En el hospital, Julio acompañaba a Leticia a su consulta prenatal. El médico le informó que el feto estaba en perfectas condiciones y que ella esperaba gemelos. Vestida con ropa de maternidad, Leticia lucía un rostro sonrojado que reflejaba la ternura que comenzaba a asociar con su nueva condición de madre.Al salir del hospital, regresaron directamente a las Mansiones de la Felicidad. Leticia tomó una foto de la ecografía de los gemelos y se la envió a Flavio.Leticia: [Flavio, por favor, dile al señor Armando que estoy esperando gemelos y que el médico ha confirmado que todo está muy bien. LE agradezco al señor Armando por su apoyo en nombre de los niños.]Julio esperó pacientemente a que Leticia enviara el mensaje y, luego, le dijo:—Leticia... Bueno, cuida bien de tu embarazo; yo me iré. Si necesitas algo, no dudes en llamarme.Temía que, una vez que Leticia diera a luz y entregara a los pequeños a la familia Herrera, pudiera arrepentirse. Sin embargo, ahora que estaba embarazada,
Julio seguía sin obtener la respuesta que tanto anhelaba. Con un tono resignado, decidió mejor cambiar de enfoque.—¿Y si mi novia tuviera una personalidad similar a la tuya?Marina, apresurada por concluir su trabajo y con planes de cenar esa noche con Diego, respondió de manera rápida y directa.—Si fuera yo, elegiría mejor quedarme con mis bienes y seguir adelante.La vida de soltera y con recursos también tiene su atractivo, ¿no crees?Julio mostró una leve sorpresa ante su respuesta, pero al recordar cómo terminó la relación entre Marina y Camilo, empezó a reflexionar un poco. Tal vez, si Marina se enteraba de que Diego ya tenía un hijo con Leticia, decidiría dejarlo por su propia cuenta. Sin querer interrumpir más su labor, Julio le agradeció y de inmediato se marchó. Marina levantó brevemente la vista para observarlo alejarse antes de volver a concentrarse en su trabajo....Al finalizar la jornada, Diego llegó para recoger a Marina. Ella subió al auto, se quitó apresurada los t
En el Grupo Jurado.—¿Entonces has decidido que ya no me dejarás ver a Daniela?Yadira, con el rostro pálido y los ojos llenos de lágrimas, miraba a Camilo con desesperación. Desde que Marina la había forzado a sumergir la cabeza en el inodoro, se había sentido nauseabunda y sin apetito alguno durante dos días, mostrando un evidente deterioro físico.Hoy, la niñera encargada de cuidar a Daniela regresaba para trasladar sus pertenencias, y fue entonces cuando Yadira se enteró de que Camilo había decidido que Daniela residiría en el Jardín Esmeralda a partir de ahora. Intentó comunicarse con él por el celular, pero al no lograrlo, decidió mejor presentarse directamente en la empresa.—Si deseas ver a Daniela, no voy a impedírtelo —afirmó Camilo con un tono distante—, pero no puedes entrar al Jardín Esmeralda, y cada vez que te reúnas con ella, deberá estar presente la niñera.Lo trataba como si fuera una verdadera delincuente. Yadira parpadeó, conteniendo el llanto, y con voz temblorosa
El cliente le mostró a Hugo el contenido de su celular. Al leer el mensaje, Hugo frunció el ceño, incrédulo.—No puede ser, ¿quién está propagando estos falsos rumores? Su prima había tenido una hija con Camilo, quien además había sido su primer amor.—El sitio web del Grupo Jurado ya lo ha confirmado —respondió el cliente con una sonrisa sarcástica....Yadira aún no había llegado a casa cuando comenzó a recibir múltiples llamadas. Al ver el anuncio en el sitio web del Grupo Jurado sobre la disolución de su matrimonio, apagó el celular furiosa sin mirar quién la contactaba. Pasó un tiempo sola en su habitación, mientras algunos internautas, aburridos, comenzaban a debatir sobre la situación entre ella y Camilo. La luz del día se desvanecía lentamente. Con un gesto sombrío, Yadira encendió la luz.Sacó en ese momento su celular de la caja fuerte, lo encendió y revisó su correo electrónico. Se encontró con fotos comprometedoras de Blanca. Sin embargo, al verlas, no sintió satisfacci
—Con todo el equipo que me diste, si no logro hacerlo sería entonces una completa inepta —afirmó Marina con calma y una leve sonrisa.—Nada mal. Pero entonces, como recompensa, hoy te prepararé algo yo mismo —dijo Diego, sonriendo.La expresión seria de Marina se desmoronó de inmediato. ¿Eso era un premio acaso? Con lo desastrosa que era su cocina…—No y no, la que debería recompensarte soy yo. Para agradecerte por tu ayuda, esta noche yo me encargo yo misma de la cena —respondió rápidamente, sonriendo con algo de torpeza.Diego guardó silencio, fijando en ella una mirada profunda que la hizo reflexionar poco a poco. Su novio se había ofrecido a cocinar para ella, y ¿cómo podía rechazar tan abiertamente un gesto así?—Entonces, muchas gracias de antemano por el esfuerzo de esta noche —le dijo, devolviéndole una sonrisa encantadora.Complacido, Diego se levantó y fue a la cocina a inspeccionar los ingredientes en el refrigerador. Marina, por su parte, se acomodó en el sofá, cruzando las
Diego tenía un físico imponente, con abdominales bien marcados. Marina no pudo evitar lanzarle algunas miradas furtivas, fascinada por su masculina presencia.Él se acercó a la cama, apoyando ambas manos sobre el colchón y acercándose a ella con una intensidad que electrizaba el ambiente.—Hay algo bastante importante que debo decirte —murmuró con voz grave.—¿Qué pasa ahora? —preguntó Marina, algo desconcertada.—Hace aproximadamente un año, estuve en un hotel y pasé la noche con una mujer.—¿Qué dices? —La sorpresa invadió su rostro.Antes de que Marina pudiera procesar sus palabras, Diego se apresuró a explicar:—Esa mujer eras tú. Mauro te había drogado.La revelación la dejó sin aliento. ¡Así que Yadira había comenzado a manipularla incluso antes de que regresara al país! Marina sintió un escalofrío recorrer su espalda al recordar hasta dónde había llegado Yadira en sus artimañas.—Yadira me hizo creer que había sido un desconocido quien… —su voz tembló ligeramente, revelando el t
A la mañana siguiente, Marina y Diego despertaron exhaustos. Diego, masajeándose las sienes, se dejó caer en el sofá, consciente de que pronto tendría una reunión importante. Marina, a su lado, también se recostó en el sofá, esperando junto a él a que Daniel trajera el desayuno.—La próxima vez, deberíamos ser un poco más mesurados —sugirió Marina, masajeándose la cintura y soltando un suspiro entre complacida y agotada.Diego no respondió; solo la miró fascinado mientras observaba su respiración pausarse hasta convertirse en una exhalación tranquila y serena.Justo en ese momento, Daniel entró con el desayuno, lanzándoles una mirada discreta y algo perpleja ante el evidente cansancio en sus rostros. ¿Qué cosas habrían hecho la noche anterior para estar así?—Marina, si necesitas ayuda, puedes pedírsela directamente a Daniel —comentó Diego, tomando el desayuno y dedicándole una sonrisa cómplice—. ¿Quieres que te dé de comer?Daniel, ya acostumbrado a sus gestos de cariño, se mantuvo en
Renato esbozó una sonrisa leve y se encogió de hombros con resignación.—Hugo, sinceramente, sin un avalista, no puedo hacer nada por ti.—Son solo cuatrocientos millones de dólares; en el futuro no debería ser un problema para ti. O, si lo prefieres, podrías recurrir directamente al señor Bruno —sugirió con una mirada astuta.Hugo negó rápidamente, sabiendo bien que su tío jamás le prestaría esa suma. La única alternativa razonable era entonces recurrir a Yadira.—Renato, volveré en un par de días —dijo con tono resuelto antes de marcharse.—Perfecto, sabes dónde encontrarme —respondió Renato, acompañándolo hasta la salida.La actitud de Renato, que se mostró ajeno a la posibilidad de aprovecharse de la situación, despertó aún más confianza en Hugo.Cuando Hugo se hubo marchado, Renato regresó al interior de la casa, subió al segundo piso y abrió la puerta de una de las habitaciones.—Señorita Marina, Hugo ya se ha ido. ¿Cree usted que en serio acudirá a Yadira para pedirle que sea su