Capítulo 0004

CAPÍTULO 4.

Mariana le preparo un baño y le pidió que se duchara y fue a la cocina a prepararle algo de comida. Stella no tenía apetito, en cambio, se quedó inmóvil mirando su anillo de bodas y dijo con voz ronca.

―Le pedí el divorcio esta mañana, él y Kendra…

―¡¿Qué? ¡¿No me digas que ese infeliz te está siendo infiel?! ¡Ese cabrón! ¿Por qué te trata así? ¡Iré por él y le daré una lección!

―No es necesario ―Stella intentó tranquilizar a su amiga y sonrió con impotencia ―Mariana, no es necesario, ya he firmado el acuerdo de divorcio y, a partir de este momento, ambos seremos extraños el uno al otro.

Su amiga se quedó en silencio un momento ―¿De verdad lo hiciste?

―Si ―Stella asintió ―Kendra y él… ―suspiro para contener el dolor que atravesaba su pecho ―En fin, él no me ama, ¿Qué sentido tiene continuar casados?

―Pero tú… ―Mariana dudó en hablar.

Ella y Stella se conocen desde hace muchos años y siempre han compartido cada aspecto de sus vidas.

Ella es una chica hermosa y tiene una linda personalidad. El día que se conocieron, fue después de clase y ella se ofreció a acompañarla. En el camino a casa, Stella fue rodeada por dos hombres y casi es abusada.

Fue Cristian quien apareció de repente y la salvó.

Desde entonces, él se convirtió en el dueño de su corazón. Durante muchos años, Stella estuvo secretamente enamorada de un chico sin nombre, se enamoró de una ilusión.

Incontables veces, Mariana intentó convencerla para que abandonara tal locura. ―Stella, vives una relación unilateral, tal vez nunca lo vuelvas a ver en tu vida. ¿Vas a esperarlo siempre?

Pero su amiga era terca y siempre respondía. ―Él está en mi corazón, sé que el destino decidió por nosotros, estoy segura de que lo encontraré.

―Puff, ¿crees en el destino? ¡Estás loca! ―se burló Mariana.

―Ya lo verás, él aparecerá algún día.

Más tarde su familia la obligó a un matrimonio forzado y tuvo que comprometerse y casarse. Cuando Mariana se enteró, Stella y Cristian ya habían pasado por la jefatura civil.

―¿Ya ves? Te lo dije, es el destino. ―Stella estaba llena de expectativas, pero conforme pasó el tiempo, Mariana se fue dando cuenta de la realidad.

―Por Dios, despierta, no te ama. No le gustas, ¿te parece que eres feliz?

―Me amará con el tiempo. Dios me lo trajo, ¿no consideras que debería intentarlo? Sé que con el tiempo se dará cuenta de mi amor. ― Su amiga dijo con ojos llenos de anhelo y expectativas por su matrimonio.

Cuando Cristian y Stella se casaron, solo recibieron el acta de matrimonio, no hubo fiesta, ni siquiera fotos. Incluso el anillo de bodas que llevaba en su dedo, fue comprado por ella y de su propio salario.

Ella le entregó uno amorosamente a Cristian, era un anillo simple, pero comprado con mucho amor. Sin embargo, él nunca lo ha usado, y ella nunca se lo quitó desde el día que se lo puso.

Cada vez que Marina lo veía, la rabia la invadía, no soportaba ver humillada a su amiga y terminaba por persuadirla para que lo abandonara. ―Solo es cuestión de tiempo, algún día me dará el anillo más hermoso, ya lo verás.

Y eso nunca sucedió.

―No te preocupes, aprendí bien mi lección. No tengo intenciones de volver con él. Esta vez voy a vivir mi vida, ser feliz y cumplir mis sueños. ―Stella dijo con una fingida sonrisa.

Mariana miró a su amiga, que tenía una expresión cansada y forzaba una sonrisa para ella, desde hace mucho tiempo había dejado de ver a la chica cuyos ojos estaban llenos de esperanza.

―¿De verdad has tomado esa decisión?

―Sí. ―Stella asintió con firmeza.

―Bueno, ya que mi amiga por fin ha recapacitado… ¡Entonces, celebremos! ―Mariana, la tomó de la mano y la levantó del sofá. ―No te divorcias todos los días, al fin eres libre. Cristian es un cabrón que lo lamentara y yo voy a estar allí para disfrutarlo.

Stella no entendía qué quería decir su amiga. ―¿Qué piensas hacer?

―¡Celebraremos tu divorcio, iremos a una discoteca a divertirnos toda la noche!

―¿Celebrar?

Estaba a punto de negarse, pero luego se dijo que ya no era parte de la familia Montgomery, que podía divertirse como cualquier mujer soltera. Así que estuvo de acuerdo.

―¡Bien, celebremos!

Stella durmió hasta que el cielo se oscureció. Al despertarse, Mariana arregló su cabello en pequeñas ondas y eligió para ella un vestido rojo de escote corazón, acompañado de un maquillaje para la noche, sin duda todos los hombres babearían al verla.

Mirándose en el espejo con los labios rojos, parecía otra persona.

Tan pronto como entró en una familia rica, la familia Montgomery siempre le recordó que no debía hacer nada que comprometa su imagen y ella siempre siguió los requisitos de la familia. Ni siquiera podía tomar decisiones sobre qué vestir o qué joyas usar, en realidad más que un matrimonio, significaba una cárcel. ¿Por qué tardó tanto en darse cuenta?

Durante los últimos tres años, siempre vivió a la sombra de Cristian, completamente sin vida propia, pero ahora eso se acabó.

Ella vivirá para ella.

Mariana se sorprendió al verla y sintió que parecía una persona diferente.

―¡Wow, Wow! Estas que ardes hermana. Los hombres van a babear por mi amiga.

―Exagerada. ―Stella no sintió que fuera tan sexi, solo respiro aliviada, sintiéndose por primera vez en mucho tiempo una persona normal.

Mariana la llevó directamente a Black Rose. El mejor club nocturno de la ciudad.

Es un club exclusivo que ofrece áreas para clientes VIP. De hecho, el dueño del bar es amigo de ella, Dane Forrest.

En la pista de baile, los cuerpos se contornean al ritmo de la música, mujeres y hombres sonríen y bailan entre sí. Cuando Stella entró, varios hombres no pudieron evitar centrar su atención en sus largas piernas.

En una mesa VIP del club, un hombre bebía un trago tras otro, tratando de adormecer su mente. No podía dejar de pensar en ella, desde que se marchó esta mañana, sus últimas palabras siguen repitiéndose una y otra vez en su cabeza.

Inicialmente, creyó que volvería en cuestión de horas, pero cuando llamó por la tarde y el ama de llaves le dijo que no había vuelto, entró en pánico.

No era la Stella que conocía.

―¿Qué sucede contigo, Cristian? ¿Tu esposa te regañará cuando vuelvas a casa? ― se burló uno de sus amigos, un playboy de la ciudad llamado Kingston.

Cristian no dijo nada, solo le dio una mirada amenazante y siguió bebiendo su trago.

Esa noche estaba con cuatro amigos, todos ellos conocían su matrimonio con Stella. En cuanto a la razón de su matrimonio, solo sabían lo que Cristian les había contado, por lo tanto, no todos tenían un buen concepto de Stella y la despreciaban porque opinaban que era una mujer calculadora e interesada, en especial Mason.

Siempre que se refería a ella, sus palabras estaban llenas de desprecio.

―No sé por qué sigues casado con ella, la familia Sullivan está casi en la bancarrota. ¿Por qué no la dejas? Puedes buscar a otra para tener a tu bebe. Ella es del tipo de mujer que solo busca dinero ―después de unos cuantos whiskys, Mason no controló su lengua.

―Está bien, es suficiente. Recuerda que es una mujer y merece respeto. ―el amigo más cercano de Cristian, Jonathan, intervino. ―Aunque la familia Sullivan no es muy buena, Stella no es un monstruo. Después de tres años de matrimonio sigue siendo honesta y respeta a Cris. Cualquier otra mujer lo habría abandonado o quizás buscarse una amante.

Todos y cada uno de ellos estaban al tanto del trato de Cristian hacia su esposa, pero solo Jonathan no estaba de acuerdo y constantemente lo aconsejaba.

―Además. ―continuo ―ella es una mujer preparada, tiene una carrera.

Stella era diseñadora de interiores. Jonathan la conoció por accidente cuando hizo la renovación de su departamento, esto fue antes de que se casará con Cristian. En ese momento, le gusto su amabilidad y dulzura. Después de eso descubrió que era la esposa de su amigo y cada vez que iba a la mansión Montgomery, Stella preparaba deliciosas comidas para él.

Para él, era la esposa ideal.

Decía que si se casaba en el futuro, estaría agradecido de que fuera como Stella. Por lo tanto, Jonathan persuadió a su amigo cada vez que podía para que tuviera una mejor actitud hacia su esposa y viviera un matrimonio feliz.

―¿Qué gran carrera? Es solo una simple diseñadora de interiores ―dijo Mason con desdén ―Cris, esta noche no volverás a casa, no hasta que estés completamente borracho.

Cristian parecía frío mientras reflexionaba en las palabras de sus amigos.

«¿Honesta?»

«¿Incapaz de abandonarlo?»

Pensando en sus acciones de la mañana y la forma en que salió de la casa, de repente le dieron ganas de reír. Su amigo estaba intercediendo por ella sin saber que todo lo que había dicho ya había sucedido.

Sin embargo, la palabra amante lo golpeó de repente.

«Pidió demasiado rápido el divorcio esta mujer ¿Acaso ya tiene otro hombre además de mí?» De repente su sangre hirvió y apretó los dientes con fuerza.

«No te atreves a traicionarme Stella Montgomery»

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