El tiempo no se detenía, los días pasaban sin detenerse, no como los seres humanos que solemos quedarnos paralizados, el tiempo no, mientras quedamos paralizados el tiempo continúa.
Durante cuatro días Gary y yo fuimos inseparables, hacíamos el amor en la ducha, en la cocina, a la hora de la siesta y antes de dormir. Siempre me miraba con inmenso deseo y yo correspondía a todas sus exigencias, tocaba mi cuerpo con propiedad y me poseía ambicioso, no parecía saciarse de mí y eso de sentirme deseada me fascinaba.
Para el día miércoles tuvo que volver al trabajo, tenía asuntos pendientes, habíamos dado algunos paseos por la ciudad y el Puerto, así que decidí ir a comprar algunas cosas antes de que el sol calentara desde lo alto.
Lo despedí en la entrada, estaba muy guapo con su ropa formal y su maletín en la mano, lo vi alejarse y cuando volte&oacu
Mentiría si negara que a partir de la aparición de aquel sobre amarillo y su contenido mis ilusiones flotaban en nubes de algodón dulce, ¡podía comérmelas!Guardé muy bien el último recibo y dejé la lámpara del lado de Gary encendida cuando me fui a dormir, también dejé su comida caliente sobre el mesón de la cocina, casi a las once me fui a dormir y para mi sorpresa concilié el sueño.Los primeros rayos del sol entraron por la ventana de la habitación y lejos escuché un ruido en la cocina, me sobresalté, hasta babeaba la almohada, estaba profunda.Froté mis ojos, ¡Gary! A mi lado, la cama intacta, mi cuerpo tranquilo.Cuando llegué a la cocina él estaba sentado en el banco , sus codos en la repisa comiendo la ensalada de acelga y el pollo en salsa que le dejara en la noche.-Ya debe estar pas
El fin de semana pasó sin novedades, yo estuve bajo las cobijas todo el domingo y parte del lunes, Gary calentó comida y trató de sanarme con infusiones, veía la televisión a mi lado o escuchaba la radio, sorprendido de que me doliera tanto el vientre, cosa que nunca me había sucedido.El lunes en la tarde tuvo que ir a trabajar me dejó arropadita y somnolienta, besó mi frente y partió.Apenas escuché que se cerraba la puerta y sus pasos se alejaban por la vereda salté de la cama, fui a la ventana y lo vi alejarse, despreocupado.Tomé mi maleta de mano y busqué mis cosas más importantes, mudas de ropa interior, prendas de mamá, sandalias y zapatos cómodos, faltaba ubicar el corazón, lo había guardado en un lugar seguro al ver que él hurgaba en mis cosas, en sus medias, y ahí estaba, brillante para mi.-¡Vo
Gary me arrastró durante tres calles, yo era casi de su tamaño y aunque delgada no era nada menuda, tenía energía y fuerza, sin embargo, por más que lo intentara no podía zafarme.-¡Gary detente! –Le grité en mitad de un cruce, me dolía la mano, lo agité y agité hasta que me zafé. -¿Qué te ocurre?-¿Qué me ocurre a mí?-Gritó golpeándose el pecho, ahí estaba el nuevo Gary, la gente mucha gente nos miraba, me hice a la acera girando seguidamente mi muñeca y evitando golpearlo.-Si ¿qué te pasa?¿por qué me traes a rastras?-Te sudaban las manos ¿no? Y estabas pálida ¿no?Se puso los brazos en jarras.-N-no lo sé, no lo sé, lo que si se es que eres un patán, un bruto.Comencé a alejarme rumbo a la casa, él
Llegar a casa rodeada de los recuerdos que me proporcionaban protección llenó de un gran alivio a mi corazón. Las cosas de mamá estaban intactas, el pueblo mismo estaba intacto, el mar tan especial de San José me invitaba, la sonrisa de Emanuel me rejuvenecía y mi cama, oh i cama y mi techo filtrado por el tanque eran lo mejor.El doctor Caster se encargó de revisarme y me aseguró que en tres semanas estaría bien, “por lo menos del cuero”, fue específico. Cuando hubo guardado sus asuntos médicos se acercó a mi mesita y tomó de ahí el corazón de oro.-Costoso.-Afirmó levantándolo hacia mí.-Sí, supongo.-Lo miraba pero evadiendo-Un corazón de oro.-Sí, de oro.-Lo dejó en su sitio, yo me acomodé en la cama, me sentía un poco mejor.-No seas tan dura contigo misma Mar
Emanuel y yo nos habíamos levantado temprano esa mañana. Como un cliché, llovía. Habían pasado seis días desde la muerte del abuelo, era la primera vez que veía que se tardaban tanto para un entierro. Papá no había ido a dormir, pasó la noche en una funeraria retirada donde el día anterior habían llevado al abuelo. Durante esos días hablamos muy poco, todavía no lo asimilábamos, por los menos para papá y Emanuel fue un terrible golpe y aunque yo lo sentí terriblemente, la carta que me entregara el señor Aníbal de mamá, había significado para mí, una explicación.Dos horas después de que papá avisara a la abuela de la muerte del abuelo ésta se había aparecido, antes de verla supe que estaba cerca, era como una ráfaga fría y perfumada, apenas llevaba un retoque en su blanca tez,
A la velocidad de un tortuga el resto del día pasó. Todos a mi casa, excepto Diego que había ido a cuidar a su madre sustituta en el departamento donde seguramente vivirían ahora que ya no estaban en la gran casa. Sus problemas con el tío Joel habían sido mucho peores de lo que imaginaban pero por suerte para mi hermano mayor esta vez estaba mi padre para defenderlo, el mismo padre que lo había entregado. Papá había previsto para las personas que irían a la casa comida y bebida, no repuso en gastos para mantenerlos con la boca llena.Gary y yo viajamos con Nilvia en su auto, papá condujo el del doctor Caster, permanecimos en silencio la mayoría del trayecto, Antonio conducía y cuando intentó hablar ella lo silenció pues el tema era el deporte.Cuando el auto aparcó en la acera junto a nuestra casa la sorpresa no pudo ser mejor al ver a Mira esperando afuera,
La presencia de Mira era una bendición. Cuando regresé a las clases sin las preocupaciones de la casa, sin temer por Emanuel todo resultó muy fácil. La comida lista, la ropa al día, dormir y practicar cada receta con Mira. Emanuel también se sentía más tranquila con ella con nosotros, él era tan joven y ágil, que ahora daba pena verlo así, tan dependiente de nosotras. Papá llamaba mañana y tarde y Gary por las noches, parecía más tranquilo por teléfono, hablábamos largo rato y a Mira le gustaba que fuésemos tan unidos. Despertaba mi apetito y me hacía dormir tranquila, la promesa que para el fin de semana lo vería. El día miércoles por la noche hizo mucho calor, en mi habitación habían dos ventiladores y en el de Emanuel sólo uno, Mira y yo decidimos darle otro a él de los nuestros, le colocamos s&
Y hasta yo comprendí con el tiempo que había sido realmente así. La frecuencia con que veía a Gary, los sentimientos románticos que alimentaba en mí, me enseñaron que mi mente sólo se había formado una ilusión infantil.Emanuel al poco tiempo ya era el mismo, papá sonreía rodeado de nosotros y ya gozaba de algunas providencias por parte de los negocios del abuelo. Diego iba y venía con melina y todos felices, hasta Mira bailaba en la casa y en ocasiones yo la acompañaba a visitar a su hermano en la gran casa, de los amos, como a veces los llamaba, sólo se sabía que estaban de viaje.Así los meses pasaron, yo corría atender el teléfono cuando Gary llamaba y lo aguardaba todos los fines de semana, si nombraban al señor Aníbal ya no esquivaba la mirada, todo era normal.Mis clases eran exitosas, mis días felices,