Para mostrar respeto, pero sin embadurnarse mucha cosa en la cara, Lorena buscó una tienda de maquillaje en un centro comercial y se hizo un maquillaje ligero. Por la mañana, cuando salió de casa, no tuvo tiempo de maquillarse, y además, recién había tomado una ducha, por lo que ni siquiera llevaba base en la cara.En el centro comercial, compró algo de comida como regalo para llevar al encuentro con William, recordando que la última vez él había dicho que le gustaron unos pasteles que había probado.Llamó un auto desde el centro comercial y fue a la ubicación que William le había enviado.El destino era una calle en el barrio Las Palmas, rodeada de un conjunto de villas con estilo francés. La arquitectura era muy romántica, y a juzgar por el entorno, parecía que el señor William vivía allí.Lorena avanzó para tocar el timbre, y para su sorpresa, quien abrió la puerta fue el señor William. Al entrar, se dio cuenta de que, al parecer, William solo la había invitado a ella.Ella pensaba
—¿Ah? —Lorena se quedó pasmada y sin saber que decir. William bajó la cabeza y sonrió un poco, ocultando la tristeza en su mirada mientras se disculpaba:—A decir la verdad, fui muy imprudente.—Perla es una pintora muy famosa. Creo que no tengo la suficiente habilidad para ser su asistente —dijo Lorena, riéndose de sí misma.William no insistió.Después de terminar de mirar todo, ambos salieron del estudio y bajaron por la escalera. La visita estaba por concluir, y era hora de que Lorena se marchara.Sus zapatos de tacón bajo resonaban sobre las tablas de madera de la escalera.William, en tono casual, le preguntó:—La primera vez que te vi fue en la fiesta de la familia Balan. ¿Eres familiar de ellos?Lorena respondió mientras miraba los escalones frente a ella.—No, en realidad solo es una coincidencia que tengamos el mismo apellido.Él asintió y luego preguntó directamente:—El joven de la familia Fuentes que estaba contigo ese día, ¿es tu novio?La pregunta fue tan directa que Lo
Lorena sonrió, asintió, y puso la cesta de frutas sobre la mesita junto a la cama.—No pasa nada.La forma de saludarla había sido inesperadamente emocional, como si se encontrara con una hermana. Para su sorpresa, Lorena no se sintió molesta por ello, incluso la hizo sentirse cómoda y bienvenida.Álvaro se mostró un poco molesto, y movió los hombros tratando de zafarse de su hermano mayor. Pero al recibir una mirada de advertencia de William, finalmente se quedó tranquilo.Álvaro apagó el celular e intentó hablar:—Es que yo…—Este de aquí es mi hermano, Álvaro —William se adelantó a hablar antes de que él lo hiciera.—Y esta es Lorena.Lorena asintió con la cabeza hacia Álvaro en forma de saludo.Mientras tanto, Marina estaba descansando porque no tenía clases ese día y había salido con Ricardo. En ese momento, los dos estaban en el cine, esperando para ver la función que habían elegido, con palomitas y refrescos en las manos.Justo cuando disfrutaban del dulce ambiente, el teléfono
Marina llegó al hospital y, al abrir la puerta, se quedó pasmada y sin palabras. ¿Por qué carajos estaba Lorena allí?—¿Marina? —Lorena también se sorprendió.—¿Ustedes dos se conocen? —preguntó Álvaro.—Claro que nos conocemos —Lorena asintió—, nos conocemos. Somos buenas amigas.—¿Entonces ustedes son también buenas amigas? —Álvaro dijo apretando los dientes, mientras miraba a Marina con una expresión de indignación en su rostro juvenil.Marina forzó una risa nerviosa, hizo un gesto como si quisiera salir de la habitación y cerró la puerta—. Bueno, si no hay nada más, yo, la hermana mayor, me iré primero.—¿Hermana? —Lorena se mostró confundida. Todavía no entendía cómo Marina había aparecido allí ni por qué se estaba llamando "hermana ".William resolvió su duda:—Ella es mi hermana, Marina.¡El hermano de Marina era William!Lorena incrédula abrió los ojos de par en par. No era de extrañar que Marina le hubiera dicho una vez que podía pedirle a su hermano que la ayudara a salir de
A Lorena le estaba encantando el ambiente, a decir la verdad parecían una verdadera familia.Hasta que César la llamó:—¿Dónde estás? Voy a buscarte ahora mismo.Solo entonces, Lorena se despidió de ellos y se marchó. Cuando la vio irse, Álvaro mostró una obvia tristeza.El lujoso auto negro se detuvo frente a la entrada del hospital. Rajiv bajó del auto y le abrió la puerta de atrás. Lorena subió al auto y se acomodó en el asiento.La voz cortante de César llegó desde su lado:—¿No que ibas a una exposición de arte? ¿Qué hacías pues metida en un hospital?Lorena se molestó con su tono. El buen humor de toda la tarde desapareció al instante.—Solo firmé un contrato contigo, no soy tu prisionera.—De acuerdo. —Dicho esto, César extendió las manos y comenzó a inspeccionar su cuerpo.—¿Qué estás haciendo? —Lorena intentó esquivar, irritada.—Quiero asegurarme de que no estás herida. —Él lo dijo con toda la seriedad del mundo, sin ningún rastro de duda o acusación en su tono.Lorena se que
—¡Saúl! —Teresa soltó el ratón, y bajó la voz con molestia.—Jejeje, ¿te acordaste entonces de mí?Teresa miró hacia los empleados fuera de su oficina y luego cerró las cortinas.—¿Por qué me llamaste? ¿Qué quieres?—Nada importante, solo pensaba en ti. En cómo te movías, en esos gemidos tuyos llenos de pasión, en cómo se veía tu piel blanca…Antes de que pudiera terminar, Teresa lo interrumpió con un grito:—¡Cierra la boca!—De acuerdo, me callo. —respondió Saúl en un tono despreocupado—. Pero ese video… bueno, ese no se calla.—Saúl, ¿qué es lo que realmente quieres?—Hotel Mármoles, suite presidencial.…En el área de trabajo compartida del equipo, Teresa tomó su bolso y se fue al terminar su horario laboral.Una vez que se aseguró de que Teresa había salido, el equipo comenzó a murmurar en voz baja.—Definitivamente entró aquí por conexiones. No hace nada, se va a la hora en punto y, aun así, se lleva todo el crédito.—No sigas hablando cosas sin sentido, mejor trabaja. Nosotros n
El celular sobre el escritorio vibró un par de veces. César, al notar que Lorena seguía jugando en su celular, se levantó de su asiento y salió de la oficina para atender la llamada.—Mamá, no me arregles más citas a ciegas —dijo con voz baja y un tono de frustración, mientras echaba un vistazo a su alrededor para asegurarse de que nadie lo escuchara.—Mijo, mamá solo lo hace por tu bien. Teresa no es una buena persona, y lo siento decirlo, pero creo que ella no es buena para ti. ¿Es que no confías en el buen ojo de tu madre? —respondió María, con algo de nervios, temiendo que su hijo terminara cayendo en las garras de Teresa.—Ya dejé claro todo con Teresa, estamos completamente separados. No vuelvas a mencionar este tema.—¿Separados? ¡Eso me alegra mucho! —María sonó tan feliz que parecía que su alegría podía salirse por la línea del teléfono. —Entonces, con más razón tienes que ir. Es la hija de tu tío Torres, ¿te acuerdas de ella?—Solo es una cena. Hazlo por mí, hijo. Ya le di m
Cuando Lorena entró al hospital, Marina ya había llegado, y la comida también. Lorena entró a la habitación, con una mano cargando las bolsas de comida y con la otra empujando la puerta. Marina estiró la mano para recibir la comida.—¡Es justo lo que me gusta! ¡Eres la mejor, cariño, te amo!En la cama del hospital, ya habían colocado una mesa portátil y acomodado la comida que había llegado antes.Álvaro, sentado en la cabecera de la cama con una pierna doblada, seguía bromeando con Marina:—Solo es comida a domicilio, no es para tanto. ¿Por qué tan feliz?—Es que no es para ti, por eso no entiendes. ¡No te compraron lo que te gusta! ¡Ja, ja, ja! —Marina se burló, provocándolo.Álvaro, molesto por su actitud triunfante, decidió quejarse:—¡Oye, mírala!Lorena, que había ido a lavarse las manos, se acercó sonriendo:—Ya, no peleen. Compré suficiente comida para los tres.Con el apoyo de Lorena, Álvaro suspiró porque se sintió más confiado y respondió:— ¡También me trajo mi comida fav