Capítulo 73
La sensación de soñar con una cosa así le causo mucha impresión.

Levantó en el sueño entonces la mano y dio un manotazo al bicho.

El bicho desapareció, y ella quiso seguir durmiendo.

Y el condenado gusano era en realidad César que esporádicamente y durante la noche le beso el cuello de Lorena.

Toda la noche anterior no pudo dormir bien. Aunque sus cuerpos no se tocaban, escuchaba constantemente a Lorena respirar en su oído.

Aguantó hasta la mañana, pero finalmente no pudo más.

Quería tener intimidad con Lorena, pero ella, de repente, le dio una cachetada en la cara.

César, ya frustrado, se enfureció aún más.

—¡Lorena! —gritó.

Lorena, agitada, se despertó. Estaba bastante molesta por ser despertada de esa manera y se descargó:

—¿Qué diablos te ocurre?

Al darse cuenta de que estaba acostada en la cama, supo inmediatamente que era César quien la había llevado allí.

Se levantó, quería pararse de la cama, pero César la detuvo y la jaló de vuelta.

Lorena cayó de nuevo, y César, encima de el
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