Capítulo 45
—Si no fuera por la obstinación de tu abuelo, no tendrías que estar pasando por esto… —hablaba Ania sin para.

Olaia escuchó esto y no pudo evitar poner los ojos en blancos, y de no ser por mí, habría regresado a discutir con ella.

No se sabía cuándo empezó a llover, el viento otoño soplaba con frialdad y la temperatura descendió considerablemente, haciendo que quisiera encogerse del frío.

Después de subir al carro, Olaia me dijo con enojo:

—¿Por qué me detuviste? ¿No escuchaste lo que dijo? Qué rayos, ¡maldita tonta! Cuando la humanidad evolucionaba, ella definitivamente perdió la oportunidad en crecer más el cerebro.

—Lo escuché —suspiré con resignación, encendí el carro y nos pusimos en marcha.

—Marc es una persona cambiante, solo quiero escapar de él antes de que cambie de opinión —le expliqué.

No tenía ninguna gana de discutir con Ania.

—¿No te enojas? —preguntó ella.

—Está bien.

Más que no enojarme, diría que ya me lo había acostumbrado.

A esta hora, la vida nocturna de la ciuda
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