Capítulo 16
Apenas se detuvo, Daisy se bajó tambaleándose. Buscó las llaves por todos lados, pero no las encontraba, lo cual la enfureció aún más. Empezó a golpear la puerta.

—¡Fernando, abre la puerta!

—¿No oíste? ¡Apúrate y abre!

Estuvo un buen rato llamando, pero la puerta no se abrió. Con las manos en la cintura, Daisy murmuró:

—¿Crees que por no abrirme no voy a entrar?

Retrocedió unos pasos, tomó impulso y, con un salto ágil, pasó por encima del portón.

Al caer al otro lado, se sacudió las manos con orgullo y una sonrisa de satisfacción.

—Me subestimaste.

Daisy estaba realmente borracha. Desde la puerta de entrada hasta la casa principal, avanzaba tambaleante, tropezando en varias ocasiones y a punto de caer. Solo bajo los efectos del alcohol se atrevía a regresar a ese lugar que le había causado tres años de dolor.

La puerta principal no necesitaba llave, pero el acceso a la casa principal sí, y Daisy no tenía una. Después de forcejear sin éxito con la manija, una sonrisa astuta se dibujó e
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