Al abrir nuevamente la aplicación de la red social.—¿Cuál es la contraseña?—Señor César, yo… yo no la subí. ¡Lo juro! —Frank comenzó a tener miedo.—¿Tengo que acaso repetirte la pregunta?Frank, con la voz temblorosa, dio la contraseña. César inició sesión en la cuenta, pero no encontró las fotos de Lorena, aunque sí descubrió otras fotos de mujeres.Parecía que no había tenido tiempo de subirlas.César no mostró ningún interés en esas fotos, y directamente entregó el móvil a la asistente, Clara.Ordeno entonces:—Busca mejor a alguien del departamento de tecnología, y que borren todas las fotos del celular.Frank se puso pálido y estaba inmóvil, como si el mundo se le viniera abajo.—Si no puedes hacer bien tu trabajo, no tengo problema en buscar a alguien más para que lo haga —dijo César, con una expresión amenazante, mirando al gerente general.El gerente general, nervioso, se inclinó ligeramente, intentando excusarse:—Por favor, tranquilo, señor César. Me encargaré de gestionar
Lorena se sentó en el auto y allí lo entendió todo.Ya que no podía librarse ahora, decidió consentirse. Primero se llenaría el estómago; no valía la pena enojarse.Enojarse no resolvería nada después de todo, lo importante ahora era pensar en cómo escapar.Su humor entonces cambió rápido.Al llegar al centro comercial, Lorena fue directamente a un restaurante.No era hora de comida, el restaurante estaba vacío, y César no tenía hambre.Pero, Lorena comía sin parar, cualquiera podría pensar que César no le daba de comer en casa.Después de comer, Lorena comenzó a recorrer las tiendas. Primero se compró un par de zapatos cómodos.Era la primera vez que César acompañaba a una mujer de compras y no sabía qué hacer, así que simplemente la seguía, pasaba la tarjeta y cargaba las bolsas.Lorena, al ver que él pagaba y cargaba, no perdió la oportunidad de hacerlo comprar más. Incluso compró regalos para Marina y a doña Marta.En realidad, quería comprarle algo a Adrián, que en los últimos día
La sensación de soñar con una cosa así le causo mucha impresión.Levantó en el sueño entonces la mano y dio un manotazo al bicho.El bicho desapareció, y ella quiso seguir durmiendo.Y el condenado gusano era en realidad César que esporádicamente y durante la noche le beso el cuello de Lorena.Toda la noche anterior no pudo dormir bien. Aunque sus cuerpos no se tocaban, escuchaba constantemente a Lorena respirar en su oído. Aguantó hasta la mañana, pero finalmente no pudo más.Quería tener intimidad con Lorena, pero ella, de repente, le dio una cachetada en la cara.César, ya frustrado, se enfureció aún más.—¡Lorena! —gritó.Lorena, agitada, se despertó. Estaba bastante molesta por ser despertada de esa manera y se descargó:—¿Qué diablos te ocurre?Al darse cuenta de que estaba acostada en la cama, supo inmediatamente que era César quien la había llevado allí.Se levantó, quería pararse de la cama, pero César la detuvo y la jaló de vuelta.Lorena cayó de nuevo, y César, encima de el
Todo el malestar de los últimos días desapareció, así como de la nada. Y Lorena en cambio quedo sin entender. Fue así como César logró salirse con la suya.Sus piernas flaqueaban y su mente estaba en blanco. Pero, cuando recuperó la compostura, Lorena se puso de pie y luchó por salir de sus brazos. Pensaba que César estaba más loco que una cabra.Ya no eran amantes, ya no tenían una relación sentimental en la que un beso tuviera significado.Ahora solo mantenían una relación clandestina; ella era simplemente una amante, ¡y además una amante obligada!Al pensar si César besaba a Teresa de la misma manera y luego metía la lengua en su boca, un sentimiento de asco la invadió. De inmediato corrió al baño para vomitar.Al ver que Lorena estaba tan asqueada por su beso que quería vomitar, Cesar se molestó inmediatamente.La siguió al baño.—Lorena, ya te besé, ya tragaste mi saliva, ¿por qué haces semejante show ahora?—Yo… —Lorena intentó encontrar una excusa, pero al girarse para mirarlo,
—La colaboración con el gobierno de Lisconia para el desarrollo turístico está en marcha, con un destino clasificado como zona escénica del mejor nivel en proceso de implementación. Al mismo tiempo, las grandes empresas turísticas de esta ciudad y provincia están llevando a cabo rondas de financiación de capital.Tras finalizar el informe, César habló con seriedad, recordando a todos:—Aunque los préstamos para pequeñas y medianas empresas son un proyecto antiguo, aún debemos realizar evaluaciones adecuadas y asegurar los préstamos.César preguntó:—¿Quién está principalmente a cargo Etienne Tecnologías?—Señor presidente, soy yo —respondió uno de los altos ejecutivos.—Deben darle prioridad a Etienne Tecnologías. El mercado de tecnología en red tiene un gran potencial. Si es necesario, podemos realizar inversiones adicionales a través de la compra de acciones. Si no es viable, no es necesario forzar la compra, pero al menos debemos tener el control de la mitad de las acciones —dijo Cé
Y el contacto de Adrián había pues desaparecido.¡César!Era pues bastante obvio; seguro había desbloqueado su celular mientras ella dormía.Lorena desactivó el desbloqueo por huella y lo cambió por una contraseña.Volvió a agregar el contacto de Adrián y aprovechó para explicarle la situación.No sabía si él se había dado cuenta de que lo habían bloqueado y eliminado.Mientras pensaba, regresó a la oficina del gerente general y se sentó a seguir usando su teléfono mientras esperaba.Hoy no llevaba tacones, y sus pies se lo agradecían.Cuando ya estaba profunda en el aburrimiento, una mujer de mediana edad irrumpió en la oficina.La mujer, al ver a Lorena sentada en el sofá, la miró de arriba abajo.Llevaba un vestido negro pegado al cuerpo, con una abertura que llegaba hasta los muslos. Su piel era blanca, llevaba una base de maquillaje muy clara, labios pintados de un rojo intenso, y su figura era proporcionada, pero claramente no natural. Parecía una mujer con malas intenciones, alg
Su esposa evitó las miradas y bajó la cabeza con miedo. No quedaba ya nada de la arrogancia que solía tener antes.César, con un aura imponente, miró hacia Lorena.¿Otra vez se metieron con ella?Lorena, todavía molesta, le devolvió una mirada de reproche.César se molestó. ¿Por qué se desquitaba con él? ¡Él no le había hecho nada!El gerente general, recordando lo que le pasó ayer al hermano de su esposa, tenía miedo de que su propio trabajo se viera afectado. Tiró de su mujer y, mirando a Lorena, comenzó a disculparse.—¡Ven aquí y discúlpate como se debe! —dijo el gerente general, siendo severo con su esposa, tirándola del brazo.La mujer, ya segura de que había cometido un error y de que había acusado a la persona equivocada, no se atrevió a resistirse. Dejándose arrastrar, caminaba tambaleándose.Lorena observaba en silencio. Al fin y al cabo, ella era la que había recibido los insultos.Los demás empleados, sin importar si estaban ahí por mera curiosidad o por trabajo, supieron i
César cortó su filete en trocitos y se los pasó a Lorena, luego cambió los platos, colocando el filete de ella, cortado en pedazos grandes, frente a él.Después de comer, regresaron al hotel para recoger las maletas e ir al aeropuerto.Cuando llegaron, solo llevaban una maleta, pero al regresar ya tenían tres.César entregó su maleta a Rajiv, y tomó las dos maletas de Lorena.—Vámonos.En el aeropuerto, Lorena vio un restaurante que llamó su atención. Pensando que el vuelo de regreso a Playa Escondida tomaría varias horas, decidió comprar un poco de pollo frito y fruta para llevar en el avión.César pagó y cargó con la bolsa de pollo frito.—Lorena, ya comiste bastante filete, ¿y ahora vas a comer más? ¿Por qué comes como una embarazada?Lorena se quedó paralizada un segundo, pero enseguida se paró con naturalidad frente de él y respondió con sarcasmo:—¡El preñado eres tú!—Si crees que comes demasiado y no puedo mantenerte, no tienes que depender de mí.—¿No depender de mí? ¿Entonces