Capítulo 303
No podía escucharla, pero hablaba tan despacio que pude leer sus labios.

Antes de que pudiera apartar la vista, una figura pasó rápidamente junto a mí.

¡Era Felipe!

Poco después, se oyó un estruendo de algo rompiéndose en la sala, seguido de voces discutiendo a lo lejos.

Escuché mi nombre, el de Marc, y algo sobre rumores en internet.

Finalmente, la voz de Felipe resonó, enfurecida: —¡Ella es caprichosa y tú decides seguirle el juego! ¿De verdad la vas a dejar arrodillada bajo la nieve para que todos lo vean...?

De repente, la nieve dejó de caer.

Me tomó un momento darme cuenta de que una sombra se cernía sobre mí.

Al mirar hacia arriba, vi un gran paraguas negro y los ojos marrón oscuro, profundos y enigmáticos, de Mateo.

Sin expresión alguna, me ofreció el paraguas: —¿Puedes sostenerlo?

Me froté las manos entumecidas por el frío: —Sí, puedo...

Antes de terminar, ya había puesto el mango del paraguas en mis manos.

En el instante siguiente, con su chaqueta de cuero negra, se arrodilló,
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