Capítulo cincuenta y seis: Me has herido“Narra Sofia Galanis”No sabía el tiempo que pudimos estar ahí de pie, en silencio. Con el fuego crepitando, el reloj haciendo tic tac, la música sonando muy baja, mientras yo trataba de digerir sus palabras.—Sofia —dijo él con un gemido mientras intentaba tocarme. Sin embargo, yo me aparté, tratando de imaginar cómo podía haber dicho aquello—. No debería haber dicho eso.—¿Por qué no? —pregunté casi sin voz, como si tuviera la garganta llena de arena y, a pesar del calor del fuego, nunca me había sentido tan jodidamente helada—. No es ningún secreto de estado.—Nunca debí decirlo —repitió él—, porque no es verdad.—¿Ah, no? —bufé con marcado sarcasmo mientras las lágrimas se deslizaban por mis mejillas—. Lo siento si no soy muy buena en esto. Lo siento si no soy una de esas sofisticadas amantes a las que estás acostumbrado. No conozco las reglas, Apolo, porque nunca antes había jugado. No sé lo que es real y lo que no. No sé cómo he de reacci
Capítulo cincuenta y siete: Relación de tres“Narra Sofia Galanis”—¡Oh, Dios mío! —exclamé de pronto mientras me sentaba en el sofá—. ¿Cómo está?—Creta me contó esta mañana que su padre tenía un dolor en el pecho y le preocupaba. Pues era su corazón. Se lo han llevado al hospital de Oxford, al mejor, pero casi se muere en el camino. Han conseguido reanimarlo, pero está muy mal. Creta está fatal y mi madre ni se diga.Estuve a punto de dar una respuesta totalmente fuera de lugar, pero me contuve. Ciro Paladios era un amigo íntimo de la familia Galanos, lo último que necesitaba en ese momento era algún comentario sarcástico sobre su hija. Aun así yo no estaba muy convencida de que Creta estuviese tan mal. A esa víbora no podía creerla nada, por muy cruel e insensible que pareciera.—Tengo que irme.—¿Con Creta? —pregunté, incapaz de entender lo que decía y rezando para haberlo malinterpretado.—Está fatal. Está sola en la infermería, aunque mi madre va en camino. No podría decirle que
Capítulo cincuenta y ocho: Lejos de mí"Narra Sofía Galanis"—Ambos han sido maravillosos conmigo.La voz profunda de Creta aún hacía que yo apretara los dientes, pero traté de controlarme y le serví a Creta la tercera copa de vino, ofreciéndoselo mientras ella estaba sentada en el sofá, con su cabello negro cayéndole sobre los hombros y su abrigo lo suficientemente desabrochado como para dejar ver su escultural figura.Decir que yo había visto más de Creta que Apolo en los pocos días desde el ataque del señor Paladios era quedarme corta. Creta aparecía en la cocina mientras yo intentaba concentrarme y luego desaparecía con Apolo para luego regresar a cualquier hora para contarme los progresos de su padre mientras Apolo desaparecía para hacer algunas llamadas.Nuestro matrimonio, si se le podía llamar así, había pasado la fase de las peleas y parecía haberse estancado en la de la resignación.—¿Dónde están el mayordomo y la cocinera? —preguntó Creta tras dar un sorbo de su bebida.—So
Capítulo cincuenta y nueve: Esto se acabó"Narra Sofia Galanis"Apolo se despertó con el primer sonido de la alarma, saltó de la cama con una disciplina militar aunque parecía cansado, como si su cuerpo estuviera rogando por unas cuantas horas más de sueño, y yo lo observé con los ojos somnolientos. Había pasado la noche dando vueltas en la cama, y el dolor en el estómago era algo en lo que no quería pensar, pero que no podía ignorar.—Tienes un aspecto horrible —dijo él mientras se hacía el nudo de la corbata.—No he dormido muy bien —admití encogiéndome en la cama para ver si así el dolor desaparecía, deseando que él se marchara para que yo pudiera enfrentarme con aquello que a mi cuerpo le ocurriese. Ansiaba por algo de intimidad.—Quizá esto te haga sentir mejor —dijo mientras me alcanzaba a Sofía un montón de papeles que había sacado de su maletín. Yo me incorporó y comencé a leer—. Es una propuesta de convenio de custodia compartida… en caso de que tú y yo nos divorciemos —añad
Capítulo sesenta: Afrontar la verdad"Narra Sofia Galanis"Conseguí llegar al baño justo a tiempo para expulsar bilis, porque en mi estomágo ya no quedaba nada más. El dolor en el abdomen iba de mal en peor y comenzaba a sentir fuertes punzadas por intervalos de tiempo. Sentí el sudor frío recorrerme la espalda.Algo iba mal.Tras aclararme la cara en el lavabo, me miré en el espejo. Estaba totalmente pálida, pero en mi interior sentía como si ardiera. Apoyé la mejilla contra el espejo y cerré los ojos en un intento por que la habitación dejase de dar vueltas y el dolor de estómago desapareciese.No podía estar perdiendo al bebé. La pequeña vida parecía que tomaba proporciones gigantescas. Decirle a Apolo que lo amaba sería más fácil sin llevar un bebé dentro, menos complicado sin tener que comprender un embarazo, pero la madre naturaleza estaba jugando sus cartas en ese momento, dándome un curso avanzado en instinto maternal, y me senté en el suelo, con las rodillas encogidas para in
Capítulo sesenta y uno: Te quería “Narra Sofia Galanis” No podía ni mirarlo, no podía mirar al hombre que acababa de romperme el corazón. En vez de eso examiné la habitación, viendo los ramos de flores, el champán enfriándose en la cubitera, las velas encendidas y La Bohéme sonando por toda la sala, y finalmente miré donde estaba Apolo, con Creta a poca distancia, pues Apolo la había apartado de él rápidamente cuando yo había entrado en la habitación, pero no lo suficiente. La imagen de Creta en sus brazos, con la cabeza sobre su pecho, en el ambiente más hermoso de todos, se quedó en mi cabeza para siempre. —He tratado de avisarle por el teléfono, señor. Dorian se disculpó a mis espaldas, mientras que yo me quedé mirando sus caras de sorpresa y luego hablé. —Lo cual habría ayudado bastante —dije mientras cruzaba la habitación hacia la mesilla de noche—. Si el teléfono no hubiese estado descolgado. Tenía usted razón, Dorian. El señor Galanis no quería ser molestado en absoluto.
***Para las que leyeron el capítulo anterior con errores ya está corregido*** Capítulo sesenta y dos: Sí te quiero “Narra Sofia Galanis” Corrí por las calles mientras lloraba, pero no me importaban las miradas de la gente. No tenía ningún plan, ninguna dirección, sólo la necesidad agobiante de espacio, de distancia. Tomé aire en los pulmones y sentí la nieve en mi caraa. Me llevé las manos al estómago al notar que el dolor retornaba. Sentí entonces que la ciudad de Londres iba a cobrarse otra víctima, que el bebé que casi acababa de engendrar estaba a punto de ser su última víctima. Me hundí en el suelo y todo lo que podía oír era la voz de mi madre, mientras registraba el horror en las caras de los peatones, y escuchaba en la distancia sus caóticos gritos, las sirenas acercándose. —Ya no quiero soñar más, mamá —murmuré, me parecía que delirando—. Se me han roto todos los sueños que tenía. Los auxiliares sanitarios no me entendieron. En vez de eso me metieron en la ambulancia.
Capítulo sesenta y tres: No te creo“Narra Sofia Galanis”Por unos segundos perdí el aliento y me quedé sin nada que decir.—Nada de falsas declaraciones, ¿recuerdas? —dije apartando su mano. Su pena era lo único que no podía aceptar. Sin embargo, Apolo me había puesto las manos en la cara para obligarme a mirarlo.—¿Cómo puede ser una declaración falsa si hablo desede la verdad? Te quiero. Lo he hecho desde el momento en que descubrí quién eras. Desde la noche de bodas supe que no quería dejarte ir nunca. Casi no te conocía y habría hecho cualquier cosa por tenerte allí. Me quedé allí, alucinada por sus palabras. Aquel hombre me estaba diciendo lo que yo necesitaba escuchar. Lo que tanto había soñado.Apolo Galanis, mi marido me amaba.Y debería haber ayudado, pero no lo hizo. La omisión de cualquier declaración de amor durante nuestra relación había costado la vida de nuestro hijo. Ni siquiera le podía creer después de tantas falsedades y desencuentros.La esperanza que había invad