Capítulo 0739
Cuando Olaia despertó, aún aturdida, la sensación de movimiento seguía intacta.

Pensó que José, ese maldito hombre, no había terminado, que la seguía empujando y pateando. Pero al abrir los ojos, se dio cuenta de que no había nada a su alrededor.

Estaba sola en el camarote, en la cama.

Vio una camisa blanca sobre el sofá, se la puso rápidamente y salió al pasillo.

Este estaba vacío.

Subió a la cubierta, pero no encontró a nadie.

Se apoyó en la barandilla, dejó que el viento le acariciara el rostro mientras contemplaba el horizonte. Fue entonces cuando notó que el barco se había detenido, y vio las ondas en el agua moverse suavemente.

Sonrió, sabiendo que podía jugar con la situación. Caminó en dirección contraria, y vio cómo el agua parecía seguirla, moviéndose con ella.

Hasta que llegó a la escalera flotante.

De entre las olas emergió una figura que subía por ella.

Olaia se apoyó en la barandilla, observando a José.

Su mirada comenzó en su rostro atractivo, luego siguió las gotas de a
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