Sam llevaba la carreta en mano mientras sus amigos escogían las luces correctas para el árbol.—¿Crees que a Lucas le gusten las blancas? — Preguntó Vic. Sam asintió. El niño adoraba cualquier tipo de luces.—Claro que sí, especialmente con las decoraciones doradas que tienes en casa. Con eso se sentirá realizados.—Genial.—Jamás la había visto tan emocionada. — Murmuró Peter. Sam inclinó levemente la cabeza observando a su amiga con una energía que le parecía curiosa. Era increíble la relación que ella tenía con Lucas. En verdad, él se había encariñado con ella, porque incluso para la lista de regalos, la había incluido dentro de su circulo social, no el de Sam, el de él.—Lucas la quiere mucho, supongo que es una buena tía. — Peter soltó una risa divertida.—Es posible. Nunca creí que le gustaran los niños.—No me gustan los niños, me gusta Lucas. — Aclaró ella dejando tres juegos de luces sobre la carreta tomándolos por sorpresa. Ambos se miraron de forma divertida al ser atrapado
Las fiestas estaban a nada de comenzar al igual que el festival de la escuela. Sam había logrado conseguir un lugar donde alquilaban sillas resolviendo el problema de Melissa. El festival sería dentro de dos días por lo que las cosas se habían convertido en una locura en la escuela. Tanto así, que tuvo que pedir permiso para traer a Lucas a la escuela al cancelarle a última hora sus dos horas de descanso que había solicitado. —Señorita Jones, podría recibir las mesas, por favor. —Señorita Jones, podría ayudarnos a sostener la escalera. — Samantha pensaba que ya no daba para más. Sin embargo, no era la única ajetreada, todos los profesores se encontraban dando vueltas con el resto de estudiante. —¡Lucas! — Angela y Clara se acercaron al pequeño. Este las saludó con su pequeña mano moviéndola de un lado a otro. —Hola señora Jones. —¿Cómo están chicas? —Atareadas. — Respondió Angela con un tono dramático. —Esto e organizar festivales es un desgaste. — Sam soltó una pequeña carcajada
Daniel abrió los ojos despacio al ver la luz del sol colarse por la ventana de la habitación. Lo primero que vio fue el rostro de Sam con los labios entreabiertos y el cabello desordenado. La comisuras e sus labios se alargaron causando que su sonrisa le llegar a los ojos. Observar a la joven tan tranquila y en su estado natural le alegraban y lo mejor, tenerla en sus brazos era algo mágico. Debía admitir que no había sentido algo como esto en toda su vida. Ni siquiera cuando intentó las cosas con Jennifer.Samantha era un rayo de luz en su vida. Lucas lo vi la primera vez que la conoció. Él se dio cuenta con el tiempo Daniel no era alguien que podía confiar de inmediato en otra persona, pero en cuanto Lucas la conoció y llamó su atención, supo que ella tenía algo especial.La joven abrió poco a poco los ojos encontrándose con las gemas azules de Daniel. El muchacho acarició su mejilla y ella sonrió suavemente.—Buen día Daniel.—Buenos días. — Besó su frente.—¿Cómo amaneciste?—Geni
Al llegar a la mansión de los Harrison todos fueron bien recibidos. Samantha incluso recibió un abrazo de cada uno de sus suegros. Llevaba bastante tiempo de no sentirse de esa forma. Tan cálida, tan familiar y amena.—Es un placer que hayas aceptado nuestra invitación. — Habló la señora Harrison mientras tomaba del brazo a la joven hasta llevara a la sala de estar de la mansión. Ahí se encontraba Esteban, sentado mientras leía un periódico. Al ver a Sam sonrió y se levantó de su asiento para darle un fuerte abrazo.—¿Cómo estás cuñada?—Bien, igual que tu parece. — Sonrió pícaramente recordando la tensión entre él y su amiga. Tenía cierto sentimiento respecto a ello, ya que, su amiga normalmente no rechazaba tantas veces a una persona y dicha persona nole insistía tantas veces. Sea como fuere, le gustaba molestar un poco a ambos.—Andamos graciosas ¿eh? ¿Acaso te ha dicho algo que yo no sepa?—¿Vic? — Solo que eres un chico pesado.—Lo mismo de siempre. — Mantuvo su sonrisa aun cuand
Samantha había arreglado todas sus cosas para el viaje. Se sentía emocionada porque por fin podría viajar a un lugar fuera de la ciudad. Sin embargo, antes del viaje, Daniel le encomendó que fuera por un traje para esquiar. Por eso, junto con Lucas, se fueron hacia el centro comercial en busca de aquel traje. Una vez ahí, dieron vueltas hasta que Lucas le mostró donde su padre solía comprar aquellas piezas de ropa. Para su sorpresa, se encontró con una pequeña que conocía muy bien. —¡Ariana! —Señora Harrison. — Samantha ahogó un grito debido a la sorpresa. Nadie la había llamado así desde que se casó con Daniel, era raro. —Ariana. — Lucas sonrió ampliamente mientras la saludaba. Era sorprendente lo bien que ambos se llevaban ahora. —¿Estás con tus padres? —Sí, ellos están allá. — Señaló hacia detrás del maniquí. Sam divisó al señor Kidd quien veía una pieza de ropa junto a una mujer de cabello rubio, que obviamente era su esposa. —¿Por qué te alejaste de ellos? —Porque vi a Lu
Al regresar a casa, Sam dejó su traje sobre la cama. Lucas llegó con ella para poder dormir. Se había cansado de estar jugando con Ariana, por lo que iba con sus ojitos entrecerrados. Ella lo acomodó en su cama para pudiera acurrucarse. Acarició su cabello mientras pensaba en la situación de Drew. En verdad era algo dura su situación. Estaba en busca de una hermana que escapó de un orfanato. Sería muy difícil encontrarla.Suspiró y decidió pensar en otra cosa. Lucas se había quedado dormido mientras abrazaba su brazo, ella sonrió.—Espero verte jugar mucho Lucas, espero que te diviertas. — Se quedó leyendo algo en su celular por varios minutos cuando escuchó que Daniel había regresado. El chico los estuvo llamando y ella temió por un momento que Lucas se despertaría.—¡Sam! — Decidió llamarlo para no gritar. Respondió de inmediato.—¿Dónde están?—Baja la voz, Lucas está durmiendo.—Diablos, lo siento. — Sam sonrió. —¿Están en tu cuarto?—Así es.—Voy para allá. — Ella no pudo evitar
Sam estaba sin palabras. Aquel lugar era realmente increíble. El chalé era un lugar realmente grande. Había al menos unas veinte habitaciones, tenía cierta forma curva en la parte de enfrente, donde pasaban los autos en redondel para luego salir.El de ellos, quedó en frente de la entrada donde se encontraba una pareja abrazada y bien abrigada. Cuando bajaron del auto les dieron una cálida bienvenida.—Nos alegra verlos por fin. Tu madre nos llamó para saber si ya habían llegado. — El botones bajó las maletas del auto y Daniel lo ayudó un poco.—Tía Dona, ella es mi esposa Samantha Jones. — La mujer la abrazó con calidez mientras Samantha abría de par en par sus ojos debido a la sorpresa.—Bienvenida cariño. Es un placer conocerte por fin. No pudimos asistir a tu boda debido a que fue muy apresurada, pero espero te haya gustado nuestro regalo. — Sam recordó que en un juego de té muy fino estaba a nombre de una Dona y Smith, a lo mejor erad e ella.—Oh sí, muchísimas gracias. — El homb
—¿Estás bien? — La voz de Daniel la puso tensa en cuanto este se acostó a su lado. Samantha asintió sin voltear a verlo. Se sentía cohibida por los pensamientos libidinosos que se apoderaron de su mente cuando lo vio semidesnudo en el baño.Era una mujer adulta, era consciente de ello, sin embargo, jamás había tenido intimidad con un hombre, no pasaba de toqueteos con Tom y hasta ahí. Daniel ya era un hombre experimentado, por lo que le daba más vergüenza, aún así le gustaba, estaba dispuesta a compartir ese momento con Daniel. La cuestión es que no sabía cómo hacerlo sin lucir desesperada o como una pervertida.—¿Sam? — Ella se giró a verlo por fin. Daniel estaba acostado de lado con su cabeza apoyada encima de su mano. —¿Te sientes bien? ¿No tienes frío?—Estoy bien. — Acarició su cabello con suavidad. Sam sonrió levemente mientras cerraba los ojos.—Escucha sobre lo de hoy, no intentaba meterte presión. Lo lamento.—Descuida, creo que es algo que debemos pensar ¿no? — Daniel sonrió