Samantha se acercó a Daniel y lo miró con una sonrisa.—Gracias por esto.—No es nada. — Los dos compartieron miradas de una forma que para los demás era entendible, cariño. Sin embargo, ninguno de los dos fue capaz de darse cuenta. La joven rompió el contacto visual y se dirigió a sus estudiantes.—Ellos son algunos de mis alumnos. — Le explicó. —Virginia, Angela, Jonah, Fran y Clara. Los cinco son parte del consejo del baile.—Un placer chicos, soy Daniel Harrison.—Vaya que es apuesto. — Comentó Angela en voz alta. Los demás se rieron por su comentario y ella se puso colorada. Daniel sonrió nervioso.—No los molesto más, sigan con su trabajo.—¿Quisiera ayudarnos señor Harrison? — Preguntó Angela inocentemente.—Si por favor. — La apoyó Fran. El pelinegro entreabrió los labios sin saber qué responder mientras Sam se encogía de hombros.—¿Crees que es buena idea? — Preguntó cerca de su oído.—No veo por qué no. — El muchacho asintió.—Bien, solo iré a cambiarme. — Los chicos celebra
Daniel comprendía los sentimientos de Jonah, era imposible no hacerlo. El muchacho había demostrado una actitud de defensa frente a lo que presenció en aquella cocina. Sin embargo, estaba seguro de que los sentimientos de ese muchacho pueden ser pasajeros y no debía hacerlo sentir mal con ello.—¿Es Sam? — Preguntó finalmente. El joven asintió y luego escondió sus manos debajo de la mesa. —Entiendo. — Jonah frunció el entrecejo y luego lo miró.—¿No está enfadado?—Enfadado no, confundido. — Jonah se quedó sin palabras. — No puedo estar enfadado con un chico que está aprendiendo a vivir Jonah. Escucha, entiendo tus emociones, sin embargo, a veces confundimos el amor romántico con un amor de admiración. — El joven parpadeó varias veces. La señorita Jones siempre había sido una joven muy amable, con todos sus alumnos. Él era consciente de que no era especial para ella, pero lo apoyaba en lo que él era capaz. Lo animaba a perseguir sus sueños, cosa que sus padres nunca hicieron. Siempre
La fiesta fue un éxito. Todos en la escuela hablaron de los cupcakes y lo deliciosos que estaban. Había pasado dos días de la dichosa fiesta y el día de brujas estaba cada vez más cerca.Se encontraba en casa jugando con Lucas cuando Daniel apareció en la habitación para informarle que era hora de dormir.—Quiero un cuento. — Solicitó el pequeño y los dos tuvieron que pensar en uno. Sam recordó la historia de un libro que había leído, sobre una chica que no tenía nada y de pronto lo tiene todo.—Esta chica recibe dinero de la nada. Sin pistas y sin relación con el hombre que le deja una herencia. La joven confundida, no sabe qué hacer. Especialmente porque aquel hombre amaba los acertijos.—Me gustan los acertijos. — Sonrió Lucas.—Pues a esta chica también. ¿Sabes cuál fue el primer reto que tuvo que afrontar?—¿Cuál?—Abrir una puerta. — Lucas abrió sus ojos de par en par. — Uno de los nietos del señor le ofrece un ciento de llaves y debe adivinar cuál de ellas es la correcta.—¿Y q
Cuando Samantha se encontró con Daniel, no esperaba impresionarlo. Aunque no quisiera admitirlo, lo había hecho, el muchacho se encontraba charlando con Lucas y Vic sobre que rutas tomar para conseguir los mejores dulces.—Recuerda no separarte de Vic. Vic, por favor, aunque te haga su cara de ángel no lo dejes ver películas de terror o de lo contrario va a tener pesadillas.—Entiendo capi. — Daniel soltó un suspiro. —Y que se lave los dientes.—Eso tenlo por seguro. — Miró hacia detrás de él luego de responder sonriendo al ver a Sam. Daniel se percató del gesto de la pelinegra y se giró a verla. Sam conectó su mirada con la de él. Daniel parpadeó varias veces y luego tragó con dificultad. Samantha se veía hermosa y sexy. Aquel traje de pirata ceñía su cintura además de redondear sus atributos superiores. La falda roja de vuelos le llegaba un poco arriba de las rodillas y sus botas eran altas llegando casi a la rodilla. Su cabello estaba peinado con algunas ondas y dos pares de trenz
Sam y Daniel mantuvieron una charla amena con Lennon. El hombre era más amable de lo que creyó. Si se notaba que era un poco serio, pero a pesar de ello mantenía una actitud amigable con ambos. Pronto, una joven de cabello rubio, vestida de vampiresa, se acercó al trío dejando un beso en la mejilla del señor Borges.—Te perdí por un momento cariño. — La voz de la mujer era suave y encantadora. Rodeó el brazo de Borges y luego miró a los testigos y acompañantes.—¿Daniel Harrison?—Lisa, ¿qué tal? — La mujer sonrió y abrazó a Daniel como si no lo hubiera visto en mucho tiempo, en ese momento, Sam notó que la mujer lo abrazaba un poco inclinada ya que su abultado estómago no le permitía hacer más.—Que bueno verte. — Miró a Sam y su sonrisa no desapareció.—Supongo que ella es tu linda esposa.—Samantha Jones, un placer. — La rubia atrajo a Sam hacia sus brazos tomándola por sorpresa y le dio un abrazo.—Me alegra por fin conocer a una esposa de mi edad. ¿Sabes lo tedioso que es conocer
Samantha se dejó llevar por el momento. Disfruto del baile, la música y la comida. Daniel se sentía un poco retraído ya que no era alguien que se acostumbró a salir de fiesta o a bailar cuando era más joven. Sin embargo, al ver a Sam moverse de un lado a otro meneando sus caderas, y disfrutando del ritmo, se animó a bailar junto a ella, especialmente porque llamaba la atención de muchos hombres solteros en aquel lugar.Entonces la música pasó a ser un poco más lenta. La joven se movía e un lado a otro y Daniel, aprovechó el momento. Ubicó sus manos en la cintura de la joven causando que ella se sorprendiera. Abrió sus ojos y él le sonrió. Entonces, instintivamente ubicó sus mano sobre los hombros del muchacho y comenzaron a moverse de un lado a otro.—No sabía que eras tan buena bailarina.—Solía salir a bailar con Vic y Kelly. — El joven asintió acercando un poco su rostro al de ella para escucharla mejor. —Era divertido cuando estábamos en la universidad.—¿No lo es ahora?—Llevaba
En cuanto el agua del rio tocó su cuerpo sintió cómo sus vellos se erizaban. El agua estaba completamente helada. Soltó un pequeño grito debido al impacto y a la adrenalina dentro de su cuerpo gracias al momento. Pronto, Daniel se lanzó y ella no pudo evitar sentir cierta emoción. Pasó sus manos sobre su cabello para quitarlo de encima de su rostro.Daniel soltó un pequeño aullido y ella rio.—Dios, el agua está fría.—Creo que fue una mala idea.—Ni que lo digas. —Ambos se rieron y procedieron a nadar hacia la orilla. Si seguían ahí podría darles hipotermia. A pesar de todo, rieron por la malísima idea. Una vez estuvieron en tierra los dos castañeaban, pero no dejaron de verse aún cuando hicieron la cosa más estúpida en su vida.—Dime que jamás haremos un reto estúpido como ese. — Habló el pelinegro mientras sus dientes castañeaban.—No prometo nada. — Aclaró ella y él simplemente negó con diversión. Se levantó del suelo y luego la ayudó a ella a ponerse de pie. Fueron por su ropa y
Samantha había besado otras veces a Thomas. Había sentido ternura y cariño cuando lo hacía. Sin embargo, la forma en que Daniel la besaba no era nada comparado con los besos de Thomas, es más, ni le llegaba a los talones.Luego de que el muchacho puso sus labios sobre los de ella. Se rozaron suavemente por unos instantes y luego, la atrajo a él al tomarla suavemente del cuello. Su boca sabía a vino. Supuso que era porque fue lo que bebieron en la fiesta. Sin embargo, era un sabor vigorizante para ella en esos momentos. El contacto con sus labios fue suave al inicio, pero luego, ella lo tomó de la bata para atraerlo más, como si necesitara fusionarse con él. Era increíble la ansiedad con la que se devolvían aquel beso, como si fuera de vida o muerte. Los dedos de Daniel se ubicaron en la nuca de la joven cuando sus lenguas comenzaron a jugar entre si sintiendo sus cuerpos arder.Sam soltó un gemido y se separó por unos instantes para tomar aire, Daniel cerró los ojos lentamente mientra