Mateo hizo un sonido de asentimiento.José preguntó: —¿Para que se ponga nerviosa primero?—Así es como se revelan las fisuras —Mateo volvió a cerrar los ojos y se recostó—. Con una persona como ella, con esa clase de astucia, no podría hacer nada mientras tú tengas a alguien vigilándola.—Por ahora, su foco de atención será el niño. No se pondrá en contacto con Óscar, así que lo único que podemos hacer es hacer que pierda el control....Paula, efectivamente, había oído lo que dijo Mateo, pero él era un tipo que ya conocía bien, y sabía que lo que decía no siempre era lo que parecía.Lo que realmente quería decir, probablemente, era una trampa mortal.No podía permitirse entrar en pánico.En cuanto al video de la sala de escape, cuando salió, le pidió al dueño que se lo entregara. Lo vio, pero no había grabaciones del sonido entre ella y Óscar.Podía justificarlo diciendo que se había encontrado con él durante el juego de escape, y eso lo pasaba por alto.Pero no entendía por qué, cua
Mateo le dio un suave beso en la sien y, con voz cautivadora, le susurró al oído:—Cuando lleguemos a casa, haz lo que quieras, yo me adapto....Olaia sabía perfectamente que Mateo había llegado.Después de toda la noche sin verse, lo más seguro era que estarían demasiado ocupados el uno con el otro, así que no tenía prisa por hacer que Delia regresara.Estaba atenta a la medicación, y cuando comenzaba a sentirse algo mareada y con sueño, la puerta de la habitación se abrió.Pensó que era Delia, y sonriendo, la recibió: —Pensé que llegarías al mediodía...Pero al mirar, vio una cara que, aunque mostraba los signos del paso del tiempo, se veía bien cuidada.Se incorporó un poco: —¿Diana?—¿Quieres un poco de agua?Olaia extendió la mano para servir un vaso.Diana se acercó y le detuvo la mano: —No hace falta.Luego se sentó en una silla cercana: —No te pongas nerviosa, solo quiero hablar contigo....A Olaia le gustaba hablar con cualquiera, pero con la abuela de José sentía cierta inco
Cuando José se acercó a ella, Olaia en un principio pensó en dejarse llevar y disfrutar del momento.Pero ahora que realmente se había encariñado, sentía que quería arriesgarse.—Diana, no voy a decirte las palabras bonitas ni las explicaciones vacías. No pude controlar a Paula, fue un error mío, y lo reconozco.—En cuanto a lo que pasa entre José y yo, por ahora no hay forma de separarnos. No hace falta que sigas viniendo a darme consejos. Lo que pase en el futuro, no se puede predecir. Nadie sabe qué traerá mañana, ni siquiera si habrá un mañana. Yo solo quiero vivir el presente.—Sé que no puedo ayudarlo con su carrera, pero tampoco seré un obstáculo para él, como lo es Paula, que lo complica y lo pone en situaciones incómodas.Olaia hizo una pausa.Al continuar, su voz sonaba completamente seria.—Diana, si algún día, en el futuro, alguien pone un arma en mi cabeza para obligar a José a hacer algo, puedes estar tranquila. No lo dejaré pasar, no lo pondré en una situación en la que
José, por supuesto, creyó esas palabras.Sabía que no era solo una amenaza vacía.Pero desde que decidió estar con Olaia, ya había anticipado que llegaría este momento.Contuvo sus emociones, sin prisas ni nervios, y dijo con calma: —Abuela, si algún día, realmente, deciden hacerle algo a Olaia, entonces mi relación con la familia Jurado estará completamente rota.—Lo dejo claro: yo y ella, solo avanzaremos juntos, para lo bueno y para lo malo.—Ya entiendes lo que quiero decir....Diana, finalmente, se sintió tan molesta que terminó cayendo en la cama.Aunque no fue algo grave, insistió en quedarse en el hospital, en la misma habitación que Fidel.No importaba si era o no necesario, José sabía que en esa situación no podía seguir oponiéndose.Aunque su familia era estricta con él, nunca lo había maltratado.Y en este caso, lo que decía lo hacía pensando en la seguridad de Olaia.Pero no habían llegado aún a un punto en el que la situación fuera irreversible.Delia regresó a acompañar
Marlene fue la última en hablar: —José, no te hemos presionado. Ya te lo preguntamos antes: si querías tomarte un tiempo para reflexionar sobre qué camino seguir, te lo permitimos todos estos años.—Pero este permiso no es para que te enamores de una mujer y te pongas en contra de nosotros, sino para que tomes la decisión correcta.—La responsabilidad de la familia Jurado te corresponde, es lo que naciste para hacer, no se puede cambiar.José guardó silencio.Ellos no estaban equivocados, pero él tampoco lo estaba.Era un callejón sin salida.Diana retomó la palabra: —La familia Jurado ha pasado de generación en generación para asegurar que el apellido siga prosperando, y hemos invertido todo nuestro esfuerzo en criarte, con la esperanza de ver los frutos de esa inversión.—Lo que te correspondía era casarte con una mujer de buena familia, asumir juntos la responsabilidad de la familia Jurado y hacer lo mismo que nosotros: todo lo que se espera de ti.—El hecho de que ahora te permitam
Las dos no lograron llegar a ninguna conclusión sobre el asunto.Delia ayudó a Olaia a acostarse: —Tu cabeza sigue doliendo, así que no pienses más por ahora. A simple vista, esto parece un callejón sin salida, y no sirve de nada que te sigas preocupando. Al menos, si descansas y te recuperas, podrás enfrentarlo mejor.Olaia se tumbó en la cama, extendió los brazos y suspiró: —Este problema no se resuelve solo con esfuerzo.—Es raro... sé que mi origen va a traerle problemas a José, pero aun así... terminé enamorándome de él.De repente, la puerta de la habitación se abrió. Delia miró hacia atrás y vio a Mateo. Le hizo un gesto a Olaia y salió de la habitación.Cerró la puerta tras ella y miró al hombre que la acompañaba: —¿Cómo va todo allá?Mateo suspiró:—No han llegado a ningún resultado. Les sugerí que lo dejen por ahora y se concentren en lo de Paula.—¿Y aceptaron?—No exactamente, pero tampoco se opusieron. Acabo de dejar a José en el coche, en un rato estarán en casa.Delia as
En la habitación del hospital, José pelaba una naranja para Olaia.Durante toda la tarde, no dijeron nada, pero al mismo tiempo.Ambos entendían todo.José pelaba la naranja con cuidado, incluso quitando las fibras blancas.Le fue dando los gajos uno a uno.Después de darle uno, le ofreció un poco de agua.Entonces rompió el silencio: —¿Qué te gustaría comer? Voy a comprártelo.Olaia no podía mover la cabeza, pero hizo un gesto con la mano y respondió: —Vete, por favor....Se miraron en silencio durante un rato. José se levantó, se inclinó y la besó en la frente.—Lo siento.Olaia extendió los brazos, lo abrazó y le dio unas palmaditas en la espalda: —No tienes que disculparte.—No es por lo de Paula.Eso quería decir lo que le había dicho Diana.Olaia lo entendió enseguida y preguntó: —Cuando vino tu abuela, ¿estabas en la puerta?—Sí.—Entonces, lo oíste todo.—Sí.José la abrazó con ternura, pero en el siguiente momento la apretó más fuerte, como si quisiera fundirse con ella, como
—¿Vigilándola?Mateo soltó una risa sarcástica: —Te diste cuenta solo cuando despertaste y la encontraste en tu cama. ¿Y antes de eso?...José solo recordaba que se había quedado dormido alrededor de las tres de la mañana.Cuando despertó, ya era mediodía.Frunció ligeramente el ceño: —¿Con ese tiempo es suficiente?—¿Había médicos de guardia a esas horas?Mateo respondió con calma: —Ella sabía que íbamos a Marvedra de luna de miel. Si tenía algo planeado, lo habría organizado con antelación.—La intervención médica siempre debe hacerse lo antes posible.José aún no entendía: —Camilo está en el piso de abajo. Si Paula saliera, él lo sabría.Mateo lo miró en silencio y le entregó el iPad.—¿Qué es esto?—Míralo tú mismo.José comenzó a leer, y cuanto más avanzaba, más incrédulo se sentía.—¿Estás diciendo que ella... tomó lo mío y lo puso en ella...?—¿Cómo es eso posible?Mateo también encontraba esa posibilidad bastante extraña, pero sabía que en este mundo podían ocurrir cosas fuera