A veces, las personas mayores creían más en la suerte que en los datos fríos y duros de la ciencia.Marina no podía permitirse perder tiempo con esto. Su mente trabajaba a mil por hora, buscando una pronta solución.Las dudas de Mateo y de los demás accionistas eran un verdadero obstáculo, pero algo con lo que tendría que lidiar.Con determinación, miró directamente a Mateo.—No voy a evadir mi responsabilidad por este terrible incidente. Formaremos un equipo de investigación lo antes posible para determinar la causa, y activaremos en este momento el plan de emergencia para minimizar las pérdidas al máximo.Luego, se volteó hacia los demás accionistas y, con una mirada firme, respondió con calma:—Les prometo que haré todo lo que esté en mis manos para manejar esta crisis, asegurarme de que la empresa siga adelante y proteger los intereses de los accionistas. Les pido paciencia. Tendrán una respuesta concreta muy pronto.En la sala, el silencio era bastante denso. Los accionistas inter
Luna, furiosa, cogió el control remoto y encendió la televisión. Justo en ese momento, el noticiero estaba cubriendo la noticia del hundimiento de los barcos de PuntoEntrega. En la pantalla, el presentador estaba entrevistando a los accionistas que acababan de salir de la reunión en el Grupo Zárate, y uno de los entrevistados era precisamente Mateo.—Buenas tardes. ¿Cree que el accidente del hundimiento de los barcos de PuntoEntrega tendrá algún impacto en el Grupo Zárate? —preguntó con firmeza el presentador.Mateo, con una sonrisa calculada, miró directo a la cámara y respondió:—Eso dependerá de cómo maneje la situación la señora Marina, la nueva presidenta. Pero confío en que el Grupo Zárate tiene los recursos y la capacidad necesaria para superar esta crisis.El presentador continuó con la siguiente pregunta:—¿Cree que este accidente afectará la confianza de los accionistas e inversionistas?Mateo, siempre calmado, respondió sin perder en ningún momento la compostura:—Toda empre
Después de un buen baño, Marina finalmente logró relajarse y dejó escapar un ligero suspiro de alivio. Miró alrededor y vio a Diego entrando con una taza de leche. Él le ofreció la bebida con una sonrisa cálida.—Tómala y descansa un poco —le dijo, mientras se sentaba cariñoso a su lado.Marina sonrió de vuelta, tomando la taza con ambas manos.—Diego, de verdad, eres un sol… Soy tan afortunada de tenerte.Diego levantó cuidadoso el dedo índice y, con un toque suave, le dio un pequeño golpecito en la frente.—¡Ay, eso dolió! —exclamó Marina, frotándose la cabeza y riendo graciosa.Tomó un sorbo de la leche, dejando que la calidez la relajara poco a poco. Diego se acomodó junto a ella, colocando una mano en el respaldo del sofá y abrazándola ligeramente.—¿Necesitas ayuda con el tema del hundimiento de PuntoEntrega? —preguntó, su voz delicada, cargada de preocupación.Marina dejó la taza sobre la mesa y se recostó perezosamente sobre él.—No hace falta, pero… En unos cuantos días voy a
Preciso, el día de su aniversario, Marina fue sola a la consulta de ginecología. En el hospital, se encontró casualmente con su esposo abrazando a quien él decía era su amor verdadero. Ella, apoyada con delicadeza en su pecho, le dijo con voz muy dulce:—Camilo, gracias por acompañarme al hospital por mis dolores menstruales.Su esposo, muy preocupado por su amor verdadero, le pidió a Marina que fuera a comprarle un chocolate. Marina sonrió de repente y apartó de inmediato la mano de su vientre. Qué coincidencia, justo había ido allí porque quería cambiar de hospital.…Marina fue al hospital esta vez para abortar. Se registró y esperó con paciencia su turno para ver al médico. A su alrededor, con las esposas embarazadas acompañadas de sus respectivos maridos. Contrastando, ella, una mujer que había venido realmente sola parecía un poco lamentable.Dos meses antes, había acompañado a Camilo Jurado en un viaje de negocios. Asistieron a una cena de negocios. Ella se emborrachó demasia
Marina estacionó el coche al costado de la carretera y negó tranquilamente la pregunta de Camilo sobre el embarazo: —No estoy embarazada, solo he tenido algo de dolor de estómago en estos días.Camilo, apoyado en el armario, con una mirada indiferente, le dijo: —Marina, por favor más vale que no me engañes. Incluso si te quedas embarazada, no cambiaría nada.El corazón de Marina dio un pequeño vuelco. Ella tocó con delicadeza su vientre aún plano y respondió con calma: —Señor, ¿cómo podría estar embarazada? Esa noche usamos protección y debería haber sido de buena calidad, sin ningún tipo de fallos.Camilo levantó una ceja en respuesta…Por la mañana, en la empresa, hubo reuniones durante la mitad del día.A mediodía, Marina llevó muy atenta café recién preparado a la oficina. Colocó en el escritorio los respectivos documentos sobre la empresa Proestrellas que Camilo le había pedido hacía unos días.Hasta ahora, el grupo Jurado nunca había incursionado en la industria del entretenim
Él estaba allí de pie con su exnovia, esa mujer que lo tomaba del brazo, simplemente la miraba con indiferencia mientras otro hombre la acosaba.Alguien una vez dijo que, si un hombre realmente te ama, sentirá celos por ti.A través de la cálida luz amarilla, el corazón de Marina se le rompía en mil pedazos.Tomás pensó que Marina estaba tratando simplemente de engañarlo y se burló de manera maliciosa. —El señor Jurado está con una dama. No intentes engañarme, secretaria Díaz. ¿Por qué no vamos mejor a otro lugar a charlar?Marina miró rápidamente a Camilo y le preguntó suavemente: —Señor Jurado, el señor Zamora quiere saber si ya te has cansado de mí.Ella lo miró fijamente, esperando su rápida respuesta. Camilo, sin detenerse, pasó a su lado con Yadira de la mano. En ese instante, Marina comprendió que la respuesta en realidad ya no importaba.Yadira se volteó, sonriendo radiante, y explicó: —Señor Zamora, Camilo y la secretaria Díaz solo tienen una relación de trabajo. No digas t
Camilo ordenó de inmediato a Quiles que llevara a Marina de regreso al Jardín Esmeralda.Marina se sentó en el coche y, a través de la ventana, observó detenidamente a la pareja abrazada fuera de la cafetería. Parecía que Camilo estaba consolando a Yadira. Sus labios se curvaron con ligereza, mostrando una mezcla de amargura y alivio.Desde el momento en que le pidió a Macarena que concertara la cita con Yadira la noche anterior, había adivinado con certeza que Macarena seguramente se lo informaría a Camilo.Todo estaba según lo planeado.Quiles, conduciendo, miró de reojo a Marina cuando se detuvieron en un semáforo en rojo. —Secretaria Díaz, siendo tan inteligente, ¿por qué provoca al jefe?Habían trabajado juntos durante cinco años. Quiles había sido fiel testigo de lo dedicada que era Marina al cuidar a Camilo con gran esmero. Para cuidar bien del estómago de Camilo, solía ir a clases de cocina todas las noches después del trabajo. Había desarrollado excelente habilidades culinari
—¿Estás seguro? ¿Han ido ya al hospital para hacerle un chequeo? La anciana en realidad no se daba por vencida.Marina salió del baño, solo ella sabía cuán nerviosa e inquieta se sentía en ese preciso momento.—Marina, ¿estás embarazada? —le preguntó la señora con alguna esperanza mientras observaba detenidamente su vientre.Marina sonrió con debilidad y negó con la cabeza. —Abuela, ya fui al hospital. Solo es un problema estomacal.La señora pareció estar un poco decepcionada, pero entendió que no podía forzarla. —Debes cuidar muy bien de tu salud, presta más atención a tus hábitos alimenticios.Marina lo afirmó con cariño. Mientras le daba de comer fruta a la señora, Camilo salió en ese momento a atender una llamada telefónica.Después de consolar a la anciana y charlar con ella por un rato, Marina salió del cuarto con la taza vacío en la mano. Al pasar por la sala de descanso, escuchó la voz burlona de Macarena.—Camilo, acabo de escuchar a la abuela pedir un bisnieto —le dijo Ma