Capítulo 525
Justo cuando iba a abrir la puerta del conductor, Enzo me detuvo, señalando con la barbilla: —Ve al asiento del copiloto, yo conduzco.

—Gracias, Enzo.

Le lancé una mirada agradecida y acepté sin protestar.

Con mi mente ocupada en la seguridad de mi abuela, conducir distraída sería demasiado peligroso.

De camino a la fábrica abandonada, le envié un mensaje a Olaia para avisarle que no podría llegar y que tomara ella la decisión.

Luego intenté llamar a Mateo.

El celular sonó varias veces hasta que una voz automática respondió: —Lo sentimos, el número que ha marcado no está disponible en este momento. Por favor, inténtelo más tarde...

Una sensación de inquietud se apoderó de mí, el nerviosismo crecía. Empecé a temer que algo también le hubiera ocurrido a Mateo.

Enzo, con ambas manos al volante, me lanzó una mirada tranquila: —¿Llamaste a Mateo y no respondió?

—Sí...

Asentí distraída.

—No te preocupes tanto, prueba llamarlo otra vez —me sugirió con calma.

—Está bien.

Marqué de nuevo.

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