Ailan. - “Desconecta la electricidad del ático unos segundos”- al oir estas palabras de su boca lo comprendí todo. Fueron una sentencia a mi estupidez, ¿cómo se me había podido pasar eso?, ¿cómo había podido caer en mi propia trampa? Me sentí como en escorpión que, en sus ansias por acabar con su adversario, se terminó picando así mismo, y muriendo por su propio veneno. Intente poner el pestillo mecánico que tenía la puerta, pero como siempre, ese hombre fue mucho más rápido que yo. En segundos me encontré en sus brazos totalmente desnuda, y paralizada por su mirada, que describía todo lo que pensaba hacerme por haber traspasado ciertos límites, que ese hombre ya no contenía. - “Comprendo que me merezco el castigo por ir de machito mandón y controlador, pero eso mi diosa, déjemelos para mañana, incluso me puedes castigar toda la vida si quieres, ahora sólo te necesito a ti, y esta necesidad hace rato que ha sobrepasado miles de fronteras, hasta volverse ineludibles.”- me dijo ant
Finlay. - “¿Estás seguro de que confías en mí?”- me preguntó por segunda vez mi bella diosa con dudas de mi reacción, mostrándome unas esposas, mientras estaba sentada sobre mí, y yo la agarraba por las caderas. Esta mujer no sabía lo importante que era para mí esa pregunta, más de lo que ella creía, la primera vez que la respondí, ni lo pensé, salió con total la sinceridad de mi interior, nada era más importante para mí que la confianza, mi padre había sido engañado por aquellos en los que había confiado, y por eso casi perdimos todo, desde ese momento, me costaba confiar en la gente, pocos gozaban de ese privilegio, a pocos se los había otorgado. Pero esa mujer la había obtenido sin proponérselo y de manera natural, no concebía no confiar en ella, era como no confiar en mí mismo. Saberme controlado por los deseos de esa mujer, al aceptar su petición es, sin lugar a dudas, lo más excitante que he hecho nunca, así que, como la primera vez, ni dude en aceptar, mientras la miraba
Finlay. - “Desde luego mamá no podías ser menos oportuna.”- le dije después de ver como Ailan me lanzaba el teléfono, justo después de soltarme de las esposas, para a continuación salir como el alma que lleva el diablo de la habitación, aún desnuda. - “Yo que iba a saber, la próxima vez avisa, hijo, aunque me alegro de que estes cumpliendo con la promesa que le haces a tu madre.”- me dijo con esa sonrisa intimidante y peligrosa que solía tener cuando me pillaba infraganti en alguna maldad, una maldita sonrisa que me perseguía desde niño. Siempre me ha dado pánico esa sonrisa, prefería que me regañara o me castigara, tanto a yo, como mi padre, cuando estaba vivo, sabíamos que, si mi madre sonreía así, nada de lo que hiciéramos serviría, el resultado iba a ser el mismo, la señora Alacintye, ya había ganado. - “No sé lo que estás pensando, señora Seelie Alacintye, pero quítate esa idea de la cabeza, mi esposa no conoce tus trucos maquiavélicos, y no quiero que los conozca.”- le dije
Ailan. - “Estamos en problemas”- le dije comenzando a asentirme agobiada, de nada servía los besos que ese hombre me daba, la realidad, después de la pasión, seguía ahí. Tampoco me tranquilizó su respuesta. - “Y no sabes cómo”-dijo Finlay mientras yo en sus brazos lo miraba interrogante. - “Mi madre viene en tres días a conocerte.”- oír esa palabra fue como ver cerrar la tapa de un ataúd, mientras tratas de respirar con ansiedad. Eso no era lo que yo no quería, no quería volver a jugar a este juego otra vez, lo único que me había hecho, en estos últimos cuatro años, es perder muchas cosas importantes en mi vida, incluso mi capacidad de ser madre. No deseaba sentir más de lo que podía controlar, ni derribar las barreras que me había costado poner para protegerme, si unimos esto a que anoche había descubierto que ese hombre, en poco tiempo, estaba desquebrajando todo lo que me había construido, casi sin esfuerzo, y por desgracia, con mi colaboración, y que ahora entraba la fami
Ailan. - “¿No lo comprendo? Tengo en el vestidor más de doce vestidos, tres de ellos de fiesta, que aún no he estrenado, ¿Me puedes explicar por qué tengo que comprarme otro vestido más? ¿Además no se supone que es una fiesta familiar?”- se quejó por enésima vez Hanna. Sacarla del ático de Roy había sido una incursión digna de un comando Ranger, o Seal de la Marina Americana. Y no por ella exactamente, seguro que la pobre ya había sufrido el tercer grado, con intimidación, de la Diosa Miller, mientras mi padre ubicaba a mi hermano de que un Miller, siempre cumplía con su deber. Más bien, la causa de esa incursión secreta, para liberar a Hanna de la influencia de la Diosa, era también algo de tipo egoísta, debía enviar como fuera el ser atrapada, por lo menos por unas horas del mandato- sentencia de mi madre, así como de las explicaciones que me pediría mi padre, por haber desaparecido la noche que ellos y mis padrinos, habían llegado de Nueva York. Sobre todo, porque esos dos enan
Finlay. - “¿Dónde está Oliver?”- le pregunté a Sean en cuando entró por la puerta de mi despacho, de esa maldita, y nefasta, mañana. - “Ha ido a buscar, en uno de tus Jets, a Rocío y a su familia a España, al parecer su abuelo está mucho mejor y ya puede viajar. Ese hombre estaba desesperado, le han faltado segundos para llamar a Penélope para pedirle un Jet privado. Decididamente lo hemos perdido para la causa”- dijo Sean. - “¿Y por qué no me llamó a mí? Se lo hubiera facilitado.”- le dije revisando el contrato de publicidad que me había enviado el responsable de una de mis compañías de Cruceros, la compañía Dreams, para la nueva campaña de primavera. - “¿Y cómo? si no has estado localizable en toda la noche, sé que tu mujer te tiene ocupado, pero al menos tendrías cinco segundos para contestar la llamada de un hermano, ¡digo yo!”- me dijo muy serio Sean, yo no podía contarle, en aras de mi hombría, y de burlas que podía durar años, que no podía contestarle que, en ese momento,
Finlay. - “Alacintye, deberías revisarte la cabeza, o al menos dejar de tomar la medicación que tomas, ¿Ailan Caroline Miller interesante? Es más, como un dolor de muelas, bueno a lo que vamos. ¿Qué ha pasado entre los dos, para que esa loca, se haya llevado a mi novia de compras, sin decirme nada, y como si no hubiera un mañana?”- me dijo mientras yo no podría evitar sonreír antes sus preguntas. - “Así que mi diosa seguía enfada, interesante, si ella no sintiera algo por mí, hace tiempo que lo hubiera superado, pasando a otra cosa.”- la alegría de mi interior fue infinita. - “No es necesario que lo sepas, dudo que tú quieras contarme que ha pasado para que mi adorable y atractiva cuñada, haya preferido irse con la rebelde que quiero hacer mi mujer, en vez de pasar esta dulce mañana vísperas de Navidad, con su querido novio.”- le dije comportándome como él lo haría cuando no deseaba responder una pregunta. Sean parecía una maldita anguila intentando cercarme, serpenteando a mi
Ailan. Me costó convencer a Hanna para que me siguiera hasta mi ático, se mostraba dudosa por la posible reacción de Arturo, tenía que hacerle a mi futura cuñada, que mi hermano funcionaba mejor cuando se le llevaba la contraria, estaba acostumbrado a ser el gran jefe, el todo poderoso, así que mostrarte como un gran reto ante él, era lo que necesita ese estúpido para que se bajara de su cúpula de poder, y entendiera que él también era un simple humano, con sus sentimientos y con sus errores. Adoro a mi hermano y por eso que sea feliz, es una de mis misiones en la vida. Claro está que con su actitud de siempre controlarlo todo, para no sentir, nunca lo lograría, y menos cuando, a un ciego como él, el destino le había entregado a una mujer tan maravillosa como Hanna. - “Te presento a Amelia Paola Miller y a Connelly Blake, una es mi hermana, y al otra es como si fuera mi prima pequeña. Chicas, os presento a la super mujer que ha conseguido descubrir que mi hermano no tiene una pied