Capítulo 55
Tenía una mirada profunda y me pregunté:

—¿No puede ser por alguna otra razón?

—¿Como cuál?

Sí, estaba probándolo.

Apretó sus delgados labios:

—Solo espero que te encuentres bien.

—... Suena como una felicitación de cumpleaños para un familiar mayor.

De repente, un pensamiento cruzó mi mente y, al instante, sonreí:

—Puedes decírselo al abuelo en su fiesta de cumpleaños el próximo mes.

Ese hombre… ¿Esperaba que yo estuviera bien? ¿Pero tal vez esperaba que él mismo pudiera llevar una dulce vida con Ania para siempre?

Cuando la enfermera vino a tomarme sangre y desinfectó mi brazo, me encogí por reflejo y todo mi cuerpo se tensó.

Me dio miedo. Lo había tenido desde que era niña.

En aquel entonces, cuando me enfermaba, papá siempre me cargaba y mamá me sujetaba la otra mano, consolándome antes de las inyecciones o las extracciones de sangre. Y luego venía la recompensa.

Durante todos estos años de más una década, mi condición de salud ha sido relativamente buena. Pasaba los resfriados co
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