Llevo la chaqueta de Ollie sobre los hombros y sujeto mis sandalias de tacón por las tiras mientras caminamos por la playa privada que hay detrás de la casa de Evelyn. Estoy segura de que no podemos estar aquí, pero me da igual. Empujo las olas con la punta del pie y lanzo gotas de agua de mar en todas direcciones. Es una travesura. Es agradable.—¿Cómo está Courtney? —le pregunto—. ¿Se alegra de que hayas vuelto?En lo que concierne a Ollie se trata de una pregunta delicada.Courtney es su novia de a ratos sí y a ratos no. «A ratos sí» porque es fantástica, y Ollie sería un idiota si cometiera la estupidez de echarlo todo por la borda. «A ratos no» porque el muy tonto ya ha cruzado esa línea más de una vez.—Está comprometida —me dice.—Oh, vaya…Soy incapaz de disimular el tono de decepción de mi voz.Debería sonar consoladora y decirle que encontrará a otra igual de fantástica, pero lo único que se me ocurre pensar es qué habrá hecho.De repente suelta una carcajada.—¡Te lo has cr
Él se echa a reír, y me gusta como suena, tan libre, tan natural y siempre inesperado.Se quita la americana y me la pone sobre los hombros sin hacer caso de mis protestas.—Vamos a volver dentro —le digo mientras me la quito y se la devuelvo—. Estoy bien, de verdad.Sigue sosteniendo mis sandalias, pero se niega a aceptar la chaqueta.—Póngasela. No quiero que coja frío.—¡Por amor de Dios! —exclamo metiendo los brazos en las mangas—. ¿Acaso siempre consigue lo que quiere?Me mira con los ojos muy abiertos y me doy cuenta de que lo he sorprendido.—Pues sí —contesta.Cinco puntos por sinceridad.—Muy bien. Vayamos dentro y echemos un vistazo a los cuadros. Le indicaré cuáles me gustan y después podrá hacer lo que le plazca.Me mira con expresión ligeramente perpleja.—¿Perdón…?—Pues que no parece la clase de persona que acepta consejos de nadie.—Se equivoca, Nikki. —En sus labios mi nombre suena dulce como chocolate con leche—. Tengo muy en cuenta todas las opiniones que considero
No es exactamente cierto, pero se aproxima bastante. En cualquier caso es una historia cuya trama puedo tejer y destejer sin alejarme demasiado de la realidad.Se trata de una capa más de mi armadura, y en lo que se refiere a Damien Stark necesito todas las corazas posibles.Me sigue mientras subo por la escalera porque es demasiado estrecha para que podamos hacerlo juntos.—Nikki… —dice en tono que suena igual que una orden.Me detengo y me vuelvo para mirarlo desde mi posición, tres peldaños por encima de él. Constituye una perspectiva interesante. No creo que abunden los que han tenido la oportunidad de mirar a Damien Stark por encima del hombro.—¿Qué significa Orlando McKee para usted ahora? —me pregunta.Es posible que solo sea mi imaginación, pero creo ver algo vulnerable en los ojos de Stark.—Es un amigo —respondo—. Un gran amigo.Creo que es alivio lo que veo en su rostro, y la combinación de ambas emociones —alivio y vulnerabilidad— hace que se me corte la respiración.Sin
No comparto sus reservas así que vacío la mitad de un largo trago. Las burbujas parecen subir directamente a mi cabeza y hacen que me sienta ligeramente mareada. Es una sensación agradable a la que no estoy demasiado acostumbrada. Bebo, desde luego, pero no a menudo y casi nunca champán. Esta noche me siento vulnerable, vulnerable y llena de ansia. Con un poco de suerte el alcohol aplacará esa sed. O eso o me dará valor para ponerle remedio.Ni hablar.Estoy a punto de tirar el resto del champán. No pienso meterme en ese berenjenal ni con la ayuda de las burbujas.Echo la cabeza hacia atrás para beber otro sorbo y veo que Stark tiene sus ojos puestos en mí. Son oscuros, expertos y depredadores. Siento la urgencia de dar un paso atrás, pero me limito a sujetar con fuerza el tallo de la copa y a quedarme clavada en el sitio.La comisura de sus labios dibuja una leve sonrisa cuando se inclina sobre mí, y respiro el fresco aroma de su colonia, como el de un bosque tras la lluvia. Me apart
Noto su cuerpo firme contra el mío. Me mantiene pegada a él y me besa más profundamente mientras su mano baja hacia mi sexo con lentitud suficiente para hacerme enloquecer. Cambio de postura y dejo una pierna sobre sus muslos, pero nuestra posición es incómoda, y mi otra pierna resbala. Apoyo el pie descalzo en el suelo para equilibrarme y en ese momento noto que una corriente de aire se abre camino bajo mi falda para jugar con mis bragas húmedas.Me encuentro abierta y vulnerable. Stark apoya su mano en mi sexo al tiempo que deja escapar un gemido en mi boca. Noto su calor a pesar del vestido y del satén de mis bragas. Me acaricia a través de la ropa, y sus dedos juguetean con mi clítoris. Estoy tan húmeda que creo que voy a derretirme.Tengo la falda subida, pero sigue cubriéndome los muslos. No obstante, él está cerca, muy cerca de ciertos secretos que no quiero compartir, y sé que si intenta acariciarme la entrepierna saltaré. Estoy nerviosa, incluso asustada, pero el miedo y el p
Estoy sola, estoy enfadada, me siento mortificada y avergonzada.También estoy caliente, de ahí la vergüenza.Es por mi maldita culpa, desde luego. He estado jugando con fuego y lo sabía.Damien Stark está fuera de mi alcance. Más aún, resulta peligroso. ¿Por qué Ollie se ha dado cuenta y yo no?Pero sí me he dado cuenta.La dureza de su mirada, la máscara que se coloca con tanta habilidad. Lo primero que me dijo el instinto fue que enviara al cuerno a Damien Stark. ¿Por qué demonios no le hice caso?¿Porque creí haber visto algo más de lo que había en realidad?¿Porque yo también llevo una máscara y creí haber encontrado una especie de alma gemela?¿Porque está como un tren y me deseaba abiertamente?¿Porque una parte de mí ansía el peligro?Cierro los ojos. Si esto fuera un test de opción múltiple tendría que marcar «todas las anteriores».Me digo que da igual. Como mucho Damien Stark desea conquistarme del mismo modo que ha conquistado el mundo de la industria, pero por mucho que p
De repente en la limusina hace mucho, mucho calor, y tengo la sensación de haber olvidado los pasos necesarios para respirar.«No creo que…»Me doy cuenta de que esas palabras solo están en mi cabeza y lo intento de nuevo.—No creo que sea una buena idea.—Es una idea fantástica. No he pensado en otra cosa desde que la acompañé hasta la limusina. Tocarla otra vez, acariciarla, besarla…Me vuelvo, decidida a mantenerme firme. Sin embargo me siento débil y estoy bastante bebida. Mi voluntad flaquea.—Dígame que no ha pensado lo mismo que yo.—No lo he pensado.—No me mienta, Nikki. Esa es la regla número uno: nunca me mienta.«¿Reglas?»—¿Se trata de un juego?—¿Acaso no lo es todo?No contesto.—«Simon dice», Nikki. ¿Nunca ha jugado?Su voz es suave como una caricia.—Sí.—¿Está subida la pantalla de privacidad?Levanto la vista. Estoy sentada al fondo de la limusina pero alcanzo a ver al chófer al volante, los hombros de su chaqueta negra y el blanco contraste del cuello de su camisa.
El cubito de hielo se derrite sobre mi piel ardiente.—Lo imagino lamiendo las gotitas —le digo—. Su lengua jugando con mi duro pezón, tentándome hasta que no puede más y lo mordisquea. Noto el roce de sus dientes antes de que empiece a chuparlo con fuerza, con tanta fuerza que acaba siendo como un cable al rojo vivo que me atraviesa hasta el clítoris.—¡Jesús! —exclama con sorpresa—. ¿Quién está jugando ahora?—Es que soy muy competitiva —contesto. Sin embargo me cuesta hablar. Mi mano ha subido un poco más, y mis dedos acarician la suave piel donde termina el muslo y empieza mi sexo—. Damien, por favor… —suplico.El hielo se ha derretido.—Un dedo. Extiendo un dedo y lo deslizo por su sexo, su sexo húmedo y abierto. Noto que se estremece de deseo.—Sí —susurro.—¿Está mojada?—Estoy empapada.—Quiero estar dentro de usted —me dice.Antes de que me dé permiso deslizo dos dedos hasta lo más profundo de mí, y mi cuerpo reacciona al instante llevándome un poco más allá. Estoy caliente y