Capítulo cincuenta y tres: Más adictivo que cualquier droga“Narra Sofia Galanis”Si hubiera tenido un pijama enterizo me lo hubiera puesto. De hecho, sin duda me habría vestido para dormir abotonada hasta el cuello con un camisón victoriano. A juzgar por la indignación de Apolo, si hubiera tenido un par de pijamas los habrían llevado puestos.Sin embargo, tuvimos que tumbarnos cada uno en el lado contrario de la cama. Yo estaba casi al borde del colchón en un esfuerzo por no tocarlo, concentrada en ser la primera que se quedara dormida.Perdí el juego.Por mucho que quisiera creer que estaba fingiendo, Apolo parecía haber entrado en el más profundo de los sueños, con cada ronquido enfureciéndome un poco más. Quería golpearlo en las costillas, preguntar cómo era posible que se hubiese quedado dormido cuando había tantas preguntas por contestar, tantas cosas sin decir.Sentí su mano deslizándose sobre la cama para tocarme. Sin embargo, no quería que me tocara, no quería dejarme llevar
Capítulo cincuenta y cuatro: Dos extraños viviendo en una misma casa.“Narra Sofia Galanis” Volví a la cama y me quedé tumbada con los ojos abiertos, mirando en la oscuridad. Jamás me había sentido tan sola, jamás me había sentido tan asustada y jamás lo había necesitado tanto.Llevé una mano a través de la almohada para encontrar las mejillas de Apolo y hacer que me mirara.—Siento lo de antes, Apolo. Claro que te deseo, siempre lo he hecho.AúnÉl todavía no me miraba, sino que tenía la cara rígida, mirando al techo, así que yo hice lo único que podía hacer, mostrarle lo mucho que lo deseaba.Me acerqué a él y lo besé, deseando que su boca respondiera, pero no lo hizo. Apolo seguía rígido bajo mi cuerpo. Yo intuía que tal vez le había hecho daño, que lo había rechazado, y de pronto parecía que tenía que poner todo en orden, restituir la cercanía con el único lenguaje con el que Apolo quería hablar. Sí, era mi marido. Sí, habíamos hecho el amor una y otra vez, pero nunca había sido y
Capítulo cincuenta y cinco: Intento de reconciliación“Narra Sofia Galanis”No me daría por vencida, decidí. Haría las pases con mi marido.—¿Señora? —el mayordomo me recibió cuando llegué a la casa—. El señor Galanis ha llamado por teléfono mientras usted estaba fuera. Estará aquí por la noche. Y la señora Cassia ha dejado dicho que no vendrá a dormir esta noche.—Gracias, Robert —seguí mi camino, pero entonces… decidí darme la vuelta y regresé sobre mis pasos—. Robert, quiero darle la noche libre al personal.—¿Perdone, señora?—Como lo ha oído —no retrocedí en mi idea, ni siquiera la ver la cara estupefacta del anciano—. Quiero la casa sola sin personal de servicio.—Pero, señora…—Los guardias de seguridad se quedarán para cuidar la casa. Imité a mi marido, arqueando las cejas como tantas veces le había visto y al parecer dio resultado, porque el hombre asintió y se marchó con la cabeza baja.Me pasé el día encerrada el estudio, dibujando pinturas abstractas, puesto que no me sal
Capítulo cincuenta y seis: Me has herido“Narra Sofia Galanis”No sabía el tiempo que pudimos estar ahí de pie, en silencio. Con el fuego crepitando, el reloj haciendo tic tac, la música sonando muy baja, mientras yo trataba de digerir sus palabras.—Sofia —dijo él con un gemido mientras intentaba tocarme. Sin embargo, yo me aparté, tratando de imaginar cómo podía haber dicho aquello—. No debería haber dicho eso.—¿Por qué no? —pregunté casi sin voz, como si tuviera la garganta llena de arena y, a pesar del calor del fuego, nunca me había sentido tan jodidamente helada—. No es ningún secreto de estado.—Nunca debí decirlo —repitió él—, porque no es verdad.—¿Ah, no? —bufé con marcado sarcasmo mientras las lágrimas se deslizaban por mis mejillas—. Lo siento si no soy muy buena en esto. Lo siento si no soy una de esas sofisticadas amantes a las que estás acostumbrado. No conozco las reglas, Apolo, porque nunca antes había jugado. No sé lo que es real y lo que no. No sé cómo he de reacci
Capítulo cincuenta y siete: Relación de tres“Narra Sofia Galanis”—¡Oh, Dios mío! —exclamé de pronto mientras me sentaba en el sofá—. ¿Cómo está?—Creta me contó esta mañana que su padre tenía un dolor en el pecho y le preocupaba. Pues era su corazón. Se lo han llevado al hospital de Oxford, al mejor, pero casi se muere en el camino. Han conseguido reanimarlo, pero está muy mal. Creta está fatal y mi madre ni se diga.Estuve a punto de dar una respuesta totalmente fuera de lugar, pero me contuve. Ciro Paladios era un amigo íntimo de la familia Galanos, lo último que necesitaba en ese momento era algún comentario sarcástico sobre su hija. Aun así yo no estaba muy convencida de que Creta estuviese tan mal. A esa víbora no podía creerla nada, por muy cruel e insensible que pareciera.—Tengo que irme.—¿Con Creta? —pregunté, incapaz de entender lo que decía y rezando para haberlo malinterpretado.—Está fatal. Está sola en la infermería, aunque mi madre va en camino. No podría decirle que
Capítulo cincuenta y ocho: Lejos de mí"Narra Sofía Galanis"—Ambos han sido maravillosos conmigo.La voz profunda de Creta aún hacía que yo apretara los dientes, pero traté de controlarme y le serví a Creta la tercera copa de vino, ofreciéndoselo mientras ella estaba sentada en el sofá, con su cabello negro cayéndole sobre los hombros y su abrigo lo suficientemente desabrochado como para dejar ver su escultural figura.Decir que yo había visto más de Creta que Apolo en los pocos días desde el ataque del señor Paladios era quedarme corta. Creta aparecía en la cocina mientras yo intentaba concentrarme y luego desaparecía con Apolo para luego regresar a cualquier hora para contarme los progresos de su padre mientras Apolo desaparecía para hacer algunas llamadas.Nuestro matrimonio, si se le podía llamar así, había pasado la fase de las peleas y parecía haberse estancado en la de la resignación.—¿Dónde están el mayordomo y la cocinera? —preguntó Creta tras dar un sorbo de su bebida.—So
Capítulo cincuenta y nueve: Esto se acabó"Narra Sofia Galanis"Apolo se despertó con el primer sonido de la alarma, saltó de la cama con una disciplina militar aunque parecía cansado, como si su cuerpo estuviera rogando por unas cuantas horas más de sueño, y yo lo observé con los ojos somnolientos. Había pasado la noche dando vueltas en la cama, y el dolor en el estómago era algo en lo que no quería pensar, pero que no podía ignorar.—Tienes un aspecto horrible —dijo él mientras se hacía el nudo de la corbata.—No he dormido muy bien —admití encogiéndome en la cama para ver si así el dolor desaparecía, deseando que él se marchara para que yo pudiera enfrentarme con aquello que a mi cuerpo le ocurriese. Ansiaba por algo de intimidad.—Quizá esto te haga sentir mejor —dijo mientras me alcanzaba a Sofía un montón de papeles que había sacado de su maletín. Yo me incorporó y comencé a leer—. Es una propuesta de convenio de custodia compartida… en caso de que tú y yo nos divorciemos —añad
Capítulo sesenta: Afrontar la verdad"Narra Sofia Galanis"Conseguí llegar al baño justo a tiempo para expulsar bilis, porque en mi estomágo ya no quedaba nada más. El dolor en el abdomen iba de mal en peor y comenzaba a sentir fuertes punzadas por intervalos de tiempo. Sentí el sudor frío recorrerme la espalda.Algo iba mal.Tras aclararme la cara en el lavabo, me miré en el espejo. Estaba totalmente pálida, pero en mi interior sentía como si ardiera. Apoyé la mejilla contra el espejo y cerré los ojos en un intento por que la habitación dejase de dar vueltas y el dolor de estómago desapareciese.No podía estar perdiendo al bebé. La pequeña vida parecía que tomaba proporciones gigantescas. Decirle a Apolo que lo amaba sería más fácil sin llevar un bebé dentro, menos complicado sin tener que comprender un embarazo, pero la madre naturaleza estaba jugando sus cartas en ese momento, dándome un curso avanzado en instinto maternal, y me senté en el suelo, con las rodillas encogidas para in