría. “Me siento un poco incómodo sin razón alguna, ¿qué hago?” Diego no podía dejar de pensar en la imagen de Marina abrazando a otro hombre. Detuvo en ese momento el auto frente a la entrada del Club de los Sueños. Arrojó las llaves al chofer y entró directamente. El Club de los Sueños no estaba abierto durante el día. Cuando Julio llegó al club, encontró a Diego sentado con las piernas separadas, con un cigarro entre los dedos, observando atento a los chicos bailar en el escenario. No había más hombres en la audiencia, solo Diego. Julio quedó completamente sorprendido. —¿No vas a ver un show de chicas desnudándose, y en su lugar v
El auto se dirigió directo al hotel. Julio había tomado un poco de alcohol. Diego también había bebido un poco. Ninguno de los dos había bebido mucho, pero Julio se ponía más hablador de lo acostumbrado después de tomar. Julio aconsejó a Diego: —Lo que pasa es que tienes muy pocas mujeres. Por eso te gusta tanto tu primera mujer. Si pruebas con otras, ya lo verás. Diego cerró un poco los ojos, aguantándose asi los comentarios de Julio. Su mente seguía muy enfocada en Marina, en la imagen de la banda elástica con un lazo rojo en la pierna de Marina. Sus piernas se movían ligeramente de un lado al otro, y la mano de Diego al tocarlas las encontraba perfectas. Quince minutos después, en la suite del hotel. Julio había llamado a diez mujeres, cada una hermosa a su manera. —Señor Diego, elige a una mujer, o si prefieres, puedes elegir a varias a tu gusto —recomendó Julio con gran entusiasmo. Diego, sentado de manera muy relajada en el sofá, levantó una ceja con gran in
—Te espero abajo. —No voy a bajar, no tengo tiempo alguno. —Pegué tus calzones con dibujos de cerditos en la puerta. —Marina guardó absoluto silencio. —Recuerda salir a recogerlos.Diego colgó el teléfono, mientras Marina dudaba. Si Diego realmente sería capaz de hacerlo. A Marina le preocupaba que alguien pasara por su puerta a la mañana siguiente y viera los calzones con el dibujo de un cerdito. Diego debería estar abajo en este momento y, no en la puerta. Marina dudo por un instante. Diego estaba justo frente a la puerta de la habitación de Marina. Él, como un cazador al acecho, esperaba pacientemente a que su presa abriera la puerta.Diego había venido esta vez para confirmar si Marina en realidad había aceptado la propuesta de ese hombre. Escuchó el sonido de la puerta abriéndose. Marina la abrió y se encontró con Diego de pie en la entrada. Ambos se miraron fijamente. Diego sonrió suavemente. Justo cuando Marina estaba a punto de cerrar la puerta, Diego ex