CAPÍTULO 5
Tomó un sorbo generoso de su bebida y se dijo a sí mismo que aquello no ocurriría.
―No volveré hasta que estés borracho. ―dijo y brindo con una sonrisa.
Por otro lado, Jonathan no estaba de acuerdo con las palabras de su amigo ―¿Se enfrascaron en una discusión? Cris, Stella es una buena mujer e incluso te obedece. ¿Por qué tienes que ser tan duro con ella?
Le arrebato el vaso de su mano y agrego. ―Ella es tu esposa después de todo. ¿No te preocupa dejarla sola en casa? Es casi medianoche, ¿sabe ella donde estás? ¿Qué pasa si sale a buscarte? ¿No te importa que pueda correr peligro?
«¿Peligro?»
Los ojos de Cristian se oscurecieron. Ella había arrastrado su maleta con determinación y se fue a pesar de la lluvia. Él rara vez preguntaba sobre los asuntos de su mujer y no sabía qué tipo de amigos tenía, pero de lo que si estaba seguro, era de la mala relación que ella tenía con su familia.
«Entonces, ¿a dónde pudo ir?»
De repente una sensación de preocupación se instaló en su pecho. Pero luego, se reprochó a sí mismo y se dijo. «¿Qué te importa a donde fue, como vive y con quien?»
Se había casado con Stella para tener un hijo y la familia Stelle seguía dependiendo de él. Esto no era más que un pequeño truco de mujer.
Mason estaba enojado, sirvió más whisky, le tendió el vaso. ―Jonathan, deja de decir tonterías, vinimos para divertirnos. No para hablar de Stella, no arruines el ambiente.
Mientras hablaba chasqueo los dedos y llamo a un camarero.
―Tres botellas de Bouteille Noir, y paquete de cartas ¡Hoy beberemos hasta el amanecer! ―exclamo.
El Bouteille Noir es lo mejor de lo mejor del champán, solo hay pocas ediciones cada año y una botella va de 30.000 a 50.000 dólares. Y cuando el camarero vio que tenía un gran pedido, acepto con una sonrisa en la cara.
―Estupendo, Sr. Lo traeré de inmediato.
Cristian estaba sentado en el sofá, pero su expresión no era nada diferente a la de una pared. Su aura era tan fría que ninguno se atrevía a acercarse, solo seguí bebiendo un vaso tras otro. En poco tiempo sus amigos invitaron a algunas chicas trabajadoras del club.
Poco después el mesero regreso solo con dos botellas.
―Lo siento, originalmente había quince botellas disponibles esta noche, pero por desgracia 13 se pidieron al lado y son amigos del jefe.
Mason se levantó molesto. ―¿Quién son? Me gustaría saber quienes son más importantes que yo.
Se levantó y salió del palco.
Al lado había un salón más espacioso, Stella entro y se sirvió enseguida una copa. Ella ya tenía una buena figura, pero ahora, con el vestido rojo, resaltaba aún más. Bajo la luz brumosa del bar, resultaba misteriosa y atractiva.
Ella y Mariana se sentaron a beber. Un grupo de música pop cantaba en el escenario. Stella bebía y escuchaba la canción con la barbilla apoyada. Muchos de los hombres que la rodeaban la observaban atentamente, deseosos de acercarse a ella y pasar una noche caliente con ella. Sin embargo, el delicado rostro de Stella, oculto por su largo cabello, se escondía un aura inofensiva que incitaba a los hombres a acercarse a ella. No obstante, ella solo se concentraba en la música, en nada más.
Desde pequeña le gusto la música, y ahora con el alcohol haciendo efecto en su sangre, poco a poco su cuerpo comenzó a agitarse y sin que se diera cuenta su subió al escenario a bailar. Contoneo sus caderas al ritmo de la música y de repente la pista y todos en el escenario la rodearon y la atmósfera se volvió algo subida de tono.
La atmósfera originalmente tranquila y aburrida desapareció, y el entusiasmo aumento repentinamente. Los hombres en la pista miraron a la mujer en el escenario y todos estaban prácticamente babeando.
Y Mason acababa de ver esta escena, mirando a la hermosa mujer, parpadeo un poco creyendo que eran los efectos del alcohol. Pero después de mirar más cerca, resulto ser ella.
¿Stella…?
No pudo evitar maldecir en voz baja y estaba a punto de regresar al palco para decirle a Cristian, cuando la música se detuvo de repente y la voz nítida de la mujer resonó en el club.
―¡Hoy quiero celebrar con ustedes! ―Stella balbuceaba un poco a causa del alcohol ― ¡Yo, Stella Sullivan, he estado casada con un cabron ciego durante tres años! Nunca valoro mi amor. Pero, ¿es el único hombre de este planeta? Hay muchos hombres que morirían por tenerme a su lado. ¿Y saben qué hice? ¡Me divorcié! ¡Sí! Soy una mujer libre y definitivamente encontraré alguien mejor que él. ¡Así que celebremos!
Cristian no estaba muy lejos, mirando a su aún esposa en el escenario, viendo su cabello alborotado y sus pupilas brillantes, era como una diosa pura y sensual, casi no la reconoció.
«Después de dejarlo, ¿ella salió a celebrar?»
Solo sintió una tristeza persistente en su corazón.
Por otro lado, Stella, bajo del escenario, y los hombres que habían estado mirándola no pudieron evitar acercarse a ella y decir seductoramente.
―Oye preciosa, ya que estás divorciada, ¿Por qué no piensas en mí?
―Nena, ¿quieres mi número de teléfono?
Los labios de Cristian se apretaron, mirando a la mujer no muy lejos coqueteando con esos hombres, mostrándole su lado más amable, no esperaba recibir tal sorpresa.
Pero lo más terrible es… que Stella sonreía suavemente, sus ojos se mostraban vividos y desprovistos de dolor.
―Este es mi número de teléfono, me gustaría invitarte a cenar…
Un hombre extendió un papel en su mano. Cristian apretó los dientes, dio un paso adelante y agarró su muñeca directamente.
―¡Stella! ¡Aún no nos hemos divorciado!
Ella se parpadeó y se sorprendió al ver al hombre parado frente a ella.
―¿Cristian? ¿Qué haces aquí? ¿Y por qué me tocas? ―sacó con brusquedad su mano. ―Si ese es el caso, por favor, tómese el tiempo para lidiar con el divorcio. En lo que a mí respecta, soy una mujer soltera a partir de hoy.
Después de terminar de hablar, sin volver a mirar a Cristian, balanceo sus caderas y se alejó.
Mason, Kingston y Jonathan miraban asombrados la nueva actitud de Stella, y lo más sorprendente fue que nunca imaginaron que ella sería quien pediría el divorcio.
Jonathan sospechó que había oído mal y no pudo hacerse la pregunta. ―¿De verdad va a divorciarse?
Ella lo ignoró, y no se percató del aspecto sombrío y aterrador de su marido.
Cuando se despertó al día siguiente, sintió un fuerte dolor de cabeza. Miro su teléfono y vio que había muchas llamadas perdidas, todas eran de su padre. Hizo clic en uno de los mensajes.
Por supuesto no se preocupaba por ella, solo la insto a pedirle más dinero a su yerno.
Después de que ella y Cristian contrajeran matrimonio, su padre había estado haciendo todo tipo de peticiones absurdas, por lo que existía un motivo por el cual él siempre la despreciaba. Ahora que ella y él han llegado al divorcio, la familia Sullivan, naturalmente, no podrá exigir nada a la familia Montgomery. Ella tenía que encontrar la oportunidad de tener un enfrentamiento con su padre, para dejarle las cosas en claro y que no vuelva a molestar a su exmarido.
Después de despertar a su amiga, se pusieron a trabajar juntas.
Ella es diseñadora de interiores y recientemente se hizo cargo de un lucrativo proyecto de diseño para una cadena de hoteles. Si todo sale bien, puede obtener una buena comisión.
Su matrimonio es oficialmente un fracaso, y ella está decidida a dedicar toda su energía a su carrera, a ser autosuficiente y vivir una vida mejor después de dejar a Cristian Montgomery.
Por la tarde recibió un push del mensaje de la cuñada de su exmarido, Kendra Ferreti.
Stella no entendía qué iba a hacer ahora esa mujer cuando ya debería haber conseguido arrebatarle a su marido. ¿Para presumir del botín de guerra?
―Stella, ¿tienes tiempo por la tarde? Encontrémonos en una cafetería cerca de tu trabajo.
«¿Está loca? ¿Por qué querría ella verla?»
Pero pase lo que pase, lo que está destinado a suceder sucederá, esconderse es inútil.
Stella respondió. ―Está bien.
Por la tarde, se sentó en la cafetería durante media hora, por supuesto, no sería Kendra Ferreti si no la hiciera esperar. La mujer llevaba un vestido corto y ajustado de color nude, parecía que acababa de salir de una fiesta. Desde que la conoció, siempre le ha llamado la atención la manera extravagante en la que ella se viste.
Después de sentarse, Kendra dijo en un fingido tono de disculpa. ―Lo siento, había mucho tráfico y, por lo general, le pido a Cris que me lleve a todos lados, pero hoy está un poco ocupado. Confieso que no soy buena conduciendo, así que llego tarde a todos lados.
Entre líneas, le estaba echando en cara que su exmarido era su chofer personal. Pero ella no le daría el gusto de que viera cuanto le afectaba.
Durante todo su matrimonio, Cristian nunca tuvo tiempo para ella, rara vez cenaba en casa y por supuesto, nunca la llevaría o traería de algún lado. Siempre pensó que su marido era de una personalidad fría y poco empática hacia los demás, pero resulta que puede ser amable y considerado, solo que el objeto de consideración no es ella.
Stella fue al grano. ―No viniste a tomarte un café, ¿verdad? No creo que nuestra relación sea lo suficientemente buena como para sentarnos y conversar.
―Stella… estoy aquí para decirte que malinterpretaste las cosas, Cris es una persona muy nostálgica, aun si por fuera parece un témpano de hielo. ―ella miró a Stella con orgullo ―Nos conocemos desde la infancia, crecimos juntos, y…
―¿Quieres dejar de fingir? ― Stella se rio entre dientes ―Kendra, sé que le gustas, y a ti también te gusta él. Si están tan enamorados, ¿Por qué no están juntos y ya?