Capítulo 382
—Además, también apoyo tu decisión de quedarte en Solara —dijo él.

Sonreí levemente y pregunté: —¿Por qué?

—Tengo una amiga en Solara, es una psicóloga de primer nivel. Delia, ella podrá ayudarte con tu depresión— explicó Enzo.

—Enzo, ya te dije que la Sertralina es de Olaia...

No quería admitirlo.

Enzo acarició las cicatrices en mi muñeca: —Primero te cortas las muñecas, luego te lanzas al lago. Claramente, no te valoras ni quieres vivir. ¿Y aún lo niegas?

—Yo...

Desvié la mirada hacia la ventana: —No sé qué me pasa...

Mis pensamientos eran incontrolables.

Y hasta mi cuerpo parecía no responderme.

Las señales estaban ahí desde hace tiempo, pero desde que volví de la Ciudad de Porcelana a la Ciudad de Perla, se hicieron más evidentes.

Olaia lo notó, me llevó al hospital, y me diagnosticaron con una depresión severa.

El día que me corté las muñecas, si no hubiera tenido que ir a la Ciudad de Porcelana para averiguar sobre Mateo, probablemente ni siquiera me habría molestado en vendar la
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