Capítulo veinticinco: Un escudo de guerra griego“Narra Sofia Galanis”—Sofia, nos vamos… —mi marido llegó hasta mí y me tocó el brazo derecho. Yo todavía seguía en shock.>Apolo me había llamado su >. Sentí un revuelo en el estómago de pronto y no creía que fuera el bebé dando patadas.—No te preocupes por mí, querido —desestimé cuando hizo el intento de ayudarme a levantarme. Por alguna razón, ahora quería quedarme, quería que todos me vieran, que no les quedara duda que, contra todo pronóstico, me iba mucho mejor sin ellos—. Estoy perfectamente bien y tengo ganas de entretenerme. Me gustaría quedarme para el show.—¿De verdad? —Apolo volteó a mirarme con el ceño fruncido. Pero yo asentí segura de la decisión que había tomado. A él también tenía que darle una lección. ¿él quería venir a la boda, no? Pues que se aguantara—. Está bien, un poco de comedia barata no le hace daño a nadie. Piérdete de vista, Wilson. Y cuidado con molestar a mi esposa. Nos quedamos e
Capítulo veintiséis: Nublando el juicio “Narra Apolo Galanis” Cuandovi a Emma Wilson tratando de ridiculizar a mi mujer, e incluso después, haciendo el ademán de agredirle, no lo aguanté más. Hasta el momento había dejado que Sofía sacara las garras que yo sabía que tenía escondidas, pero no podía permitir que nadie la tocara. Solo hyo tenía ese derecho. Por eso me interpuse en el medio. La ira que hasta ahora contenía con dificultad salió a la luz y habría jurado que el mundo tembló bajo mis pies. Miré a la multitud como mismo miraba al populacho, como lo que eran exactamente: asquerosas e insignificantes cucarachas. Todos los que estaban allí contemplando la escena como si se tratara de una obra de teatro magistral, sin excepción de ninguno, eran uno parásitos sociales y estaban más que podridos por dentro. —Tienes muchas agallas para abordar a mi esposa en mi presencia, Emma Wilson —escupí las palabras en su cara—. ¿Quién te crees que eres? ¿Tienes alguna idea de con quién te e
Capítulo veintisiete: ¿Crees en mi inocencia? “Narra Apolo Galanis” Puedo sentirla temblar, pero no de miedo. Me apodero de su boca, febril. No me importa que estemos en el atrio de la casa. La servidumbre recibe una generosa paga por su discreción. Sin embargo, ese es el último pensamiento que asalta mi mente. Me doy un festín con ella. Su boca es mía, toda ella es mía. La alzo en vilo y la insto a rodearme la cintura con las piernas. Sin interrumpir en ningún momento el beso, sujetándola firmemente, me dirijo a la superficie horizontal más cercana, una mesa colocada contra la pared, y la siento en el borde. Mis manos buscan enseguida bajo su falda con una urgencia que no tengo ningún deseo de dominar. Sigo besándola, cada vez más profunda y salvajemente con cada caricia. Puedo paladear su adictivo sabor. Saborear cada pequeño grito que le nace en la garganta. Oler el jabón que esparcí por su cuerpo hace unas horas y que actúan como irresistibles afrodisíacos. No me queda tiempo
Capítulo veintiocho: TE CREO “Narra Sofia Galanis”Algo terrible había pasado… Solo pude quedarme con esa frase en la cabeza mientras encontraba mi ropa para vestirme. Apolo terminó primero que yo, pero no tarden en seguirle el paso a la carrera por las escaleras.El señor Ezio Galanis nos esperaba en el gran salón con una cara seria y más severa de lo que podía haber visto en su propio hijo.—¿Qué haces aquí, papá? —le preguntó mi marido muy tranquilo, como si las palabras del mayordomo hacía unos minutos no hubieran tenido importancia alguna—. Y a esta hora. ¿Qué es eso tan terrible que ha pasado?—Lamento haber interrumpido su pequeña luna de miel en casa, pero esto no puede esperar —mi suegro incluso se estaba tomando una copa sentado en el sofá. Justo en ese momento pude ver con claridad el parecido entre los dos hombres Galanis—. Yo no sé si todavía no tienen claro que lo más importante ahora es cuidar al futuro heredero de la familia.Yo me sentía completamente aturdida, mient
Capítulo veintinueve: No sé por qué me siento así"Narra Apolo Galanis"Un día más con ella en la oficina ha sido una completa tortura. Soy consciente de que seguimos sentados en el auto, como si estuviéramos congelados. El sol baña su rostro, resaltando sus pecas y arrancando reflejos a sus ondas rubias. Me duele la mandíbula de la fuerza con que la estoy apretando.Ignoro lo que habría hecho si me hubiera quedado allí, encerrado en la oficina, aguantando el molesto parloteo de los ejecutivos en la junta mientras mi padre no dejaba de mirarnos, mi esposa contenía la respiración y yo no sabía si tomarla allí mismo para sacarle mi nombre de sus labios a punta de embestidas o regañarla por lucir tan apetecible en ese vestido azul. Como si me hubiera encerrado yo mismo en una jaula y no pudiera salir de ella.Bajo precipitadamente del vehículo y lo rodeo, sin dejar de fruncir el ceño.Abro la puerta y le tomo la mano para ayudarla a bajar, caballerosamente. Porque tal vez ella sea consci
Capítulo treinta: Muéstrame tus garras."Narra Sofía Galanis"—No iré a trabajar hasta que nazca el bebé —aprete los dientes para poder decir mis pensamientos en voz alta, pero la decisión ha estaba tomada. No era que no quisiera trabajar, sino que desde que me había casado me había abierto a un mundo entero de posibilidades. Yo tenía posibilidades y necesitaba encontrar mi lugar en el mundo.Tal vez necesitaba tiempo para pensar en lo que de verdad quería hacer con mi vida en lugar de aceptar cualquier trabajo. Tenía que aprovechar el tiempo ahora que podía, puesto que este después del año que duraba el contrato que había firmado para Apolo no sabía cómo serían las cosas, ni dónde estaría yo parada.En el pasado había escuchado a mi padre y no había continuado mis estudios, porque según él yo no tenía el intelecto que se necesitaba para hacer una carrera universitaria. Después me voy obligada a tomar el primer empleo que se me apareciera para cubrir mis propios gastos y contribuir en
Capítulo treinta y uno: Quiero que seas mía en todos los sentidos"Narra Sofía Galanis"Me estaba retando. Mi esposo me había desafiado, pero yo no podía moverme. Estaba petrificada. El magnetismo sexual que desprendía era tan poderoso que me había convertido en su marioneta.—¿No tienes nada inteligente que decir, querida esposa? —siguió mofándose divertido y contra todo pronóstico a mí me parecía que en mi vida había visto algo más fascinante que la sonrisa de Apolo Galanis—. Después vas a tener que disculparte con mi piano por ofenderlo y maltratarlo. Mencionar el dichoso instrumento me sacó que de estado catátonico y entonces reacciono soltando un bufido.—Como si tu lo pudieras hacer mejor, esposo idiota —dejo ver una mueca de hastío.—¿Quieres apostar? —volvió a retarme y sin perder la sonrisa se sentó en el banquillo frente al piano de cola. Luego, me tomó de la citura para arrastrarse hasta su regazo.—¿Pero qué haces? —chillé de la impresión por el repentino movimiento.—Aho
Capítulo treinta y dos: Amanecer feliz “Narra Sofia Galanis” Sentpi un rayo de sol directamente en mi rostro y sonreí todavía con los ojos cerrador. Podía sentir el calor de la piel de mi marido a mi lado, lo cual me indicaba que aún era temprano en la mañana. Bostecé satirfecha antes de abrir los ojos lentamente. —¿Estás despierto? —pregunté con la voz medio atontada pero al enfocar bien la vista, descubrí la respuesta. Apolo me estaba mirando fijamente, con las comisuras de sus labios curvadas hacia arriba. Algo muy bueno debía de haber sucedido para que mi esposo malhumorado sonriera a primera hora en la mañana. —Si no lo estaba ya me hubieras despertado con tu voz de pito. ¿Qué edad tienes otra vez? —se mofó. ¡Dios, cada vez las burlas eran más frecuentes. Casi que se había convertido en nuestra forma de comunicarnos y eso me encendía el cuerpo, me hacía vibrar de deseo. ¿Cómo era posible ese suceso?—. Tu voz chillona parece ser de una niña de doce años en plena pubertad. —¿