Justo en ese momento, sacaban a Blanca en una camilla. Antes de que Fernando preguntara, el médico se adelantó a hablar:—Señor Suárez, la operación fue exitosa, pero la señorita todavía no está completamente fuera de peligro. Tendrá que permanecer en Cuidados Intensivos un par de días.Tras llevarse a Blanca a la UCI, Fernando se inclinó para susurrarle algo a Thiago, quien asintió de inmediato y se marchó. Eliot, curioso, se acercó:—Oye, ¿qué le dijiste? ¿Por qué tanto misterio?Fernando no le respondió, sino que lanzó una orden seca:—Ponte en contacto con "T". Necesito que encuentre al responsable.—¿Cómo? —Eliot frunció el ceño—. Hermano, ¿acaso no me dedico justamente a eso? ¿Por qué contratar a otra persona? ¿Prefieres pagarle a alguien más?Fernando lo miró con frialdad:—¿Podrías hacerlo en 24 horas?—… —Eliot entendió el punto. Localizar al culpable en un plazo tan corto no era precisamente sencillo. "T", en cambio, tenía fama de no fallar nunca, sobre todo en misiones de ra
Daisy creyó que se trataba del personal de turno, así que, en cuanto escuchó que alguien venía, cerró su laptop de inmediato y se escondió detrás de la puerta. No es que temiera que la descubrieran haciendo algo indebido, pero siempre hay que mostrar cierto respeto hacia los funcionarios públicos.Cuando la puerta se abrió, Daisy notó que la persona que entraba parecía moverse con aún más cautela que ella.¿Sería alguien enviado por el culpable?Tal vez no confiaban por completo en las trampas que habían tendido.Sí, seguro era eso. Si no, ¿quién más andaría vagando por ahí a altas horas de la noche?Convencida de que se trataba de un espía del asesino, esperó el momento justo en que la figura se dio la vuelta. Entonces Daisy le propinó una patada certera y, en cuanto cayó al suelo, le clavó el pie en la espalda.—¿Quién te envió?Eliot, la víctima del ataque, quedó atónito.«¡Qué mala suerte la mía!», pensó, frotándose el pecho con una mueca de dolor. Él solo había venido a revisar si
Y al parecer, muy bien.Desde niño, Fernando y él habían sido entrenados en diferentes disciplinas de combate; rara vez alguien les hacía frente con tanta facilidad. Sin embargo, él acababa de intercambiar más de veinte golpes con Daisy y no pudo sacarle ventaja. «Eso significa que su habilidad sobrepasa la mía», pensó, agudizando la mirada.—¿Quién eres en realidad?Daisy le lanzó una mirada fugaz y contestó con desdén:—Soy la exesposa de Fernando, presidenta del Grupo De Jesús, ahijada de don Erik de la familia Ortega. ¿Te basta con eso?—Daisy, sabes muy bien que no me refiero a eso —repuso Eliot, entornando sus ojos negros—. Pasaste tres años al lado de Fernando fingiendo… ¿cuál es tu verdadero objetivo?A Daisy le parecía un desperdicio de tiempo entrar en detalles, así que respondió con total descaro:—Obvio, por dinero.Eliot se quedó helado. «¿De verdad lo admite así, sin más?» ¿No temía que él fuera corriendo a decírselo a Fernando? Pero Daisy parecía leerle la mente y le lan
"Lo sentimos, la persona a la que llama está en otra llamada, intente de nuevo más tarde…"Volvió a intentarlo y el resultado fue el mismo.—¿Con quién rayos está hablando tanto rato? —murmuró Eliot, contrariado.Él sabía que Fernando jamás se extendía más de un minuto en el teléfono. Que llevara varios minutos hablando significaba que era un asunto muy importante.Eliot pensó en volver a llamar más tarde. Tal vez, en un rato, Fernando le devolvería la llamada.Sin embargo, ya de camino a casa no hubo ninguna señal de él, y cuando intentó comunicarse de nuevo, se topó con la misma contestadora mecánica.Fue entonces cuando se dio cuenta de que probablemente Daisy estaba detrás de todo.—¿De verdad crees que bloquear mi teléfono va a dejarme de brazos cruzados? —masculló mientras abría la puerta de su habitación, dispuesto a bajar las escaleras.Casi al mismo tiempo, recibió un mensaje de Daisy:[Elena ha trabajado para ti como una mula durante tantos años. Ya es hora de que hagas algo
Y según sabía, nadie más que su mentor —fallecido hace cinco años— lo había visto jamás. Así que, técnicamente, no quedaba nadie en el mundo que pudiera asegurar cómo lucía Y.Sin embargo, Y no tenía ningún pleito con la familia Suárez. ¿Por qué se metería en un asunto tan turbio?Tal vez Daisy estaba exagerando; no parecía tener sentido que él fuera quien hubiera provocado el accidente de Blanca.Dejando a un lado esas dudas, Daisy se metió de lleno en su labor: siguió escribiendo líneas de código hasta que, por fin, derribó el último firewall del sistema contrario. En la pantalla apareció el video original, por fin recuperado. Sus sospechas se confirmaron: la colisión no había sido un accidente, sino algo premeditado.En vez de llamar de inmediato a Eliot, Daisy le mandó un mensaje a Enzo:—Antes de que amanezca, quiero a todos los implicados aquí en la casa de la ladera.Enzo se movió rápido y no tardó en reunir a cuatro o cinco tipos en la villa, todos bien atados de pies y manos.
Cuando terminó, los hombres se pusieron todavía más blancos. El temor en sus pupilas era cada vez más evidente, pero aun así nadie quiso confesar.—Bien —dijo Daisy con una frialdad digna de una mensajera del infierno—. Si esa es su decisión, la respeto. Enzo, llévatelos. Hazles lo mismo que le hicieron a Blanca, pero el doble.—¡A la orden! —respondió él con firmeza.Llamó a unos cuantos de sus hombres, que sujetaron a los implicados por los brazos para llevarlos hacia afuera. El tipo al que Daisy había pateado no pudo resistirlo más y al final explotó:—¡Está bien, hablaré! ¡Hablaré!Daisy lo miró de reojo, y los guardias lo soltaron. Tambaleándose, él corrió hasta ponerse frente a ella:—Es cierto que alguien nos…Antes de terminar la frase, uno de sus compañeros le gruñó:—¡Cállate! ¿Acaso quieres que te maten?—¿Y quedarnos callados nos va a salvar? —le gritó de vuelta—. A lo mejor si confieso, me muero, pero si no lo hago, seguro me muero más rápido.Enzo, que se mantenía a un co
En cuanto ocurrió el percance, Blanca no contactó a Fernando, sino que, primero, trató de comunicarse con ella. Un nudo de culpa se le formó en la garganta.—¿Tan importante soy para ti…? —susurró.Si en ese momento hubiera contestado, ¿habría podido evitarse todo esto?***Daisy estaba convencida de que el celular de Blanca seguía dentro del auto. Sin embargo, la cámara del tablero solo captaba lo que ocurría afuera; si necesitaba información sobre lo que pasó dentro, tendría que buscar evidencia directamente en el vehículo.Aprovechando la tenue luz de la luna, Daisy se encaminó a la central de la policía de tránsito. Allí, en un depósito, encontró el auto de Blanca. Al contemplar el estado de destrucción en que estaba, sintió un nudo en la garganta. Aquellos hombres habían mencionado que ella había preferido llevarlos a todos a la tumba antes que rendirse. ¿Qué guardaba ese teléfono que para Blanca valía más que su propia vida?Con cuidado, Daisy abrió el auto y revisó cada rincón,
Quien hablaba no era otro que Fernando, quien había regresado sin previo aviso. Inicialmente, después de la llamada de Eliot, él se dispuso a marcharse. Sin embargo, justo cuando las puertas del ascensor se cerraban, creyó reconocer la silueta de Daisy en el pasillo, igual que aquella vez, fugazmente, frente a la sala de urgencias. Intrigado, volvió sobre sus pasos para confirmar sus sospechas… y no podía creer lo que veía.Más temprano, había pedido a Thiago que revisara las cámaras de seguridad en el hospital. Descubrió que Daisy sí había estado allí durante el día, así que no era producto de su imaginación. Pero jamás se le cruzó por la cabeza que ella pudiera ser la enigmática «doctora Jade». Pensó, simplemente, que había venido a visitar a Blanca, ya que eran casi como hermanas y sería lógico que Daisy se preocupara por su estado.Daisy, por su parte, no esperaba que Fernando regresara tan pronto. Se detuvo un segundo al verlo, pero enseguida continuó con las agujas como si no hub