Capítulo 135
Blanca empujó a Fernando con impaciencia, obligándolo a ponerse de pie y acercarse a Daisy.

—¡Vamos, díselo!

Justo cuando Fernando iba a hablar, Daisy se le adelantó:

—Blanca, él no sabe mentir. No le insistas.

—Cuñada, te lo juro, mi hermano ya no siente nada por Frigg —afirmó Blanca con vehemencia—. ¿Acaso no sabes que Frigg y su madre van a ser condenadas? —Luego apuntó con el dedo a Fernando—. ¡Fue cosa de mi hermano! Si aún las quisiera, ¿por qué meterlas a la cárcel?

—Blanca… —Daisy la interrumpió con serenidad—. Si no escuché mal, al entrar te oí decir que él debía confesar que lamenta haberse divorciado. ¿Y qué respondió?

Los ojos de Daisy se posaron en Fernando, repitiendo con lentitud cada sílaba:

—"Nunca".

—¡Es que mi hermano es más terco que una mula! —se defendió Blanca, desesperada—. Siempre habla con el orgullo por delante. Claro que se arrepiente, pero le da vergüenza admitirlo. Si no me crees, puedes llamarla a mi abuela. Hace apenas unos días él estuvo hablando largo
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