Capítulo veintitrés: La combinación perfecta“Narra Sofia Galanis”La boda de mañana sería una verdadera tortura para mí. Todavía me parecía mentira que hacía apenas un par de meses, los novios eran las dos personas más importantes de mi vida, no las dos personas que me habían destruido la vida. No quería ir, no quería verlos a ninguno de los dos, ni siquiera a mi padre. Por algo había dejado que Apolo no los incluyera en la lista de invistados de nuestra boda y eso fue lo que le dije a mi marido, pero él peleó conmigo hasta el cansancio para que fuéramos.—¿No ves que es la ocasión perfecta para mostrarles que no te hacen falta, que te va de maravilla sin ellos? —insistió.—Yo no tengo nada que demostrar, Apolo —le dejé claro—. Acepté que mi familia no me quiere, dejé de preocuparme por ellos y ¡cerré ciclo! No quiero ir a ningún lado, no me interesa nada que tenga que ver con ellos.—¡Sí, claro! —bufó con tono burlón—. Por eso te desmayaste cuando recibiste el mensaje.Puse los ojos
Capítulo veinticuatro: Hacer el ridículo“Narra Sofia Galanis”La cara de mi hermana se desfiguró por completo, sin embargo, ella volvió a recuperarse a los dos segundos. Podía apostar a que seguro se había dado cuenta de que era la novia y justo ese día, ella era el centro de atención. O tal vez fuera el hecho de que todos los invitados nos estaban mirando.—Ahora, si me disculpan —tomé la palabra para dirigirme a todo el grupo de serpientes al mismo que sentía cómo Apolo afianzaba el agarre sobre mi brazo. Tal vez todo fuera producto de mi imaginación, pero me daba la sensación de que me sostenia con fuerza para darme apoyo, o para demostrarme que estaba de mi lado—, iré con mi marido a buscar un buen asiento para ver el espectáculo.—Pero si eres mi Dama de Honor —saltó mi hermana.—¿Lo soy? —pregunté haciéndome la tonta. Era más que evidente que yo me le estaba burlando en la cara y sin disimulo alguno y eso la puso colorada encendida—. ¿En qué momento acepté serlo que no me acuer
Capítulo veinticinco: Un escudo de guerra griego“Narra Sofia Galanis”—Sofia, nos vamos… —mi marido llegó hasta mí y me tocó el brazo derecho. Yo todavía seguía en shock.>Apolo me había llamado su >. Sentí un revuelo en el estómago de pronto y no creía que fuera el bebé dando patadas.—No te preocupes por mí, querido —desestimé cuando hizo el intento de ayudarme a levantarme. Por alguna razón, ahora quería quedarme, quería que todos me vieran, que no les quedara duda que, contra todo pronóstico, me iba mucho mejor sin ellos—. Estoy perfectamente bien y tengo ganas de entretenerme. Me gustaría quedarme para el show.—¿De verdad? —Apolo volteó a mirarme con el ceño fruncido. Pero yo asentí segura de la decisión que había tomado. A él también tenía que darle una lección. ¿él quería venir a la boda, no? Pues que se aguantara—. Está bien, un poco de comedia barata no le hace daño a nadie. Piérdete de vista, Wilson. Y cuidado con molestar a mi esposa. Nos quedamos e
Capítulo veintiséis: Nublando el juicio “Narra Apolo Galanis” Cuandovi a Emma Wilson tratando de ridiculizar a mi mujer, e incluso después, haciendo el ademán de agredirle, no lo aguanté más. Hasta el momento había dejado que Sofía sacara las garras que yo sabía que tenía escondidas, pero no podía permitir que nadie la tocara. Solo hyo tenía ese derecho. Por eso me interpuse en el medio. La ira que hasta ahora contenía con dificultad salió a la luz y habría jurado que el mundo tembló bajo mis pies. Miré a la multitud como mismo miraba al populacho, como lo que eran exactamente: asquerosas e insignificantes cucarachas. Todos los que estaban allí contemplando la escena como si se tratara de una obra de teatro magistral, sin excepción de ninguno, eran uno parásitos sociales y estaban más que podridos por dentro. —Tienes muchas agallas para abordar a mi esposa en mi presencia, Emma Wilson —escupí las palabras en su cara—. ¿Quién te crees que eres? ¿Tienes alguna idea de con quién te e
Capítulo veintisiete: ¿Crees en mi inocencia? “Narra Apolo Galanis” Puedo sentirla temblar, pero no de miedo. Me apodero de su boca, febril. No me importa que estemos en el atrio de la casa. La servidumbre recibe una generosa paga por su discreción. Sin embargo, ese es el último pensamiento que asalta mi mente. Me doy un festín con ella. Su boca es mía, toda ella es mía. La alzo en vilo y la insto a rodearme la cintura con las piernas. Sin interrumpir en ningún momento el beso, sujetándola firmemente, me dirijo a la superficie horizontal más cercana, una mesa colocada contra la pared, y la siento en el borde. Mis manos buscan enseguida bajo su falda con una urgencia que no tengo ningún deseo de dominar. Sigo besándola, cada vez más profunda y salvajemente con cada caricia. Puedo paladear su adictivo sabor. Saborear cada pequeño grito que le nace en la garganta. Oler el jabón que esparcí por su cuerpo hace unas horas y que actúan como irresistibles afrodisíacos. No me queda tiempo
Capítulo veintiocho: TE CREO “Narra Sofia Galanis”Algo terrible había pasado… Solo pude quedarme con esa frase en la cabeza mientras encontraba mi ropa para vestirme. Apolo terminó primero que yo, pero no tarden en seguirle el paso a la carrera por las escaleras.El señor Ezio Galanis nos esperaba en el gran salón con una cara seria y más severa de lo que podía haber visto en su propio hijo.—¿Qué haces aquí, papá? —le preguntó mi marido muy tranquilo, como si las palabras del mayordomo hacía unos minutos no hubieran tenido importancia alguna—. Y a esta hora. ¿Qué es eso tan terrible que ha pasado?—Lamento haber interrumpido su pequeña luna de miel en casa, pero esto no puede esperar —mi suegro incluso se estaba tomando una copa sentado en el sofá. Justo en ese momento pude ver con claridad el parecido entre los dos hombres Galanis—. Yo no sé si todavía no tienen claro que lo más importante ahora es cuidar al futuro heredero de la familia.Yo me sentía completamente aturdida, mient
Capítulo veintinueve: No sé por qué me siento así"Narra Apolo Galanis"Un día más con ella en la oficina ha sido una completa tortura. Soy consciente de que seguimos sentados en el auto, como si estuviéramos congelados. El sol baña su rostro, resaltando sus pecas y arrancando reflejos a sus ondas rubias. Me duele la mandíbula de la fuerza con que la estoy apretando.Ignoro lo que habría hecho si me hubiera quedado allí, encerrado en la oficina, aguantando el molesto parloteo de los ejecutivos en la junta mientras mi padre no dejaba de mirarnos, mi esposa contenía la respiración y yo no sabía si tomarla allí mismo para sacarle mi nombre de sus labios a punta de embestidas o regañarla por lucir tan apetecible en ese vestido azul. Como si me hubiera encerrado yo mismo en una jaula y no pudiera salir de ella.Bajo precipitadamente del vehículo y lo rodeo, sin dejar de fruncir el ceño.Abro la puerta y le tomo la mano para ayudarla a bajar, caballerosamente. Porque tal vez ella sea consci
Capítulo treinta: Muéstrame tus garras."Narra Sofía Galanis"—No iré a trabajar hasta que nazca el bebé —aprete los dientes para poder decir mis pensamientos en voz alta, pero la decisión ha estaba tomada. No era que no quisiera trabajar, sino que desde que me había casado me había abierto a un mundo entero de posibilidades. Yo tenía posibilidades y necesitaba encontrar mi lugar en el mundo.Tal vez necesitaba tiempo para pensar en lo que de verdad quería hacer con mi vida en lugar de aceptar cualquier trabajo. Tenía que aprovechar el tiempo ahora que podía, puesto que este después del año que duraba el contrato que había firmado para Apolo no sabía cómo serían las cosas, ni dónde estaría yo parada.En el pasado había escuchado a mi padre y no había continuado mis estudios, porque según él yo no tenía el intelecto que se necesitaba para hacer una carrera universitaria. Después me voy obligada a tomar el primer empleo que se me apareciera para cubrir mis propios gastos y contribuir en