capitulo 2

— ¿No vas a llorar...ni a quejarte?  —pregunta con algo de burla.

Alza una ceja retándome con la mirada.

Solo me mira fijamente. Sin apartar la mirada de mí y eso me incomoda. 

Decido ignorar su mirada, solo miro por la ventana. 

— ¿Por… Porque mi padre me mandó con un loco desquiciado que apenas conozco? —Cuestiono y escucho un gruñido. — ¿Por qué me humille ante él?  ¿Por qué me golpeó? ¿Por qué deje mi casa? —hablo con seriedad y con amargura, miro por la ventana hacia  la carretera para no quebrarme ante él— ¿De qué me serviría llorar? —Lo miro amargamente — Si lo hago parecería María Magdalena, no me gusta el teatro y quejarme de la vida. Simplemente no es mi estilo. Sólo tengo que asumir las consecuencias —dirijo una vez más mi mirada a la ventana del auto, me  giro y lo miro fijamente. —Soy una Somerlanders,  enfrento lo que venga. —Digo con mucha seguridad, aunque por dentro estoy aterrada... sus ojos son tan penetrantes —Y llorar es un lujo que solo se da para las personas que se aman y te aman, como la familia. —Lo dejo de mirar y doy por terminada la conversación. 

—Por eso me gustas tanto. —Afirma. Lo escucho suspirar, mientras aparta mi cabello de mi mejilla —Eres fuerte igual que yo. Lo que no nos mata nos fortalece. —Susurra en mi oído y yo solo me quedo paralizada ante su cercanía.

— ¿Por qué hiciste esto? ¿Te quieres acostar conmigo? —pregunto sin rodeo, de una vez. Se ve sorprendido pero sonríe coqueto.

—Tan directa. —Habla con ironía mientras se ríe y yo lo miro sería. —Dos preguntas muy importantes pero ahora no te las voy a responder. Me guiña el ojo y mira su celular.

En todo el viaje solo miro por la ventana.

—El gran amor de mi vida me engaño, solo quería llegar a mi padre, tenerme a mí para presionarlo a él y atraparlo, nunca te lo voy a perdonar Aron. Te metiste en mi vida, en la vida de mi familia, me mentiste solo por tener a mi padre y meterlo en la cárcel… Ahora estoy condenada aún hombre que no amo y que no sé qué tiene en la cabeza… Te odio Aron.

Cierro mis ojos y me duermo, no sé cuántas horas llevamos viajando…

—Muñeca —me llaman y abro los ojos, me encuentro con los ojos de Brayiam que me atrapan —ya llegamos dice él y me reincorporo.

Me bajo del auto y miro, es una mansión grande y linda, me imagino una de sus tantas casas de seguridad. Veo hombres armados por todos lados. 

Me hace recordar mi casa. 

—Entremos, nos están esperando —Habla con seriedad. Camino con el hacia adentro, es muy hermosa la casa, pero no esperaba menos, no soy nada sencilla respecto a la comodidad.

Veo a hombres armados como esperando por nosotros y también a señoras del servicio.

—Bienvenido señor —le dicen a Brayiam y otros le dan la mano, yo solamente asiento ante las miradas.

—Señor —le dice un hombre armado, me imaginó que él manda al resto.

—Los convoque a todos porque quiero presentarles a la señora de la casa ¡Mi mujer! —Me señala, yo lo miró seria ¿De qué habla? —Espero que la traten como si fuera ¡YO! —Los mira serio y frío —y si no ya saben —habla con una mirada amenazante que da miedo y  toma mi mano delicadamente.

— ¡Si señor! —Dicen todos y yo los miro.

—Bienvenida señora Grosbfiab —yo asiento. 

—Solo díganme —no término de hablar porque no me deja y aprieta mi mano.

—Señora Grosbfiab. —Interrumpe y dice serio —se pueden retirar. —Le dice a los hombres y yo miro fríamente. 

Los veo irse y quedamos los dos solos en la sala, él me mira con esos ojos penetrantes. ¿Que se supone que diga? ¿O haga? ¿Qué espera?

— ¿Quieres comer? —pregunta acercándose a mí y niego. Lo único que quiero es que este lejos, pienso.

No me inspira confianza.

—Quiero descansar —hablo mirando las escaleras, Brayiam me resulta intimidante y extraño. No creo que sea buena persona. No lo quiero cerca de mí. No parece feliz con mi respuesta.

— ¡Marcia! —grita. Llega una señora de edad mayor —Lleva a la señora a la habitación. —Dice y la señora le sonríe y me sonríe a mí.

Subimos las escaleras, me abre la puerta y entro. 

—Aquí tiene todo, el señor mando a preparar todo desde hace dos días para que estuviera cómoda, se ve que la quiere mucho —yo asiento no muy convencida. 

—Muchas gracias. —Me siento en la cama y miro por la ventana ¿En qué me metí? ¿Y si me escapo? ¿Mi padre no me perdonara? Claro que no.

***

—Marcia, usted es la única que me conoce y en la cual yo confío —le asegura. —Me sonríe.  Esa es mi nana, una gran mujer. —Quiero que ayudes a que la señora se sienta cómoda. Ayúdala en lo que necesite para que este bien.  —No puedo creer que eso lo he dicho yo. 

—Por supuesto señor. —Me mira como a un hijo. —Hizo una buena elección  —me sonríe y yo le sonrió. 

— ¿Crees? —La miro intrigado.

—Es muy hermosa sin duda. —asiento —Educada y fina, se ve que es de buena familia. Se nota al caminar, al mirar. Se ve que es muy buena persona. Me parece bien que por fin se haya animado. —Ruedo los ojos —pero su mirada se ve triste aunque lo sabe disimular —dice y asiento.

— ¿Crees que se quedará? —Cuestiona más para sí mismo que para ella —tu sabes a lo que me refiero… cuando se dé cuenta... —Ella asiente sin necesidad de que él diga algo más.

—Yo creo que sí. Es detallista, atento y aparte es muy guapo, puede conquistarla. —Sonrío, se perfectamente que soy muy guapo. —Señor si le importa, subo algunas cosas para curarle la mejilla y la boca se le ve que le duele, cuando se sentó en la cama y estaba mirando a la nada, vi como hacia una mueca de dolor. —Asiento.

—No, yo mejor le subo las cosas —Hablo rápidamente. La miro preocupado, se me había olvidado el golpe que tiene en la cara, estuve a punto de meterme pero sé que no era mi asunto. Y ella se dejó. Eso quiere decir que quería eso.

—Algo más. —Niego —que pase buenas noches señor.

***

Me levanto de la cama y miro el closet, hay mucha ropa de marca y muy vulgar, No es mi gusto pero está bien, me da lo mismo. Miro los pijamas, son muy provocativas, es como no usar nada. Miró la ropa interior, linda. ¿Por qué tanta ropa? Tomo un pijama negra y ropa interior negra y voy al baño. 

Me miro en el espejo y veo mi mejilla, esta roja aún y algo hinchada, la toco y duele. 

Me doy un baño y me pongo el mini pijama y siento que abren la puerta y salgo para ver quién es.

Es Brayiam. 

Me siento tan incómoda ante él y ante su mirada.

—Te traje esto —veo su mano y tiene una pastilla y un vaso de agua.

—Gracias. Pero soy… —no me deja ni terminar la oración.

—Se a que eres alérgica. —me mira serio, como si quisiera guardar la imagen para siempre. Pero esa mirada me incomoda.

 Yo me siento en la cama. 

¿Por qué él es tan alto? 

Debe medir 1,99 de altura, tanto músculo. Realmente todo de él es intimidante. Se sienta a mi lado

—Ten  —me tiende el vaso y la pastilla.

—Gracias —susurro, me parece muy intimidante.

¿Por qué me mira?

Tomo la pastilla, sin querer roso su mano y siento electricidad.

 Miro el vaso con agua.

—Muestra a ver. —Lo miro confundida y me tenso al pensar sus palabras. Lo miro seria. —La cara —Habla con burla, lo miro confundida, solo sonríe de medio lado. Le muestro mi mejilla. — ¿Te duele? —pregunta tocando. Me duele pero no lo diré, así que niego segura —Te duele —afirma.

Acaricia mi mejilla y toca mi labio con extrema delicadeza, como si fuera de cristal. 

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