Siempre lograba captar todo con una precisión asombrosa.—Come algo, José se encargará de todo. No te preocupes por lo que digan. Hay cosas que no quiero que escuches, y no tiene sentido que te las tomes tan a pecho. Probablemente no sean palabras agradables, así que mejor no gastes energía en ellas.Delia puso algo de comida en el plato de Olaia mientras trataba de tranquilizarla.La situación entre Olaia y José no era la misma que la de ella con Mateo.Si algún día se llegaran a casar, probablemente sería una lucha ardua y sin cuartel.En el baño, José encendió un cigarro.Al otro lado de la línea, Marlene no dejaba de hablar, pero él ya tenía clara su postura.Paula debía irse al extranjero. Con Olaia no se trataba de una simple aventura, él lo tomaba muy en serio.Marlene estaba tan alterada que su presión arterial subió, y tuvo que tomarse pastillas para la tensión antes de poder seguir con la conversación.—¿Qué pasa, José? ¿Vas a renunciar a tu lugar en la familia Jurado por ell
Delia sirvió una sopa a Olaia y, con una sonrisa resignada, comentó: —¿Cuándo te he mentido yo? Lo que él dijo es cierto, ¿te sientes más tranquila ahora?Observó el rostro de Olaia por un momento y, tras una pausa, agregó: —Parece que esto va en serio, ¿no?Olaia levantó una ceja con ligera incredulidad: —Esto está apenas comenzando. No he pensado demasiado en todo esto aún, solo quiero tener algo de certeza.Tener claridad en las cosas fue lo que te permitió saber cuándo debías seguir y cuándo debías detenerte.Sonrió brevemente, como si aliviara la tensión: —Por ahora, lo más prudente es investigar lo sucedido en el hotel, ver qué fue lo que realmente ocurrió.Aunque los resultados del video aún no se han confirmado, Mateo ya tiene una idea bastante clara.Con un poco de presión, Óscar no podría evitar decir la verdad.Pero lo más importante era saber si José estaba dispuesto a recurrir a métodos para tratar con Paula.Ambos debían tener sus testimonios bien alineados.Lo del ahogam
Toda la familia estaba en el salón.José tomó un bocado de helado y, con un tono directo y contundente, declaró.—Primero: si no es con Olaia, no me caso.Fidel fue el primero en oponerse, preocupado por salvaguardar el prestigio de la familia Jurado.Pero José, sin siquiera mirarlo, continuó: —Segundo: Paula debe irse al extranjero.Paula, acurrucada en un sillón individual, mantenía la cabeza gacha, como intentando desaparecer. Al escuchar esas palabras, sus ojos se llenaron de lágrimas, que rodaron por su rostro, haciéndola parecer aún más desamparada.—Marlene, fui yo quien le pidió a José que me enviara al extranjero. Por favor, no lo culpes —dijo con la voz quebrada.Marlene, desconcertada, frunció el ceño y preguntó: —Acabas de regresar, ¿por qué de repente decides marcharte otra vez? Te he preguntado qué ocurre, pero no me dices nada. Antes te enviamos fuera para que estudiaras, pero ahora que has terminado, ¿qué sentido tiene irte a estar sola otra vez?Paula dirigió una breve
A su abuela le encantaba el té con leche. Si alguien lo supiera, seguramente pensaría que era una anciana afable y fácil de tratar.Por desgracia, la realidad era otra.El té con leche no era más que un simple gusto personal, algo que no afectaba en lo más mínimo su capacidad de juicio o decisión.Su abuelo tampoco era diferente.En la familia Jurado, todos, incluido él mismo, priorizaban la frialdad y la racionalidad como virtudes supremas.Antes de conocer a Olaia, él también vivía bajo esa premisa, actuando como el prototipo perfecto de un Jurado.Sin embargo, fue precisamente porque sabía lo que quería, que decidió estar con Olaia.—¿Qué tal si corto todos los lazos con la familia Jurado? —soltó de repente.Víctor golpeó la mesa con fuerza, su rostro desencajado por la indignación: —¡Estás loco! ¿Cómo puedes decir semejante barbaridad?—¿Todos estos años de educación se han perdido contigo?—¿Romper con los Jurado? ¿Acaso has pensado en lo que implica? Ni siquiera has podido proteg
Santiago no dejaba de repetir que ella era su exnovia, mientras que Mateo bromeaba diciendo que era el alma gemela de José. Curiosamente, él jamás lo negó.—Paula, más te vale decirme la verdad. Si no, aunque quiera ayudarte, no sabré cómo hacerlo.Paula dirigió una mirada a José, pero enseguida negó con la cabeza de manera desesperada frente a Marlene.Era evidente para todos los presentes que había algo oculto detrás de la situación, aunque también notaron que Paula temía a José y no se atrevía a hablar.—No lo mires a él —insistió Marlene—. Habla conmigo con sinceridad. Vamos, cuéntanos a todos quién tiene realmente la culpa.Paula mordió su labio inferior, y tras un largo silencio, finalmente se animó a hablar.José no hizo nada para detenerla. Parecía más interesado en escuchar cómo describiría ella los hechos de aquella noche.—Marlene, en realidad fue culpa mía... —balbuceó Paula, con la voz entrecortada y evidente dificultad para expresarse—. Esa noche, José estaba molesto porq
José miró su reloj con calma, todavía tenía algo de tiempo. Miró a su alrededor y, sin prisa, preguntó: —Quisiera saber, ¿cómo esperan que me haga responsable, los mayores?—¿Casarte con ella?Paula sintió un destello de alegría en sus ojos, aunque se apresuró a bajar la cabeza para ocultarlo.Fidel, al ver su reacción, continuó: —No te estoy pidiendo que te cases con ella, solo que asumas la responsabilidad. Aún necesitas casarte con alguien que te sea útil, alguien que te apoye en caso de que tu carrera se vea afectada en el futuro.Paula lo entendió inmediatamente: no podía esperar nada de la familia Jurado.Fidel la había llamado de vuelta solo para que estuviera con su abuelo en sus últimos días, tratando de ocultar la culpa por haberlos separado durante tantos años y el peligro al que casi estuvo expuesta.La amabilidad de la madre de José hacia ella solo se basaba en su actitud dócil y responsable, considerándola una pariente más, sin lazos sanguíneos. No había lugar para sueños
[Olaia, el abuelo de José está hospitalizado.]Olaia se levantó de la cama de un salto, se dio prisa en lavarse y vestirse, y salió rápidamente a tomar un taxi rumbo al hospital.Al llegar, llamó a Delia, que ya estaba en el hospital con Mateo. Tras colgar, Delia bajó a recibirla.Olaia se acercó rápidamente y, preocupada, preguntó: —¿Qué ha pasado?Delia la miró y respondió con calma: —Está mayor, se alteró mucho y se desmayó.Olaia frunció los labios, conteniéndose: —¿Es por loa de José y yo?Delia negó con la cabeza, buscando no alarmarla: —No es solo por eso, no te preocupes tanto, también está lo de Paula. Si quieres ver a José, hablaré con Mateo, pero por ahora necesitas mantenerte alejados de los Jurado. No podemos permitir que Fidel se entere.—El asunto está sellado, no podemos permitir que se sepa lo de su enfermedad, así que por el momento no puedo llevarte a verlo. Perdóname, pero es por el bien de todos.Las razones eran claras: la posición de Fidel, que era un alto funcio
—Tranquila, no te preocupes tanto.—Lo sabes, siempre intento mantener la calma.Delia no dijo nada. Si realmente fuera tan calmada, no habría subido al techo aquella vez.—Cuando llegues a casa, mándame un mensaje....Una semana después, Fidel fue dado de alta y regresó a su casa.Olaia también recibió el mensaje de que José iba a ir a buscarla.Durante esos días, intercambiaron algunos mensajes, aunque la mayoría de la información venía de parte de Delia.Al saber que Fidel ya estaba bien, Olaia se sintió aliviada, por lo que decidió, impulsivamente, ir al supermercado a comprar ingredientes para cocinar algo.Aunque ya había fracasado en el pasado, la práctica hace al maestro.Esta vez pensaba que lograría hacer un plato decente.Pero, en realidad, sobreestimó sus habilidades.Cuando José llegó a la puerta, escuchó la alarma de incendio.Pensó que podía ser una fuga de gas, así que no tocó el timbre e introdujo el código de la puerta que Olaia le había dado.Al entrar, se encontró