—¿Vigilándola?Mateo soltó una risa sarcástica: —Te diste cuenta solo cuando despertaste y la encontraste en tu cama. ¿Y antes de eso?...José solo recordaba que se había quedado dormido alrededor de las tres de la mañana.Cuando despertó, ya era mediodía.Frunció ligeramente el ceño: —¿Con ese tiempo es suficiente?—¿Había médicos de guardia a esas horas?Mateo respondió con calma: —Ella sabía que íbamos a Marvedra de luna de miel. Si tenía algo planeado, lo habría organizado con antelación.—La intervención médica siempre debe hacerse lo antes posible.José aún no entendía: —Camilo está en el piso de abajo. Si Paula saliera, él lo sabría.Mateo lo miró en silencio y le entregó el iPad.—¿Qué es esto?—Míralo tú mismo.José comenzó a leer, y cuanto más avanzaba, más incrédulo se sentía.—¿Estás diciendo que ella... tomó lo mío y lo puso en ella...?—¿Cómo es eso posible?Mateo también encontraba esa posibilidad bastante extraña, pero sabía que en este mundo podían ocurrir cosas fuera
Mateo dejó su mirada más fría y dijo: —Si después de la boda ella se las arregla para abortar, no será tuyo. Si no lo hace, entonces es 100% tuyo.José soltó una risa irónica, visiblemente molesto: —Solo pregunto, en una situación como esta, si fueras tú, ¿usarías este método?Mateo, recostado con calma en su silla, respondió con un tono indiferente pero directo al punto: —Yo no dejaría que eso sucediera....En el hospital.Olaia terminó el tratamiento y se dio de alta.No quería quedarse más tiempo allí.Al llegar a casa, se sintió un poco mejor. Tal vez, en su propio espacio, su recuperación sería más rápida.—¿Así que ya te has puesto a cocinar? —preguntó Delia mientras le servía agua y observaba la cocina, ahora llena de utensilios nuevos y la nevera repleta.—Si mi memoria no me falla, siempre te he visto con poca destreza en la cocina.—¡Qué bien hablas! —respondió Olaia, apoyada en el marco de la puerta y bebiendo yogur—. José cocina, yo lavo los platos.—¿Tú lavas los platos?
Aunque no fuera tan refinado como en un gran restaurante, seguía estando delicioso.—Pero, Delia, he decidido separarme de José....José volvió a la familia Jurado justo cuando Paula bajaba las escaleras.La miró fugazmente, sin decir una palabra, y se fue directo a su habitación.Paula, por alguna razón, pareció perder el equilibrio y estuvo a punto de caerse por las escaleras.No extendió la mano, pero Paula logró aferrarse de su brazo.Una vez estabilizada, respiró agitada: —Me asustaste muchísimo… Menos mal que has vuelto, José.—Si no, el bebé no habría tenido ninguna oportunidad.José la miró con indiferencia.Desde aquella noche en el hotel, ya no entendía a Paula y no tenía intención de hacerlo.Al final, no le daría más oportunidades.Permaneció en silencio por un rato largo, pensando en el plan que Mateo le había propuesto.—Paula, ¿quieres casarte conmigo?Paula se quedó paralizada, sin poder creer lo que acababa de oír.Antes, José había fingido estar enfermo solo para ir
Ahora mismo, jugarse el todo por el todo es la mejor forma de romper el estancamiento.Pero...Delia colgó la llamada y le preguntó a Olaia: —¿Estás segura de lo que estás diciendo?—Hace un rato decías que alguien iba a estar a tu lado y que te sentías feliz.—¿Y ahora qué dices?—Cuando hablas de separarte, ¿te refieres a romper o a no vernos por un tiempo, hasta que él termine con lo de Paula?Olaia quería tomar algo, pero no podía por los medicamentos.Tomó un sorbo de agua con gas y respondió: —Es una ruptura.—No puedo aspirar a estar con la familia Jurado. Ya viví lo que pude, eso es suficiente. No quiero que él termine rompiendo con su familia por mi culpa.—Mi padre biológico... aunque cortamos la relación hace años y no volvimos a hablar, al final es el hombre con el que tengo una relación de padre e hija.—José quiere entrar en el mundo político, y mi padre podría ser un arma en su contra.—Así que, si no puedo ayudarlo, lo mejor es no seguir arrastrándolo más.Delia sentía
—Ven a ver.José le ofreció agua tibia. Cuando ella terminó de beber, se la quitó y le preguntó: —¿Quieres más?Olaia negó con la cabeza, se sentó y se envolvió en la manta. Cuando sus pensamientos se fueron aclarando un poco, dijo: —No tengo nada. Puedes irte.José la miró en silencio, sin decir una palabra.Olaia tampoco dijo nada, pero después de un rato, parecía haber comprendido por qué José había venido.—Fue Delia, ¿verdad?—Sí, dijo que tienes la intención de terminar conmigo.Olaia movió los labios, pero no pronunció palabra.Cuando hablaba con Delia, había considerado esa posibilidad, pero frente a José no podía decirlo tan fácilmente.Sin embargo, con la situación en la que se encontraba, sentía que era hora de tomar una decisión.No siempre se valora lo que se tiene hasta que se corre el riesgo de perderlo.Solo cuando intentas perder algo, puedes confrontar tu verdadero sentir.Era momento de tomar una decisión: separarse por completo, o eliminar los obstáculos y seguir ju
...José no podía aceptar lo que escuchaba.La luz de la luna caía sobre él, envolviéndolo en un aire gélido.Se sentó en la mesa de centro, sus piernas largas estiradas sin un lugar donde ponerlas, de forma que acababa rodeándola, marcando su territorio.Pero sabía que no podía atrapar a Olaia.Cuando estaban juntos, él había dicho que no la iba a restringir.Le daría libertad para seguir viviendo a su manera, con la misma independencia con la que siempre había vivido.Aunque le doliera, después de un largo silencio, finalmente cedió a su voluntad.—Está bien.La puerta se abrió y se cerró.La penumbra del salón quedó impregnada de una sensación fría.Si no fuera por ese inconfundible olor a tabaco y esa fragancia helada y familiar.Olaia habría pensado que José nunca había estado allí.José se fue, llevándose a Camilo.Pero dejó a un guardaespaldas para proteger a Olaia, por si alguien aprovechaba la confusión para hacerle daño.Lo que no esperaba era que, tan pronto como él dio un p
—Pero sé que este día no es 100% exacto. Aunque consulté con el médico y me dijo que tomarlo antes es mejor, ayuda a aliviar el dolor menstrual.Olaia parecía un poco desorientada, tal vez por el golpe en la cabeza.—Entonces ya es tarde, ya he...Su boca siempre va más rápido que su cerebro.Se quedó en silencio un momento, luego tomó el cuenco y lo vació de un solo trago.—De todas formas, gracias.Óscar, sin embargo, captó el detalle: —¿Olaia, te ha llegado la regla?—Sí.Olaia sacó su celular para pedir un mensajero.Óscar, sin querer, vio lo que estaba haciendo: —Déjame a mí, algunos mensajeros pueden no querer aceptar este tipo de encargos. Yo antes trabajé de mensajero.Era la primera vez que Olaia le pedía a un mensajero que le comprara toallas sanitarias.Normalmente siempre las tenía preparadas.Pero, con todo lo que ha pasado últimamente, se le pasó.—No, espera.Óscar, como si se hubiera dado cuenta de algo, dijo apresurado:—Llama mejor a... a José. Él es tu novio, no debe
José agarró el brazo de Olaia con fuerza, sin suavizar el gesto.Olaia aún no había hablado, pero Óscar se acercó rápidamente, intentando ayudarla.Sin embargo, no pudo competir con la fuerza de José.—¿No ves que le has hecho daño a Olaia? —dijo Óscar, al notar que ella fruncía el ceño.—Camilo.José llamó a Camilo, quien entró sin dudar y sacó a Óscar de la habitación.—Quítate el delantal.Camilo le quitó el delantal a Óscar y lo dejó sobre el zapatero antes de cerrar la puerta.Óscar no pudo hacer nada contra Camilo.Éste era un guardaespaldas profesional.Cada vez que pasaba esto, Óscar se odiaba a sí mismo, porque no tenía la capacidad para proteger a la persona que quería.Miró a Olaia, quien le hizo un gesto para que se fuera, y solo pudo ceder.…Dentro de la casa.Olaia intentó liberarse del agarre de José, pero su mano era como una tenaza.El dolor en su brazo era tan intenso que se le entumeció.Ya de por sí, su malhumor por el ciclo estaba aumentando, y ahora, su temperame