Apenas se detuvo, Daisy se bajó tambaleándose. Buscó las llaves por todos lados, pero no las encontraba, lo cual la enfureció aún más. Empezó a golpear la puerta.—¡Fernando, abre la puerta!—¿No oíste? ¡Apúrate y abre!Estuvo un buen rato llamando, pero la puerta no se abrió. Con las manos en la cintura, Daisy murmuró:—¿Crees que por no abrirme no voy a entrar?Retrocedió unos pasos, tomó impulso y, con un salto ágil, pasó por encima del portón.Al caer al otro lado, se sacudió las manos con orgullo y una sonrisa de satisfacción.—Me subestimaste.Daisy estaba realmente borracha. Desde la puerta de entrada hasta la casa principal, avanzaba tambaleante, tropezando en varias ocasiones y a punto de caer. Solo bajo los efectos del alcohol se atrevía a regresar a ese lugar que le había causado tres años de dolor.La puerta principal no necesitaba llave, pero el acceso a la casa principal sí, y Daisy no tenía una. Después de forcejear sin éxito con la manija, una sonrisa astuta se dibujó e
Empujó la puerta del cuarto de Daisy, pero no la encontró adentro. La chispa en sus ojos se apagó de inmediato. De pronto, escuchó un ruido en la habitación principal. Su esperanza renació y se dirigió hacia allá con rapidez. Justo antes de abrir, dudó un momento.Al entrar, se topó con la imagen de Daisy, extendida en la cama con los brazos y las piernas estirados en una pose desinhibida. Los labios de Fernando se curvaron en una sonrisa apenas perceptible, que enseguida reprimió. Se acercó al borde de la cama y, dándole un leve empujón en la cama, ordenó:—Despierta.La mujer en la cama no mostró reacción alguna; dormía profundamente, ajena a todo.—¡Despierta! —subió la voz, pero Daisy ni se inmutó, continuando su sueño como si nada. Fernando se inclinó para agarrarla, pero al sentir su proximidad, detuvo su mano en el último instante.—Bueno, mejor. Mañana será.La cama estaba prácticamente ocupada por completo. Con resignación, se giró para ir a dormir al cuarto de invitados. Apen
En el fondo, Daisy estaba nerviosa. Los últimos tres años había vivido como una sombra, sin atreverse a respirar fuerte cuando estaba con él, anulándose a sí misma. Pero hoy, estaba decidida a recuperar la dignidad que había perdido.***Al día siguiente, Daisy despertó sin abrir los ojos, sintiendo que su cuerpo entero le dolía como si la hubieran atropellado. Especialmente la espalda baja, que parecía al borde de quebrarse. Sentía la boca seca, como si ardiera.Con los ojos aún cerrados, murmuró:—Enzo…—¿Quién es Enzo?Una voz profunda y masculina sonó cerca de ella, haciéndola sobresaltarse. Abrió los ojos de golpe y se encontró con Fernando, que estaba a su lado, sin camisa. Se quedó petrificada. ¿Esto era un sueño? Claro, debía serlo; en el mundo real, nunca habrían compartido la misma cama. Sin embargo, ¿por qué sentía el malestar físico de verdad?—¿Terminaste de mirar? —preguntó Fernando.Daisy seguía aturdida, pero comprendió al instante que no era un sueño. Miró a su alreded
Divorcio. Volver a casarse… ¿Con quién? ¿Con Enzo? La incertidumbre le dio vueltas en la cabeza a Fernando.Sus labios se curvaron en una mueca.—Daisy, debo admitir que de todas las veces que intentaste jugar a acercarte y alejarte, esta es la primera que realmente tiene mérito.Daisy lo imitó, con una sonrisa irónica.—¿Así que al fin logré captar tu atención? Es curioso, porque durante tres años no logré que me miraras dos veces, y ahora, tras el divorcio, parece que todo ha cambiado.Daisy rodeó el cuello de Fernando con sus brazos y, con una sonrisa provocadora, le susurró:—¿Por qué no le damos esta buena noticia a Frigg ahora mismo? Estoy segura de que se alegrará mucho por mí.La expresión de Fernando cambió de inmediato.—¿Tienes la desfachatez de nombrarla…?Daisy captó el destello de rabia en sus ojos y esbozó una sonrisa irónica. Frigg, claramente, era el punto débil intocable de Fernando.—¿Y eso qué significa? —Daisy se encogió de hombros con indiferencia—. Ah, ya recuerd
Los ojos de Fernando se volvieron aún más sombríos y profundos.—Si quieres marcar distancia, primero trae el antídoto.—¿El antídoto? —Daisy levantó las manos, mostrándose indiferente—. Lo siento, no lo tengo.—¿El veneno lo pusiste tú y no tienes antídoto? —Fernando pensaba que esa mujer era incapaz de decir una sola verdad.—¿Pruebas? —Daisy respondió con frialdad—. Sin pruebas, todo es calumnia. ¿O piensas condenarme solo por lo que Frigg dice?Los labios de Fernando se curvaron en una sonrisa helada.—¿Ahora te retractas de lo que admitiste hace un momento?—¿Vas a creer en todo lo que te diga? —Daisy se rio con sarcasmo—. También he dicho que te amo, ¿por qué nunca creíste eso?Tan pronto como las palabras salieron de su boca, Daisy sintió un impulso de abofetearse. ¡Qué estupidez había dicho! ¡Ya estaban divorciados! ¿Por qué sacar eso ahora?La declaración tomó a Fernando por sorpresa, dejándolo callado por un instante. Justo cuando estaba a punto de responder, Daisy continuó:
Fernando notó su decisión de tomar el asiento trasero, y sus ojos se oscurecieron brevemente. Sin embargo, en un segundo, pisó el acelerador y comenzaron el trayecto.Durante todo el camino, Daisy no le dirigió ni una palabra ni una sola mirada. Mantuvo la vista fija en su celular. La noche anterior no había vuelto a casa y, con el teléfono apagado por falta de batería, era seguro que Enzo estaría buscándola por todas partes. Apenas se subió al auto, conectó su teléfono y lo encendió.Tal como lo imaginaba.23 llamadas perdidas y más de 99 mensajes, muchos de ellos de Lira, quien también la había estado llamando sin cesar. Daisy pasó el viaje respondiendo uno a uno, completamente absorta en su tarea.Fernando observaba de reojo su actividad desde el espejo retrovisor, y la frialdad en su mirada se fue tornando cada vez más intensa. De repente, un frenazo inesperado hizo que Daisy, desprevenida, se estrellara contra el respaldo del asiento delantero. Su teléfono cayó al suelo, y el golp
Un disgusto le haría mal, sobre todo con su hipertensión. Resignada, pensó que al menos podría aprovechar la visita para observar de cerca el estado de salud de la abuela.***CASA SUÁREZApenas entraron por la puerta, un cojín voló directamente hacia Fernando, quien dio un paso al lado, dejando que el cojín golpeara a Daisy en la frente.Daisy se quedó en silencio, tomándose un momento para procesar el golpe. Menos mal había sido un cojín, pero ¿y si hubiera sido otra cosa? ¿Y si detrás de él estuviera Frigg? ¿También la dejaría sin protección?—Fernando, ¡ya veo que cada vez me tienes menos respeto! ¡Apenas me ausento unos días y ya estás buscando divorciarte de Daisy! —María estaba visiblemente enfurecida. Sin embargo, en cuanto vio a Daisy, su expresión se transformó—. ¿Daisy?—Abuela… —respondió Daisy, esbozando una sonrisa.La abuela María parpadeó un par de veces, perpleja.—¿No estoy soñando, verdad?¿No se suponía que Daisy había desaparecido? Sin poder creer lo que veía, la a
Daisy había pensado en algún momento en tener un hijo con Fernando, pero esos eran sueños del pasado. Ahora, solo deseaba el divorcio. Además, estaba segura de que Fernando solo le estaba siguiendo el juego a la abuela con lo del bebé.Tan pronto entraron en la habitación, soltó la mano de Fernando.—No deberías decir esas cosas frente a la abuela. Se lo tomará en serio.—Pues que se lo tome en serio.—¿Qué significa eso?Fernando sonrió, sus labios dibujando una mueca llena de intenciones.—¿Tú qué crees?Daisy lo miró fijamente durante un largo instante y luego soltó una risa sarcástica.—¿Quieres que tengamos un hijo? Fernando, parece que de verdad te has enamorado de mí. ¿No decías que las estrategias de atraer y soltar no te afectan? Parece que te están funcionando bastante bien.Fernando entrecerró los ojos, sus pupilas oscuras brillando con una chispa helada.—Es porque a la abuela le agradas. De lo contrario, ¿crees que tendrías esa suerte?—¿Y desde cuándo eres tan devoto con