Capítulo sesenta y uno: Te quería “Narra Sofia Galanis” No podía ni mirarlo, no podía mirar al hombre que acababa de romperme el corazón. En vez de eso examiné la habitación, viendo los ramos de flores, el champán enfriándose en la cubitera, las velas encendidas y La Bohéme sonando por toda la sala, y finalmente miré donde estaba Apolo, con Creta a poca distancia, pues Apolo la había apartado de él rápidamente cuando yo había entrado en la habitación, pero no lo suficiente. La imagen de Creta en sus brazos, con la cabeza sobre su pecho, en el ambiente más hermoso de todos, se quedó en mi cabeza para siempre. —He tratado de avisarle por el teléfono, señor. Dorian se disculpó a mis espaldas, mientras que yo me quedé mirando sus caras de sorpresa y luego hablé. —Lo cual habría ayudado bastante —dije mientras cruzaba la habitación hacia la mesilla de noche—. Si el teléfono no hubiese estado descolgado. Tenía usted razón, Dorian. El señor Galanis no quería ser molestado en absoluto.
***Para las que leyeron el capítulo anterior con errores ya está corregido*** Capítulo sesenta y dos: Sí te quiero “Narra Sofia Galanis” Corrí por las calles mientras lloraba, pero no me importaban las miradas de la gente. No tenía ningún plan, ninguna dirección, sólo la necesidad agobiante de espacio, de distancia. Tomé aire en los pulmones y sentí la nieve en mi caraa. Me llevé las manos al estómago al notar que el dolor retornaba. Sentí entonces que la ciudad de Londres iba a cobrarse otra víctima, que el bebé que casi acababa de engendrar estaba a punto de ser su última víctima. Me hundí en el suelo y todo lo que podía oír era la voz de mi madre, mientras registraba el horror en las caras de los peatones, y escuchaba en la distancia sus caóticos gritos, las sirenas acercándose. —Ya no quiero soñar más, mamá —murmuré, me parecía que delirando—. Se me han roto todos los sueños que tenía. Los auxiliares sanitarios no me entendieron. En vez de eso me metieron en la ambulancia.
Capítulo sesenta y tres: No te creo“Narra Sofia Galanis”Por unos segundos perdí el aliento y me quedé sin nada que decir.—Nada de falsas declaraciones, ¿recuerdas? —dije apartando su mano. Su pena era lo único que no podía aceptar. Sin embargo, Apolo me había puesto las manos en la cara para obligarme a mirarlo.—¿Cómo puede ser una declaración falsa si hablo desede la verdad? Te quiero. Lo he hecho desde el momento en que descubrí quién eras. Desde la noche de bodas supe que no quería dejarte ir nunca. Casi no te conocía y habría hecho cualquier cosa por tenerte allí. Me quedé allí, alucinada por sus palabras. Aquel hombre me estaba diciendo lo que yo necesitaba escuchar. Lo que tanto había soñado.Apolo Galanis, mi marido me amaba.Y debería haber ayudado, pero no lo hizo. La omisión de cualquier declaración de amor durante nuestra relación había costado la vida de nuestro hijo. Ni siquiera le podía creer después de tantas falsedades y desencuentros.La esperanza que había invad
Capítulo sesenta y cuatro: Un intruso en mi casa “Narra Apolo Galanis” Una semana después a Sofia la habían dado de alta. A mí se me ocurrió llevarla a cenar para celebrar que ella y el bebé se encontraban fuera de peligro, pero ella desestimó la idea de inmediato. —Estoy cansada —fue todo cuanto dijo, pero lo suficientemente clara para que yo no insistiera. En cambio me pidió parar en su cafetería preferida y comprar una bolsa de pastelitos y un chocolate caliente. Sofia seguía sin creer en que yo no sintiera nada por Creta, en que nuestro matrimonio podría funcionar, en que podríamos sanar las heridas que nos habíamos causado el uno al otro…. las que le había causado yo a ella principalmente. Si no podía convencerla de todo aquello, mucho menos creería en el amor que yo aseguraba profesarle. De hecho, hacía cuatro días me había prohibido decirlo en voz alta. Ella decía que se sentía demasiado abrumada, lo cual era totalmente razonable y con las dudas que pululaban en su cabeza,
Hola, hola por acá. Espero que estén disfrutando de la historia y les guste como vamos hasta ahora. Cómo hemos podido ver a nuestro griego bruto Apolo le ha salido competencia. ¿Qué nos traerá este nuevo personaje. Por lo visto, es un hombre que no le tiene miedo a Apolo.Si has leído hasta acá, déjame tu reseña por favor. Ayúdame a que la historia crezca y llegue a más lectores. Muchas gracias a las que comentan y me dejan reseña todos los días, es un gran apoyo y estímulo para mí siendo esta mi primer historia.Les mando un beso y en un rato hay actualización.
Capítulo sesenta y cinco: No vuelvas a tocarme "Narra Sofía Galanis"Al día siguiente de haber salido del hospital, mi suegro se plantó en la casa para hacer la visita y mi suegra, quien hasta el momento no sé había metido conmigo desde mi operación, aprovechó la visita de su ex marido para pulular alrededor de él y meterse en todas nuestras conversaciones. Lo peor era que, pensando que pasaría el día aburrida en la casa, había invitado al decano Haynes para hablar sobre la tal propuesta de trabajo que tenía en mente para mí. Brenton Haynes podía llegar en cualquier momento.—Veo que te encuentras mejor —me abrazó mi suegro mientras tomábamos el té—, estás radiante.¿Sería por el embarazo? ¿O acaso por cierta declaración de mi marido que, aunque no podía creer, me hacía sentir mariposas en el estómago?—Gracias, querido Ezio —mi temblorosa voz pareció hacer eco en aquella casa de techos altísimos.Atravesamos el salón con dos sofás de terciopelo azul y varios sillones tapizados en c
Capítulo sesenta y seis: No es una varita mágica"Narra Sofía Galanis"—¿Qué no vuelva a tocarte? —bufó sin querer soltarme—. ¿Estás pensando en dejarme, Sofía?—Fuiste tú el que dijo que esto se había acabado —respondí.—Eso fue antes…—¿Antes de qué? —cuestioné algo alterada. Si a él no le importaba que tuviéramos público, pues a mí tampoco. Eso sí, mi voz era un susurro. No quería que nos escucharan aunque nos estuvieran viendo pelear—. ¿Crees que dos palabras bonitas y un perro solucionan nuestros problemas? ¿Crees que voy a creerte, perdonarte y lanzarme a tus brazos como por arte de magia?—La verdad es que sí. Sofía —interrumpió mi protesta—, me estoy muriendo sin poder tocarte.—Eres mayorcito, puedes soportarlo —me aparté.—¿Puedes soportarlo tú?—¿Crees que es un problema?—Dímelo tú —repuso de mal humor—. El dormitorio está apenas frente a nosotros subiendo las escaleras. O… —se me acercó al opido—, podríamos hacerlo aquí mismo, a orillas del lago… Tú solo dime la palabra y
Capítulo sesenta y siete: Coqueteos y reconquistas"Narra Apolo Galanis"Sofía se quedó en silencio y ésa fue la respuesta. Yo estaba a punto de explotar de deseo mientras ella, evidentemente, me veía como un mentiroso. Claro que yo le había dado motivos, pero aun así… Lo que no me gustaba era perder el tiempo dándole mil vueltas a todo.—¿Por qué crees que tengo una alianza en el bolsillo? —¿Otra alianza? —arqueó las cejas con mala cara.—Sí, otra alianza. Te daré cientos de ellas si es necesario. Quiero que renovemos nuestros votos matrimoniales.—La primera vez que estuvimos juntos quisiste casarte conmigo porque era «lo que debías hacer». Y quiero que entiendas que esta vez es diferente.—Tú y yo estamos enamorados, querida esposa. Fue a primera vista, aunque me negara a admitirlo y lo sabes. Lo sabías mucho antes que yo.—¿Enamorados? —Sofía tropezó y yo la tuve que sujetar del brazo—. No esperaba que entendieras tan bien la diferencia entre antes y ahora.—¿Querías que luchase