Capítulo 156
César no hizo nada para ayudarla a secarse las lágrimas, sino que se quedó de pie al lado de la cama, ni muy cerca ni muy lejos, manteniendo una distancia entre ellos.

Con una voz indiferente, comenzó a hablar:

—Voy a pedirle a Ricardo que agende la operación. Tú solo tienes que quedarte tranquila aquí.

Teresa cerró los ojos. Sus largas pestañas cubrían su mirada, pero en sus ojos brillaba una débil luz.

Como el niño era de Saúl, ella no tenía intención de quedárselo. Sin embargo, al escuchar de César que no quería ese niño, aún así, sentía que había perdido.

Pero la posición y la riqueza que tanto deseaba aún no las había conseguido, así que no iba a rendirse tan fácilmente.

El niño sería abortado, pero no sería de manera silenciosa y discreta. No sería un aborto del que nadie se iba a enterar.

Sin embargo, por fuera, ella seguía aparentando ser dócil y sumisa, asintiendo suavemente.

—Todo lo que diga, lo haré.

César, al ver su actitud, sintió algo de compasión en su interior, pero sa
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