— ¿No vas a llorar...ni a quejarte? —pregunta con algo de burla.
Alza una ceja retándome con la mirada.
Solo me mira fijamente. Sin apartar la mirada de mí y eso me incomoda.
Decido ignorar su mirada, solo miro por la ventana.
— ¿Por… Porque mi padre me mandó con un loco desquiciado que apenas conozco? —Cuestiono y escucho un gruñido. — ¿Por qué me humille ante él? ¿Por qué me golpeó? ¿Por qué deje mi casa? —hablo con seriedad y con amargura, miro por la ventana hacia la carretera para no quebrarme ante él— ¿De qué me serviría llorar? —Lo miro amargamente — Si lo hago parecería María Magdalena, no me gusta el teatro y quejarme de la vida. Simplemente no es mi estilo. Sólo tengo que asumir las consecuencias —dirijo una vez más mi mirada a la ventana del auto, me giro y lo miro fijamente. —Soy una Somerlanders, enfrento lo que venga. —Digo con mucha seguridad, aunque por dentro estoy aterrada... sus ojos son tan penetrantes —Y llorar es un lujo que solo se da para las personas que se aman y te aman, como la familia. —Lo dejo de mirar y doy por terminada la conversación.
—Por eso me gustas tanto. —Afirma. Lo escucho suspirar, mientras aparta mi cabello de mi mejilla —Eres fuerte igual que yo. Lo que no nos mata nos fortalece. —Susurra en mi oído y yo solo me quedo paralizada ante su cercanía.
— ¿Por qué hiciste esto? ¿Te quieres acostar conmigo? —pregunto sin rodeo, de una vez. Se ve sorprendido pero sonríe coqueto.
—Tan directa. —Habla con ironía mientras se ríe y yo lo miro sería. —Dos preguntas muy importantes pero ahora no te las voy a responder. Me guiña el ojo y mira su celular.
En todo el viaje solo miro por la ventana.
—El gran amor de mi vida me engaño, solo quería llegar a mi padre, tenerme a mí para presionarlo a él y atraparlo, nunca te lo voy a perdonar Aron. Te metiste en mi vida, en la vida de mi familia, me mentiste solo por tener a mi padre y meterlo en la cárcel… Ahora estoy condenada aún hombre que no amo y que no sé qué tiene en la cabeza… Te odio Aron.
Cierro mis ojos y me duermo, no sé cuántas horas llevamos viajando…
—Muñeca —me llaman y abro los ojos, me encuentro con los ojos de Brayiam que me atrapan —ya llegamos dice él y me reincorporo.
Me bajo del auto y miro, es una mansión grande y linda, me imagino una de sus tantas casas de seguridad. Veo hombres armados por todos lados.
Me hace recordar mi casa.
—Entremos, nos están esperando —Habla con seriedad. Camino con el hacia adentro, es muy hermosa la casa, pero no esperaba menos, no soy nada sencilla respecto a la comodidad.
Veo a hombres armados como esperando por nosotros y también a señoras del servicio.
—Bienvenido señor —le dicen a Brayiam y otros le dan la mano, yo solamente asiento ante las miradas.
—Señor —le dice un hombre armado, me imaginó que él manda al resto.
—Los convoque a todos porque quiero presentarles a la señora de la casa ¡Mi mujer! —Me señala, yo lo miró seria ¿De qué habla? —Espero que la traten como si fuera ¡YO! —Los mira serio y frío —y si no ya saben —habla con una mirada amenazante que da miedo y toma mi mano delicadamente.
— ¡Si señor! —Dicen todos y yo los miro.
—Bienvenida señora Grosbfiab —yo asiento.
—Solo díganme —no término de hablar porque no me deja y aprieta mi mano.
—Señora Grosbfiab. —Interrumpe y dice serio —se pueden retirar. —Le dice a los hombres y yo miro fríamente.
Los veo irse y quedamos los dos solos en la sala, él me mira con esos ojos penetrantes. ¿Que se supone que diga? ¿O haga? ¿Qué espera?
— ¿Quieres comer? —pregunta acercándose a mí y niego. Lo único que quiero es que este lejos, pienso.
No me inspira confianza.
—Quiero descansar —hablo mirando las escaleras, Brayiam me resulta intimidante y extraño. No creo que sea buena persona. No lo quiero cerca de mí. No parece feliz con mi respuesta.
— ¡Marcia! —grita. Llega una señora de edad mayor —Lleva a la señora a la habitación. —Dice y la señora le sonríe y me sonríe a mí.
Subimos las escaleras, me abre la puerta y entro.
—Aquí tiene todo, el señor mando a preparar todo desde hace dos días para que estuviera cómoda, se ve que la quiere mucho —yo asiento no muy convencida.
—Muchas gracias. —Me siento en la cama y miro por la ventana ¿En qué me metí? ¿Y si me escapo? ¿Mi padre no me perdonara? Claro que no.
***
—Marcia, usted es la única que me conoce y en la cual yo confío —le asegura. —Me sonríe. Esa es mi nana, una gran mujer. —Quiero que ayudes a que la señora se sienta cómoda. Ayúdala en lo que necesite para que este bien. —No puedo creer que eso lo he dicho yo.
—Por supuesto señor. —Me mira como a un hijo. —Hizo una buena elección —me sonríe y yo le sonrió.
— ¿Crees? —La miro intrigado.
—Es muy hermosa sin duda. —asiento —Educada y fina, se ve que es de buena familia. Se nota al caminar, al mirar. Se ve que es muy buena persona. Me parece bien que por fin se haya animado. —Ruedo los ojos —pero su mirada se ve triste aunque lo sabe disimular —dice y asiento.
— ¿Crees que se quedará? —Cuestiona más para sí mismo que para ella —tu sabes a lo que me refiero… cuando se dé cuenta... —Ella asiente sin necesidad de que él diga algo más.
—Yo creo que sí. Es detallista, atento y aparte es muy guapo, puede conquistarla. —Sonrío, se perfectamente que soy muy guapo. —Señor si le importa, subo algunas cosas para curarle la mejilla y la boca se le ve que le duele, cuando se sentó en la cama y estaba mirando a la nada, vi como hacia una mueca de dolor. —Asiento.
—No, yo mejor le subo las cosas —Hablo rápidamente. La miro preocupado, se me había olvidado el golpe que tiene en la cara, estuve a punto de meterme pero sé que no era mi asunto. Y ella se dejó. Eso quiere decir que quería eso.
—Algo más. —Niego —que pase buenas noches señor.
***
Me levanto de la cama y miro el closet, hay mucha ropa de marca y muy vulgar, No es mi gusto pero está bien, me da lo mismo. Miro los pijamas, son muy provocativas, es como no usar nada. Miró la ropa interior, linda. ¿Por qué tanta ropa? Tomo un pijama negra y ropa interior negra y voy al baño.
Me miro en el espejo y veo mi mejilla, esta roja aún y algo hinchada, la toco y duele.
Me doy un baño y me pongo el mini pijama y siento que abren la puerta y salgo para ver quién es.
Es Brayiam.
Me siento tan incómoda ante él y ante su mirada.
—Te traje esto —veo su mano y tiene una pastilla y un vaso de agua.
—Gracias. Pero soy… —no me deja ni terminar la oración.
—Se a que eres alérgica. —me mira serio, como si quisiera guardar la imagen para siempre. Pero esa mirada me incomoda.
Yo me siento en la cama.
¿Por qué él es tan alto?
Debe medir 1,99 de altura, tanto músculo. Realmente todo de él es intimidante. Se sienta a mi lado
—Ten —me tiende el vaso y la pastilla.
—Gracias —susurro, me parece muy intimidante.
¿Por qué me mira?
Tomo la pastilla, sin querer roso su mano y siento electricidad.
Miro el vaso con agua.
—Muestra a ver. —Lo miro confundida y me tenso al pensar sus palabras. Lo miro seria. —La cara —Habla con burla, lo miro confundida, solo sonríe de medio lado. Le muestro mi mejilla. — ¿Te duele? —pregunta tocando. Me duele pero no lo diré, así que niego segura —Te duele —afirma.
Acaricia mi mejilla y toca mi labio con extrema delicadeza, como si fuera de cristal.
—Estoy cansada. —susurro levantándome de la cama y tomo asiento en un tocador para peinarme el cabello.Veo a Brayiam a través del espejo sentado aún en la cama. Mirándome fijamente. Como si fuera un radar. Realmente me intimida. — ¿Dónde voy a dormir? ¿Y dónde vas a dormir tú? —pregunto cortante mirándome en el espejo y dejando mi cabello perfecto, porque me obsesiona verme bien. —Aquí responde, en mí mismo tono. —Me sorprendo y lo miro nerviosa por el espejo.—Michel, yo te voy a dar tiempo —habla no muy convencido de sus palabras. Me levanto del espejo dispuesta a enfrentarlo, y de la nada entra un hombre sin tocar, lo miro mal por su atrevimiento y falta de prudencia y respeto. Al ver que Brayiam no dice nada lo miro. Y el muy descarado me mira y me graba con la mirada.— ¡Plancha, deja de mirar a mi mujer! —Habla amenazante.Se levanta de la cama y se pone delante de él. El hombre mira temeroso cuando ve la mirada asesina que le lanza Brayiam. —Disculpe señor. —Grosbfiab
—Me quiero ir —le digo, me giro para marcharme y lo miro, el ríe amargamente. — ¿De qué te ríes? —pregunto molesta.—De ti. —dice con descaro, lo miró sería —Hay muñeca —suspira con burla. Como si yo fuera un maldito payaso. —Me quiero ir a mi casa —digo segura y me giro. Abro la puerta y camino, pero no recorro ni siquiera un metro cuando me toma del brazo de manera fuerte. Veo acercarse un auto con hombres armados.— ¿Señor necesita ayuda? —Le preguntan a él, a mí ni siquiera me miran, como si yo no existiera. El niega.— ¡Entra a la casa! —Me ordena gritando.Me sobresalto ante sus gritos. Nunca había visto a una persona que un momento este calmada y luego grite de esa manera. —Yo no recibo ordenes tuyas, no soy tu títere —digo calmada y sin perder la compostura. Señalo a los hombres y me giro, me toma nuevamente del brazo con brusquedad, trato de soltarme pero me carga como un bulto. Me lleva en su hombro con la cabeza abajo y yo le doy puñetazos en la espalda. — ¡Suéltam
Michel Somerlanders Observo por el balcón y miro hacia abajo, son como cinco metros ¿Será que me mato? ¿¡Porque porque tiene que ser tan alto !? Miro hacia bajo una vez más y escucho pasos, rápidamente entro en la habitación, abre la puerta y corro a acostarme en la cama para que no sospechen nada. Veo a Marcia, la nana de Brayiam, entra en la habitación y respiro un poco aliviada.—Señora —me habla y trato de disimular mi disgusto por llamarme así —le traigo algo de comer —dice maternalmente mostrándome una bandeja y me doy cuenta que no puedo enojarme con ella, no es mala.—Gracias por la intención, pero no tengo hambre —hablo cortante aunque sé que ella no lo merece, pero mi orgullo es más grande y no puedo aceptar la ayuda y la caridad de nadie, cuanto desearía no tener tanta hambre, pero no voy a comer, tengo dignidad. Cuando salga de aquí lo haré con la cabeza en alto y luego comeré, comeré mucho.—Señorita no ha probado bocado se va a enfermar —en su voz se siente la preocupac
—Michel, cálmate —dice mientras toma mis manos —ves lo que me haces hacer por tus modales —se justifica.—Lo mataste —susurro y lo miro —eres un asesino —lo miro nerviosa.—No lo soy. —Lo hice por ti —me mira fijamente —así que ya sabes, ni se te ocurra hacer otra estupidez para que nadie más pague por ellas —me amenaza.Llegamos, me ayuda a bajar del auto. No podre borrar esas imagines de mi cabeza, estoy en shock, Marcia se acerca a nosotros.—Señor ¿Que tiene la señora? —pregunta, yo miro a todos lados.—Dale algo para los nervios, para que se calme, tuvo una primera impresión muy fuerte —respira hondo y yo lo miro de manera acusadora. —Fui a la biblioteca —me detuve un momento junto al teléfono ¡Dios, es un loco!—Vamos señora —dice Marcia y me toma de la mano, me lleva a la cocina, me mira preocupada - ¿Qué tiene señora? Míreme —me pregunta preocupada.—Asesinó a un hombre —susurro con miedo y aún no lo creo —le disparó a ese pobre hombre —tiemblo del miedo. —Lo hizo delante de m
—Soy yo —dice Brayiam, me pongo como un tomate, me giro, estoy temblando, se me acerca y me agarra por los brazos. —Estas temblando y muy helada —siento un corrientazo, una sensación nueva.—Lo sé —le digo, está caliente, cuanto quisiera que me abrazara. —Es… que me... duche con agua fría. —Tiemblo, busco un pijama de color negro.—Te vas a resfriar —me giro, esta tan cerca que no me gusta, me incomoda.—Me bañe con agua fría, el calentador no sirve, busqué una toalla pero no encontré una más grande —tiemblo y me mira con una mirada que no había visto antes.—Ven —me pide la mano, lo miro, lo abraza y cierro los ojos. —No quiero que te enfermes. —Huele muy bien. —No quiero ocasionar más problemas —digo con frío y me frota los brazos, se siente tan bien. Me abraza fuerte y apoya su cabeza encima de la mía.—Tranquila, mandaré a arreglar el calentador. —Asiento con la cabeza. —Ven vístete —me separo de él, veo como me mira. Aún tengo frío pero no como antes. Lo miro alarmante. —Me voy
—Brayiam, tu sabes que yo te amo. Ella no es mujer para ti, lo sabes —la miro a los ojos y agarro fuerte su brazo, se queja.—Según tú nadie es mujer para mí. Trato de calmarme para no hacerle daño — ¿Dime quién? ¿Tu? —dice.—Sí, yo. —Niego con la cabeza, está loca —Yo te amo, se cuáles son tus gustos, se todo de ti. —Cierro los ojos y respiro.—Yo no te amo y nunca lo voy a hacer, te veo como una amiga nada más. Entiende, lo de nosotros es solo sexo y nada más, eso es lo único que obtendrás de mí. —Digo firme. —Tú jamás serás una mujer para mí, métetelo en la cabeza, la quiero a ella y no voy a permitir que te metas con ella.—Solo te digo que ella no es mujer para ti —dice esto y se va.Me siento en el comedor, son las diez y apenas voy a desayunar, veo bajando las escaleras a Michel, se ve tan hermoso con ese vestido blanco, esos ojos verdes y ese cabello negro, largo, esas curvas que amo y que son tan tentadoras.La miro y es tan hermosa, sus ojos transmiten tanto.—Buenos días —d
Salgo corriendo y subo a la habitación furiosa, detrás de mí entra Brayiam y cierra la puerta. Lo miro molesta, me seco el vestido con una toalla, estoy empapada y la piel me arde. —Déjame ver —me dice pero lo ignoró dándole la espalda.— ¿¡Que!? —Grito frustrada, trato de abrirme el vestido pero no puedo, trato de calmarme. —Es el colmo, no me basto con el café hirviendo. —Estoy furiosa. —Peleo con la cremallera y no puedo bajarla. Brayiam se pone detrás de mí, baja la cremallera y abre el vestido, me lo quito y lo tiro de mala gana en el piso. Me pongo al frente de un espejo tengo la piel roja. —El me mira — ¿Estas feliz? —Pregunto enojada.—Voy a hablar con ella —me dice serio, le muestro mi pecho para que vea que tengo la piel roja y ardiendo, me mira pero de una manera que no esperaba, está mirándome con deseo, me aparto, esa no era mi intención.—Mira Brayiam déjame en paz y lárgate con esa niña mal educada —digo y busco una toalla.—Fue un accidente —dice. Me doy vuelta y lo
Lo veo salir. — ¿Que voy hacer? ¡Dios! yo no puedo estar con él... Simplemente no puedo olvidarme de Aron ¿Por qué viene a mi cabeza cuando trato de olvidarme de él? ¿Porque tuve que enamorarme de él? ¿Por qué? Trato de no llorar y me miro en el espejo —Michel sabias que esto iba a pasar —me digo, pero no imaginé que iba a ser así. Toco mi cadena. Tengo que poder perdonarme por haber roto esa promesa, pero tú tampoco cumpliste las que me hiciste. Una lágrima cae por mi mejilla. Lo amo, pero él nunca me amo a mí, soy una estúpida por estar pensando en un hombre que solo se burló de mí y me hizo prometer muchas cosas. Tengo que poder olvidarme de él. Brayiam es guapo, tiene un cuerpo de atleta, ¿Qué tan malo puede ser? Y si hacerlo me va a dar mi libertad… entonces lo hago, aunque me esté vendiendo y aunque siempre rompa mis promesas. —Yo puedo, yo puedo. Entra Nana.—Nana —la miro, trato de sonreír algo nerviosa. —Ya me enteré de todo lo que te hizo María, pero ten calma, el señor la