Pero al final, ella era la hija adoptiva reconocida por su madre, y había crecido en la familia Jurado desde pequeña.Podía considerarse parte de la familia.En ese contexto, él no podía evitar sentirse incapaz de investigar lo sucedido con ella.Solo pensaba en hacer lo posible por enmendar las cosas.Sin embargo, no quería poner a Olaia en una situación peligrosa.—Pero…Mateo echó un vistazo al rostro sombrío de José y añadió: —No hay evidencia directa que lo pruebe, y si no dice la verdad, llamar a la policía sería inútil.—Pero deberías saber cómo hacerla hablar.—¿Qué, quieres que vayamos a investigar?José dejó caer el celular y sacó un cigarro, aunque no lo encendió.Guardó silencio por un momento antes de hablar: —Cuando Olaia se recupere, la llevaré de regreso.—Entonces resolvemos todo ese asunto y después la saco a disfrutar un poco.—Curioso... —Mateo chasqueó los dedos.José, un tanto sorprendido, preguntó: —¿Qué?Mateo respondió con tono sereno: —Nosotros también necesit
—¿Qué fue lo que tocaste?José y Delia preguntaron casi al mismo tiempo.Olaia intentó recordar con esfuerzo, aunque no estaba completamente segura: —Cuando trataba de liberarme de las algas, creo que vi una mano entre ellas. Y mi pierna tocó algo que estaba frío y blando.—En ese momento ya me sentía tan mareada por el esfuerzo de aguantar la respiración que no pude ver bien. Pensé que tal vez era un pez o algo así. Y la mano... ahora no estoy tan segura de si realmente la vi o si fue una alucinación.—En cuanto a lo de la alergia, nunca he sido alérgica a nada. ¿El médico realmente dijo que fue una reacción alérgica?José respondió con calma: —Todavía no se sabe con certeza, estamos esperando los resultados de los exámenes.Olaia asintió y miró a Delia: —Delia, sé que te preocupas, pero aquí estoy con José. Tú disfruta de tu luna de miel con Mateo, no sigas retrasándola por mí.Delia negó con firmeza: —No, vamos a la Ciudad de Porcelana. No me quedo tranquila así, lo mejor es que Ign
Camilo: —El hijo de él estuvo fuera del país por un tiempo, para evitar problemas, y aunque tuvo un par de encuentros con Paula, no parece que hayan mantenido una relación cercana. No podemos afirmar con certeza que lo de Olaia haya sido planeado entre ellos.José, sin embargo, no estaba convencido de que todo fuera tan simple.Aunque sentía que le debía algo a Paula, si ella estaba detrás del incidente de Olaia, no vacilaría en actuar.—Quiero que profundices más en la investigación.Camilo asintió rápidamente y se fue a cumplir la orden.El auto que Mateo había dispuesto ya los esperaba.Olaia y Delia subieron a uno, mientras que Eloy, con la niña e Iván, subieron al otro.Mateo, por su parte, no se apresuró a acercarse a su esposa y decidió esperar en el auto, solo, hasta que José llegara.Cuando José finalmente subió, Mateo no perdió la oportunidad de lanzarle una provocación.—¿Qué vas a hacer, señor José? ¿Te quedas con Paula u Olaia?...José, algo incómodo con la pregunta, tuvo
Ignacio, con la experiencia que le daban los años, ya no se inmutaba ante nada.No le costaba decir lo que pensaba, sin preocuparse por la vergüenza. Además, como médico, no podía permitirse ocultar la verdad.—Te has agotado mucho, necesitas descansar y recuperar energías.—Y tú, señor, no te confíes solo en tu buena salud. Tómate también un tiempo para descansar, que no todo es trabajo.Ambos eran adultos, así que no había necesidad de explicaciones adicionales.Ignacio lo dijo con total tranquilidad, pero José no pudo evitar sentirse incómodo.Hablar de esas cosas en público siempre tenía algo de vergüenza implícita.—Sí, lo tomaré en cuenta.José aclaró la garganta y, más serio, añadió: —Gracias, Ignacio.Ignacio se levantó, guardó su cojín y continuó: —No hay nada más que me preocupe. El alérgeno ya está identificado, solo hay que tener cuidado con él. En cuanto al ahogamiento, los pulmones aún tienen algo de agua. Comer ligero y descansar.Olaia y José acompañaron a Ignacio hasta
Siempre lograba captar todo con una precisión asombrosa.—Come algo, José se encargará de todo. No te preocupes por lo que digan. Hay cosas que no quiero que escuches, y no tiene sentido que te las tomes tan a pecho. Probablemente no sean palabras agradables, así que mejor no gastes energía en ellas.Delia puso algo de comida en el plato de Olaia mientras trataba de tranquilizarla.La situación entre Olaia y José no era la misma que la de ella con Mateo.Si algún día se llegaran a casar, probablemente sería una lucha ardua y sin cuartel.En el baño, José encendió un cigarro.Al otro lado de la línea, Marlene no dejaba de hablar, pero él ya tenía clara su postura.Paula debía irse al extranjero. Con Olaia no se trataba de una simple aventura, él lo tomaba muy en serio.Marlene estaba tan alterada que su presión arterial subió, y tuvo que tomarse pastillas para la tensión antes de poder seguir con la conversación.—¿Qué pasa, José? ¿Vas a renunciar a tu lugar en la familia Jurado por ell
Delia sirvió una sopa a Olaia y, con una sonrisa resignada, comentó: —¿Cuándo te he mentido yo? Lo que él dijo es cierto, ¿te sientes más tranquila ahora?Observó el rostro de Olaia por un momento y, tras una pausa, agregó: —Parece que esto va en serio, ¿no?Olaia levantó una ceja con ligera incredulidad: —Esto está apenas comenzando. No he pensado demasiado en todo esto aún, solo quiero tener algo de certeza.Tener claridad en las cosas fue lo que te permitió saber cuándo debías seguir y cuándo debías detenerte.Sonrió brevemente, como si aliviara la tensión: —Por ahora, lo más prudente es investigar lo sucedido en el hotel, ver qué fue lo que realmente ocurrió.Aunque los resultados del video aún no se han confirmado, Mateo ya tiene una idea bastante clara.Con un poco de presión, Óscar no podría evitar decir la verdad.Pero lo más importante era saber si José estaba dispuesto a recurrir a métodos para tratar con Paula.Ambos debían tener sus testimonios bien alineados.Lo del ahogam
Toda la familia estaba en el salón.José tomó un bocado de helado y, con un tono directo y contundente, declaró.—Primero: si no es con Olaia, no me caso.Fidel fue el primero en oponerse, preocupado por salvaguardar el prestigio de la familia Jurado.Pero José, sin siquiera mirarlo, continuó: —Segundo: Paula debe irse al extranjero.Paula, acurrucada en un sillón individual, mantenía la cabeza gacha, como intentando desaparecer. Al escuchar esas palabras, sus ojos se llenaron de lágrimas, que rodaron por su rostro, haciéndola parecer aún más desamparada.—Marlene, fui yo quien le pidió a José que me enviara al extranjero. Por favor, no lo culpes —dijo con la voz quebrada.Marlene, desconcertada, frunció el ceño y preguntó: —Acabas de regresar, ¿por qué de repente decides marcharte otra vez? Te he preguntado qué ocurre, pero no me dices nada. Antes te enviamos fuera para que estudiaras, pero ahora que has terminado, ¿qué sentido tiene irte a estar sola otra vez?Paula dirigió una breve
A su abuela le encantaba el té con leche. Si alguien lo supiera, seguramente pensaría que era una anciana afable y fácil de tratar.Por desgracia, la realidad era otra.El té con leche no era más que un simple gusto personal, algo que no afectaba en lo más mínimo su capacidad de juicio o decisión.Su abuelo tampoco era diferente.En la familia Jurado, todos, incluido él mismo, priorizaban la frialdad y la racionalidad como virtudes supremas.Antes de conocer a Olaia, él también vivía bajo esa premisa, actuando como el prototipo perfecto de un Jurado.Sin embargo, fue precisamente porque sabía lo que quería, que decidió estar con Olaia.—¿Qué tal si corto todos los lazos con la familia Jurado? —soltó de repente.Víctor golpeó la mesa con fuerza, su rostro desencajado por la indignación: —¡Estás loco! ¿Cómo puedes decir semejante barbaridad?—¿Todos estos años de educación se han perdido contigo?—¿Romper con los Jurado? ¿Acaso has pensado en lo que implica? Ni siquiera has podido proteg