Capítulo 67
Su cuerpo aún la necesitaba. Cuando perdiera el interés en ella, naturalmente la dejaría ir.

Lorena se lamentaba por haber caído en su trampa. Resignada, solo podía quedarse a su lado y esperar que el contrato terminara para ser libre.

Lo que ella no sabía era lo que César planeaba realmente.

Tal vez por el olor en el carro o por la velocidad, Lorena comenzó a sentirse mareada.

—Para el carro. Quiero vomitar —dijo, dándole unas palmaditas a César.

César, que estaba descansando con los ojos cerrados, fue interrumpido y respondió con impaciencia:

—Estamos en plena autopista. ¿Cómo quieres pues que pare así sin más? Aguanta un poco.

¡No podía aguantar más!

—¡Ugh! —Lorena vomitó directamente en la tapicería del auto. Algo de vomito cayó sobre el pantalón de César.

—¡Lorena! —gritó César furioso.

Cuando llegaron al aeropuerto, César salió del auto deprisa, agitando la mano frente a su nariz, intentando deshacerse del olor desagradable.

—¿Lo hiciste a propósito? —preguntó enojado.

Lorena, ta
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