Divorcio. Volver a casarse… ¿Con quién? ¿Con Enzo? La incertidumbre le dio vueltas en la cabeza a Fernando.Sus labios se curvaron en una mueca.—Daisy, debo admitir que de todas las veces que intentaste jugar a acercarte y alejarte, esta es la primera que realmente tiene mérito.Daisy lo imitó, con una sonrisa irónica.—¿Así que al fin logré captar tu atención? Es curioso, porque durante tres años no logré que me miraras dos veces, y ahora, tras el divorcio, parece que todo ha cambiado.Daisy rodeó el cuello de Fernando con sus brazos y, con una sonrisa provocadora, le susurró:—¿Por qué no le damos esta buena noticia a Frigg ahora mismo? Estoy segura de que se alegrará mucho por mí.La expresión de Fernando cambió de inmediato.—¿Tienes la desfachatez de nombrarla…?Daisy captó el destello de rabia en sus ojos y esbozó una sonrisa irónica. Frigg, claramente, era el punto débil intocable de Fernando.—¿Y eso qué significa? —Daisy se encogió de hombros con indiferencia—. Ah, ya recuerd
Los ojos de Fernando se volvieron aún más sombríos y profundos.—Si quieres marcar distancia, primero trae el antídoto.—¿El antídoto? —Daisy levantó las manos, mostrándose indiferente—. Lo siento, no lo tengo.—¿El veneno lo pusiste tú y no tienes antídoto? —Fernando pensaba que esa mujer era incapaz de decir una sola verdad.—¿Pruebas? —Daisy respondió con frialdad—. Sin pruebas, todo es calumnia. ¿O piensas condenarme solo por lo que Frigg dice?Los labios de Fernando se curvaron en una sonrisa helada.—¿Ahora te retractas de lo que admitiste hace un momento?—¿Vas a creer en todo lo que te diga? —Daisy se rio con sarcasmo—. También he dicho que te amo, ¿por qué nunca creíste eso?Tan pronto como las palabras salieron de su boca, Daisy sintió un impulso de abofetearse. ¡Qué estupidez había dicho! ¡Ya estaban divorciados! ¿Por qué sacar eso ahora?La declaración tomó a Fernando por sorpresa, dejándolo callado por un instante. Justo cuando estaba a punto de responder, Daisy continuó:
Fernando notó su decisión de tomar el asiento trasero, y sus ojos se oscurecieron brevemente. Sin embargo, en un segundo, pisó el acelerador y comenzaron el trayecto.Durante todo el camino, Daisy no le dirigió ni una palabra ni una sola mirada. Mantuvo la vista fija en su celular. La noche anterior no había vuelto a casa y, con el teléfono apagado por falta de batería, era seguro que Enzo estaría buscándola por todas partes. Apenas se subió al auto, conectó su teléfono y lo encendió.Tal como lo imaginaba.23 llamadas perdidas y más de 99 mensajes, muchos de ellos de Lira, quien también la había estado llamando sin cesar. Daisy pasó el viaje respondiendo uno a uno, completamente absorta en su tarea.Fernando observaba de reojo su actividad desde el espejo retrovisor, y la frialdad en su mirada se fue tornando cada vez más intensa. De repente, un frenazo inesperado hizo que Daisy, desprevenida, se estrellara contra el respaldo del asiento delantero. Su teléfono cayó al suelo, y el golp
Un disgusto le haría mal, sobre todo con su hipertensión. Resignada, pensó que al menos podría aprovechar la visita para observar de cerca el estado de salud de la abuela.***CASA SUÁREZApenas entraron por la puerta, un cojín voló directamente hacia Fernando, quien dio un paso al lado, dejando que el cojín golpeara a Daisy en la frente.Daisy se quedó en silencio, tomándose un momento para procesar el golpe. Menos mal había sido un cojín, pero ¿y si hubiera sido otra cosa? ¿Y si detrás de él estuviera Frigg? ¿También la dejaría sin protección?—Fernando, ¡ya veo que cada vez me tienes menos respeto! ¡Apenas me ausento unos días y ya estás buscando divorciarte de Daisy! —María estaba visiblemente enfurecida. Sin embargo, en cuanto vio a Daisy, su expresión se transformó—. ¿Daisy?—Abuela… —respondió Daisy, esbozando una sonrisa.La abuela María parpadeó un par de veces, perpleja.—¿No estoy soñando, verdad?¿No se suponía que Daisy había desaparecido? Sin poder creer lo que veía, la a
Daisy había pensado en algún momento en tener un hijo con Fernando, pero esos eran sueños del pasado. Ahora, solo deseaba el divorcio. Además, estaba segura de que Fernando solo le estaba siguiendo el juego a la abuela con lo del bebé.Tan pronto entraron en la habitación, soltó la mano de Fernando.—No deberías decir esas cosas frente a la abuela. Se lo tomará en serio.—Pues que se lo tome en serio.—¿Qué significa eso?Fernando sonrió, sus labios dibujando una mueca llena de intenciones.—¿Tú qué crees?Daisy lo miró fijamente durante un largo instante y luego soltó una risa sarcástica.—¿Quieres que tengamos un hijo? Fernando, parece que de verdad te has enamorado de mí. ¿No decías que las estrategias de atraer y soltar no te afectan? Parece que te están funcionando bastante bien.Fernando entrecerró los ojos, sus pupilas oscuras brillando con una chispa helada.—Es porque a la abuela le agradas. De lo contrario, ¿crees que tendrías esa suerte?—¿Y desde cuándo eres tan devoto con
Daisy pensaba que Fernando, aunque a veces pareciera indiferente, aún se preocupaba por lo que pensara su abuela. Si no, ¿por qué habría firmado sólo la mitad del papeleo antes de salir corriendo?Era claro para ella que Fernando no quería seguir casado, pero la presión de María lo mantenía atado.Sin decir más, Daisy dio la vuelta, lista para irse. Sin embargo, antes de que pudiera dar un paso más, sintió un tirón en su cabello, que la detuvo en seco.Fernando, de una forma inesperada, había atrapado su coleta, un gesto tan íntimo, tan cercano, que la sorprendió. No estaba preparada para esto. Se quedó paralizada por un momento antes de volverse hacia él, su rostro completamente impasible.—Fernando —dijo con voz firme y fría—. Mírame bien. Soy Daisy, la misma Daisy que tanto odias. No soy Frigg.Un brillo extraño cruzó los ojos de Fernando, pero no dijo nada.Daisy lo miró con desdén. Estaba segura de que él había tomado algo, algo que lo había vuelto aún más impredecible.Pero él si
¡De acuerdo, pero a la fuerza! Daisy estaba a punto de estallar de rabia con Fernando. No era que no quisiera cuidar a la abuela María, sino que… ¿por qué él tenía que decidir por ella? ¿Acaso no se daba cuenta de que las cosas ya no eran como antes, donde él siempre tenía la última palabra?—Daisy, no has dicho nada… ¿será que no quieres? —La abuela María le apretó la mano, con una expresión de tristeza en el rostro—. Si Daisy no quiere, pues ni modo. Al fin y al cabo, solo es un dolor de espalda. No me va a matar, ¿verdad? —La abuela suspiró profundamente—. Cuando uno se hace viejo, se vuelve molesto para todos.—¡Claro que quiero! ¿Cómo podría no querer? —Aunque Daisy sabía que la abuela estaba exagerando, no tenía corazón para rechazarla.—¿De verdad? —Los ojos de María se iluminaron.—Sí, me quedaré a cuidarla.Al fin y al cabo, Fernando rara vez estaba por allí, y Daisy lo tomaría como una forma de devolverle a María el cariño y la protección que le había brindado durante esos tr
De pronto, su teléfono sonó: era una llamada de Javier.Él rara vez le llamaba, y menos a esa hora. Daisy, preocupada por que Fernando la escuchara, salió al balcón para contestar.—Javier, ¿qué pasó?—Nada grave. Solo quería decirte que tomé el medicamento que me diste, y está funcionando bien.—¿En serio? —Daisy sonrió, emocionada por el resultado—. Entonces sigue tomándolo a tiempo, y cuando se te acabe, te llevo más.Fernando salió del baño y, al escucharla hablar en el balcón, se acercó en silencio, justo para oír…—Claro que te extraño…¿A quién extrañaba? ¿A Enzo? Sus ojos oscuros se llenaron de una frialdad instantánea. Dando media vuelta, regresó a la habitación y, al pasar junto a una silla, la golpeó con el pie.La realidad era que Javier le había preguntado en tono de broma:—Hace días que no nos vemos, ¿acaso no me extrañas? —Daisy siempre había visto a Javier como un hermano, así que le respondió de forma casual—: Claro que te extraño…Al escuchar el ruido, Daisy colgó rá