El roció de la mañana besaba las rosas rojas en los jardines de aquella casa. Las aves cantaban hermosas melodías que a cualquiera podría alegrarles el corazón. El sol ya se había asomado con su brillo eterno sobre las colinas, y, sin embargo, Emily sentía que su rabia y celos iban en aumento. Su madre, hablaba con la madre de Henry por teléfono, sobre retomar el compromiso entre ella y el apuesto magnate, pero la rabia que sentía por el desaire de Katherine y los aires de superioridad que aquella pordiosera le había demostrado, la mantenían irritada en exceso. De ninguna manera podría tolerar aquello, de ninguna manera podría consentirlo. Katherine Holmes no era nada más que la hija de un hombre humilde; no tenía nada en si misma para tener esa superioridad y restregársela en la cara…era simplemente intolerable. —Pensé que estarías más feliz, después de todo, mamá te está cumpliendo tu capricho. — dijo Arthur. La voz de su hermano tan solo logró irritar aún más a Emily. —El qu
En su lujoso departamento, Henry despertaba con un terrible dolor muscular; había subido a la piscina con la esperanza de volver a gemelos, y se había ejercitado nadando hasta que no le quedaron más fuerzas. Mirando su celular, vio que pasaban las tres de la tarde. Apresurado y adolorido, se había metido a bañar con la rapidez de un relámpago, iba tarde hacia la junta de asociados y con esa sería la tercera vez, sus socios no estarían nada contentos. Mirándose en el espejo, vio su aspecto desalineado; tenía los ojos enrojecidos por los desvelos, y la barba comenzaba a crecerle más dándole un aspecto terrible y desordenado. Hacia algún par de meses que no se cortaba el cabello, y si admitía la verdad, parecía un vagabundo.Se sintió realmente miserable de notarse así, tan demacrado…tan destruido. Tomando el rastrillo, se quitó la barba desalineada y luego lavó bien sus dientes, pero aquellas mismas preguntas que se había estado haciendo, nuevamente bombardeaban su cansada mente. ¿Por q
El pastel de cumpleaños estaba tirado sobre el suelo, y el rostro de Henry Bennett, estaba completamente rojo por la ira. Sus puños estaban apretados, tan enrojecidos como su cara, mientras miraba con un gran desprecio a Katherine Holmes, que incrédula, y con lágrimas en los ojos, miraba a su esposo, el único hombre al que ella se había entregado y al único al que había amado, mientras el parecía contener la furia que estaba sintiendo.— ¿Me quieres decir que significa esto? — cuestionó Henry arrojando sobre su esposa aquellas fotografías que le habían sido entregadas por Emily Gibson, su ex prometida, apenas unos momentos antes.Katherine tomó una de aquellas imágenes, en donde pudo verse a ella misma completamente desnuda y entre los brazos de un hombre al que ella jamás antes había visto. Derramando las lágrimas que ya no pudo contener, la hermosa mujer de cabellos rubios y ojos verdes, apenas podía creer que alguien tuviese la maldad de crear imágenes tan terriblemente falsas y cr
— ¡El último grito de la moda!, ¡La nueva colección de Katherine Divane ya se encuentra aquí! Disponible en tiendas exclusivas. —Katherine observaba el último fragmento de aquella publicidad en la sala de juntas, mientras los socios murmuraban y se felicitaban en voz baja. Sus ojos verdes, repasaban con frialdad a cada persona en el lugar, y sonreía para sus adentros. Su nueva colección, resultaría en un nuevo éxito, eso predecían todos los estudios que se habían hecho al respecto.Las luces se encendieron de vuelta, y los aplausos ovacionando el nuevo logro de Katherine Holmes, no se hicieron esperar.— ¡Bravísima señora Holmes!, sin duda alguna sus nuevos diseños estarán en los closets de las mujeres más importantes en el mundo, todas se mueren por tener una de sus prendas. Será un gran placer presentarla en la pasarela de New York, finalmente el mundo entero tendrá el placer de conocer el bello rostro de la más famosa diseñadora de los últimos años. — decía un hombre delgado de ap
El sonido de la música retumbaba en sus oídos con fuerza, y el calor del whisky lo hacía sentirse levemente mareado. Henry Bennett observaba a aquellas mujeres bailando con sensualidad, luciendo aquellos mini vestidos de colores brillantes que destacaban en la pista de baile de aquel club nocturno de elite en donde había tomado la costumbre de embriagarse hasta casi desfallecer, todos los fines de semana.En dos días más se cumplían seis años desde la última vez que había visto a su exesposa, Katherine Holmes, y aquellos años habían sido para él, un declive entre el alcohol y la culpa que sentía al haberla tratado como si no tuviese valor alguno, debatiéndose también en el rencor de aquella supuesta traición que daba por hecho. Toda su vida había sido el mimado hijo de la familia Bennett, destinado a ser el heredero de una cuantiosa fortuna y el dueño de las importantes empresas internacionales que su abuelo y padre habían levantado para ser el éxito que era. Las mujeres siempre le ha
El aire de New York, se sentía tan denso y pesado como Katherine lo recordaba. La nieve había comenzado a caer, y de a poco, el suelo y las altas copas de los árboles comenzaban a pintarse de blanco hacia el exterior del aeropuerto, mientras esperaban por sus maletas y por María quien había ido a los sanitarios, la habían traído consigo para que cuidase de los gemelos. Hacía frío, aunque quizás, no tanto como en Londres, donde había estado viviendo casi los últimos seis años de su vida…sus hijos, habían nacido en aquel país al que decidió marcharse junto a su padre para comenzar una nueva vida…y para preparar su venganza.— Cielos, los estadounidenses sí que son extravagantes, mira todas esas luces que se ven en la ciudad en esa fotografía, seguro las personas que viven en los departamentos cercanos en el centro de New York, no deben de lograr un sueño reparador por las noches. — dijo Jackson Evans quien sostenía entre sus brazos a la pequeña Emma.Katherine sonrió por el comentario.
—No es un placer volver a verte. — dijo Katherine con una frialdad que hirió a Henry.Aquel apuesto magnate de cabellos castaños y ojos azules, vio a su ex esposa recorriendo con su mirada cada parte de ella sin perder detalle.Katherine había cambiado, admitió. Ella estaba tan hermosa como la recordaba, sin embargo, su porte estaba cargado de una elegancia distinguida y de un orgullo avasallador, y sus ojos verdes esmeralda, no lo miraban con aquella adoración y devoción como siempre lo habían visto…en su lugar, había frialdad, desdén y un desprecio devastador. Henry sintió como un escalofrió lo recorrió por completo, pues, aunque no quería admitirlo ni siquiera para sí mismo, esperaba encontrarse con aquella hermosa y cálida mujer que lo había amado con adoración.—¿Por qué has vuelto?, ¿Esperabas volver a verme? — cuestionó Henry, mientras observaba a aquel hombre junto a su exesposa. —¿Y quién es este hombre? — exigió saber sintiendo los celos carcomerle el pecho.—Jackson Evans.
La nieve ya había cubierto de blanco a la ciudad de New York, y Katherine admiraba el panorama en silencio, desde el último piso de aquel lujoso edificio de departamentos que se hallaba frente al Central Park. Había comprado aquel precioso pent-house, que tenía todos los lujos que cualquiera soñaría con poseer, sin embargo, no se sentía satisfecha…en su corazón, siempre hacía falta algo.La rubia de fríos ojos verdes, aun sentía sus piernas temblorosas después de volver a ver; tan repentinamente, a Henry Bennett, su exesposo, y mil preguntas rondaban por su mente en ese momento, mientras observaba la nieve caer. ¿Cómo era que Henry sabía que ella estaba en el aeropuerto?, ¿Había notado algo de sus hijos?, ¿Por qué a pesar de odiarlo, su corazón latió con fuerza en el momento en que volvió a verlo?Negándose en silencio a responderse esa última pregunta, Katherine suspiró. No sería sencillo realizar su venganza sin contratiempos, ahora que Henry estaba al tanto de que ella estaba en la