Capítulo 111
Sabía que ella no había llevado una buena vida en esta casa. Cada vez que pensaba en eso, me dieron ganas de llorar un poco.

—Tía...

Ella me acarició la cabeza con cariño:

—Ay, tontita, cuéntale a tu tía, ¿por qué estás pensando en divorciarte?

—Es que...

La verdad era que mi tía y mi papá se parecían mucho, sobre todo en la parte de los ojos y las cejas. Cada vez que veía a mi tía, tenía una sensación de calidez. Cuando me preguntó eso, ya no pude aguantar más y me solté a llorar, escondiendo mi rostro en su pecho.

—Es que... perdí a mi bebé, tía. Ya hasta tenía manitas y piernitas en mi vientre... ¡pero no lo he cuidado bien y no pude protegerlo!

Mi tía me dio unas palmaditas suaves en la espalda, consolándome:

—Mi niña tonta. La relación entre los padres, los hijos y también las personas, a veces dependen mucho del destino. Esto no fue tu culpa, nada más que esta vez la suerte no estuvo de tu lado.

—Es que yo... yo lo estaba esperando con tanta ilusión.

Ilusionada con tener, por fin
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