Cuando José se acercó a ella, Olaia en un principio pensó en dejarse llevar y disfrutar del momento.Pero ahora que realmente se había encariñado, sentía que quería arriesgarse.—Diana, no voy a decirte las palabras bonitas ni las explicaciones vacías. No pude controlar a Paula, fue un error mío, y lo reconozco.—En cuanto a lo que pasa entre José y yo, por ahora no hay forma de separarnos. No hace falta que sigas viniendo a darme consejos. Lo que pase en el futuro, no se puede predecir. Nadie sabe qué traerá mañana, ni siquiera si habrá un mañana. Yo solo quiero vivir el presente.—Sé que no puedo ayudarlo con su carrera, pero tampoco seré un obstáculo para él, como lo es Paula, que lo complica y lo pone en situaciones incómodas.Olaia hizo una pausa.Al continuar, su voz sonaba completamente seria.—Diana, si algún día, en el futuro, alguien pone un arma en mi cabeza para obligar a José a hacer algo, puedes estar tranquila. No lo dejaré pasar, no lo pondré en una situación en la que
José, por supuesto, creyó esas palabras.Sabía que no era solo una amenaza vacía.Pero desde que decidió estar con Olaia, ya había anticipado que llegaría este momento.Contuvo sus emociones, sin prisas ni nervios, y dijo con calma: —Abuela, si algún día, realmente, deciden hacerle algo a Olaia, entonces mi relación con la familia Jurado estará completamente rota.—Lo dejo claro: yo y ella, solo avanzaremos juntos, para lo bueno y para lo malo.—Ya entiendes lo que quiero decir....Diana, finalmente, se sintió tan molesta que terminó cayendo en la cama.Aunque no fue algo grave, insistió en quedarse en el hospital, en la misma habitación que Fidel.No importaba si era o no necesario, José sabía que en esa situación no podía seguir oponiéndose.Aunque su familia era estricta con él, nunca lo había maltratado.Y en este caso, lo que decía lo hacía pensando en la seguridad de Olaia.Pero no habían llegado aún a un punto en el que la situación fuera irreversible.Delia regresó a acompañar
Marlene fue la última en hablar: —José, no te hemos presionado. Ya te lo preguntamos antes: si querías tomarte un tiempo para reflexionar sobre qué camino seguir, te lo permitimos todos estos años.—Pero este permiso no es para que te enamores de una mujer y te pongas en contra de nosotros, sino para que tomes la decisión correcta.—La responsabilidad de la familia Jurado te corresponde, es lo que naciste para hacer, no se puede cambiar.José guardó silencio.Ellos no estaban equivocados, pero él tampoco lo estaba.Era un callejón sin salida.Diana retomó la palabra: —La familia Jurado ha pasado de generación en generación para asegurar que el apellido siga prosperando, y hemos invertido todo nuestro esfuerzo en criarte, con la esperanza de ver los frutos de esa inversión.—Lo que te correspondía era casarte con una mujer de buena familia, asumir juntos la responsabilidad de la familia Jurado y hacer lo mismo que nosotros: todo lo que se espera de ti.—El hecho de que ahora te permitam
Las dos no lograron llegar a ninguna conclusión sobre el asunto.Delia ayudó a Olaia a acostarse: —Tu cabeza sigue doliendo, así que no pienses más por ahora. A simple vista, esto parece un callejón sin salida, y no sirve de nada que te sigas preocupando. Al menos, si descansas y te recuperas, podrás enfrentarlo mejor.Olaia se tumbó en la cama, extendió los brazos y suspiró: —Este problema no se resuelve solo con esfuerzo.—Es raro... sé que mi origen va a traerle problemas a José, pero aun así... terminé enamorándome de él.De repente, la puerta de la habitación se abrió. Delia miró hacia atrás y vio a Mateo. Le hizo un gesto a Olaia y salió de la habitación.Cerró la puerta tras ella y miró al hombre que la acompañaba: —¿Cómo va todo allá?Mateo suspiró:—No han llegado a ningún resultado. Les sugerí que lo dejen por ahora y se concentren en lo de Paula.—¿Y aceptaron?—No exactamente, pero tampoco se opusieron. Acabo de dejar a José en el coche, en un rato estarán en casa.Delia as
En la habitación del hospital, José pelaba una naranja para Olaia.Durante toda la tarde, no dijeron nada, pero al mismo tiempo.Ambos entendían todo.José pelaba la naranja con cuidado, incluso quitando las fibras blancas.Le fue dando los gajos uno a uno.Después de darle uno, le ofreció un poco de agua.Entonces rompió el silencio: —¿Qué te gustaría comer? Voy a comprártelo.Olaia no podía mover la cabeza, pero hizo un gesto con la mano y respondió: —Vete, por favor....Se miraron en silencio durante un rato. José se levantó, se inclinó y la besó en la frente.—Lo siento.Olaia extendió los brazos, lo abrazó y le dio unas palmaditas en la espalda: —No tienes que disculparte.—No es por lo de Paula.Eso quería decir lo que le había dicho Diana.Olaia lo entendió enseguida y preguntó: —Cuando vino tu abuela, ¿estabas en la puerta?—Sí.—Entonces, lo oíste todo.—Sí.José la abrazó con ternura, pero en el siguiente momento la apretó más fuerte, como si quisiera fundirse con ella, como
—¿Vigilándola?Mateo soltó una risa sarcástica: —Te diste cuenta solo cuando despertaste y la encontraste en tu cama. ¿Y antes de eso?...José solo recordaba que se había quedado dormido alrededor de las tres de la mañana.Cuando despertó, ya era mediodía.Frunció ligeramente el ceño: —¿Con ese tiempo es suficiente?—¿Había médicos de guardia a esas horas?Mateo respondió con calma: —Ella sabía que íbamos a Marvedra de luna de miel. Si tenía algo planeado, lo habría organizado con antelación.—La intervención médica siempre debe hacerse lo antes posible.José aún no entendía: —Camilo está en el piso de abajo. Si Paula saliera, él lo sabría.Mateo lo miró en silencio y le entregó el iPad.—¿Qué es esto?—Míralo tú mismo.José comenzó a leer, y cuanto más avanzaba, más incrédulo se sentía.—¿Estás diciendo que ella... tomó lo mío y lo puso en ella...?—¿Cómo es eso posible?Mateo también encontraba esa posibilidad bastante extraña, pero sabía que en este mundo podían ocurrir cosas fuera
Mateo dejó su mirada más fría y dijo: —Si después de la boda ella se las arregla para abortar, no será tuyo. Si no lo hace, entonces es 100% tuyo.José soltó una risa irónica, visiblemente molesto: —Solo pregunto, en una situación como esta, si fueras tú, ¿usarías este método?Mateo, recostado con calma en su silla, respondió con un tono indiferente pero directo al punto: —Yo no dejaría que eso sucediera....En el hospital.Olaia terminó el tratamiento y se dio de alta.No quería quedarse más tiempo allí.Al llegar a casa, se sintió un poco mejor. Tal vez, en su propio espacio, su recuperación sería más rápida.—¿Así que ya te has puesto a cocinar? —preguntó Delia mientras le servía agua y observaba la cocina, ahora llena de utensilios nuevos y la nevera repleta.—Si mi memoria no me falla, siempre te he visto con poca destreza en la cocina.—¡Qué bien hablas! —respondió Olaia, apoyada en el marco de la puerta y bebiendo yogur—. José cocina, yo lavo los platos.—¿Tú lavas los platos?
Aunque no fuera tan refinado como en un gran restaurante, seguía estando delicioso.—Pero, Delia, he decidido separarme de José....José volvió a la familia Jurado justo cuando Paula bajaba las escaleras.La miró fugazmente, sin decir una palabra, y se fue directo a su habitación.Paula, por alguna razón, pareció perder el equilibrio y estuvo a punto de caerse por las escaleras.No extendió la mano, pero Paula logró aferrarse de su brazo.Una vez estabilizada, respiró agitada: —Me asustaste muchísimo… Menos mal que has vuelto, José.—Si no, el bebé no habría tenido ninguna oportunidad.José la miró con indiferencia.Desde aquella noche en el hotel, ya no entendía a Paula y no tenía intención de hacerlo.Al final, no le daría más oportunidades.Permaneció en silencio por un rato largo, pensando en el plan que Mateo le había propuesto.—Paula, ¿quieres casarte conmigo?Paula se quedó paralizada, sin poder creer lo que acababa de oír.Antes, José había fingido estar enfermo solo para ir