Capítulo 49
—¿Cómo sabes que te estoy mirando si no me ves? —le pregunté.

—Eres mi esposa, ¿qué tiene de raro que la mire? —soltó esa frase sin pudor alguno.

La pregunta que quería hacer se me quedó atascada en la garganta…

El imponente edificio del Grupo Romero se elevaba majestuoso, con sus cristales brillando como diamantes a la luz del amanecer.

Rodrigó estacionó el auto bajo el toldo y yo bajé de inmediato, deseando huir de ese escenario de vergüenza. Sin embargo, en ese momento, se escuchó una voz con vitalidad:

—Buenos días, ¡jefa!

Nadia vino corriendo desde la distancia, saludándome con mucha energía.

Sonreí y la jalé para irnos juntas:

—Buenos días. Vamos, hace mucho frío por la mañana.

—Delia, olvidaste tu desayuno.

A mis espaldas, Marc salió del auto y me llamó.

Respiré hondo y me di la vuelta para tomar el desayuno, intentando mantener la mayor distancia posible con él. Le respondió con cortés:

—Gracias, presidente.

—Pero, jefa, ¿tú y el presidente...?

Nadia se colgó de mi brazo y me m
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