—Soy yo —dice Brayiam, me pongo como un tomate, me giro, estoy temblando, se me acerca y me agarra por los brazos. —Estas temblando y muy helada —siento un corrientazo, una sensación nueva.—Lo sé —le digo, está caliente, cuanto quisiera que me abrazara. —Es… que me... duche con agua fría. —Tiemblo, busco un pijama de color negro.—Te vas a resfriar —me giro, esta tan cerca que no me gusta, me incomoda.—Me bañe con agua fría, el calentador no sirve, busqué una toalla pero no encontré una más grande —tiemblo y me mira con una mirada que no había visto antes.—Ven —me pide la mano, lo miro, lo abraza y cierro los ojos. —No quiero que te enfermes. —Huele muy bien. —No quiero ocasionar más problemas —digo con frío y me frota los brazos, se siente tan bien. Me abraza fuerte y apoya su cabeza encima de la mía.—Tranquila, mandaré a arreglar el calentador. —Asiento con la cabeza. —Ven vístete —me separo de él, veo como me mira. Aún tengo frío pero no como antes. Lo miro alarmante. —Me voy
—Brayiam, tu sabes que yo te amo. Ella no es mujer para ti, lo sabes —la miro a los ojos y agarro fuerte su brazo, se queja.—Según tú nadie es mujer para mí. Trato de calmarme para no hacerle daño — ¿Dime quién? ¿Tu? —dice.—Sí, yo. —Niego con la cabeza, está loca —Yo te amo, se cuáles son tus gustos, se todo de ti. —Cierro los ojos y respiro.—Yo no te amo y nunca lo voy a hacer, te veo como una amiga nada más. Entiende, lo de nosotros es solo sexo y nada más, eso es lo único que obtendrás de mí. —Digo firme. —Tú jamás serás una mujer para mí, métetelo en la cabeza, la quiero a ella y no voy a permitir que te metas con ella.—Solo te digo que ella no es mujer para ti —dice esto y se va.Me siento en el comedor, son las diez y apenas voy a desayunar, veo bajando las escaleras a Michel, se ve tan hermoso con ese vestido blanco, esos ojos verdes y ese cabello negro, largo, esas curvas que amo y que son tan tentadoras.La miro y es tan hermosa, sus ojos transmiten tanto.—Buenos días —d
Salgo corriendo y subo a la habitación furiosa, detrás de mí entra Brayiam y cierra la puerta. Lo miro molesta, me seco el vestido con una toalla, estoy empapada y la piel me arde. —Déjame ver —me dice pero lo ignoró dándole la espalda.— ¿¡Que!? —Grito frustrada, trato de abrirme el vestido pero no puedo, trato de calmarme. —Es el colmo, no me basto con el café hirviendo. —Estoy furiosa. —Peleo con la cremallera y no puedo bajarla. Brayiam se pone detrás de mí, baja la cremallera y abre el vestido, me lo quito y lo tiro de mala gana en el piso. Me pongo al frente de un espejo tengo la piel roja. —El me mira — ¿Estas feliz? —Pregunto enojada.—Voy a hablar con ella —me dice serio, le muestro mi pecho para que vea que tengo la piel roja y ardiendo, me mira pero de una manera que no esperaba, está mirándome con deseo, me aparto, esa no era mi intención.—Mira Brayiam déjame en paz y lárgate con esa niña mal educada —digo y busco una toalla.—Fue un accidente —dice. Me doy vuelta y lo
Lo veo salir. — ¿Que voy hacer? ¡Dios! yo no puedo estar con él... Simplemente no puedo olvidarme de Aron ¿Por qué viene a mi cabeza cuando trato de olvidarme de él? ¿Porque tuve que enamorarme de él? ¿Por qué? Trato de no llorar y me miro en el espejo —Michel sabias que esto iba a pasar —me digo, pero no imaginé que iba a ser así. Toco mi cadena. Tengo que poder perdonarme por haber roto esa promesa, pero tú tampoco cumpliste las que me hiciste. Una lágrima cae por mi mejilla. Lo amo, pero él nunca me amo a mí, soy una estúpida por estar pensando en un hombre que solo se burló de mí y me hizo prometer muchas cosas. Tengo que poder olvidarme de él. Brayiam es guapo, tiene un cuerpo de atleta, ¿Qué tan malo puede ser? Y si hacerlo me va a dar mi libertad… entonces lo hago, aunque me esté vendiendo y aunque siempre rompa mis promesas. —Yo puedo, yo puedo. Entra Nana.—Nana —la miro, trato de sonreír algo nerviosa. —Ya me enteré de todo lo que te hizo María, pero ten calma, el señor la
—Te lo ruego Brayiam —digo suplicante, se levanta de encima de mí.— ¿Cómo? ¿Qué? ¿Eres virgen? —Pregunta confundido, asiento algo apenada — ¿Cómo? si tengo entendido que tú y el desgraciado de Aron se quedaron juntos dos días —asiento sorprendida — ¿Cómo sabe eso? —pienso.—Pero no pasó nada. Besos, caricias, pero nada más, te lo juro por mi padre —le digo asustada y asiente —déjame ir te lo ruego —le suplico, nunca antes me había humillado tanto.—Yo no voy a tentar a la suerte —dice con dulzura, acaricia mi mejilla. — ¿A qué se refiere? Pienso. —Te creo... ahora entiendo tu timidez, porque te sonrojabas cuando te hablaba —sonríe y me mira con… ¿Amor? —como no lo vi. —Suspira como si estuviera feliz. —Yo corrompiéndote con mis cosas —se ríe — ¿Por qué? No entiendo —dice.—La mayor parte de mi vida viví en un internado de monjas, ahí me inculcaron valores fundamentales — mi silencia con un dedo en la boca ¿Qué le pasa?—No digas nada… me mira a los ojos —ves porque eres especial —su
—Michel —la llamo y no contesta —corro preocupado, la veo muy mal. La cargo en brazos — ¿Qué he hecho? —miro sus piernas, están muy maltratadas, la acomodo en la cama, esta fría y muy pálida, me pongo unos jeans, una camisa y bajo corriendo las escaleras con ella en brazos. —Señor —un empleado mío me mira sin entender como diciendo ¿Qué le hizo?—Que alisten la camioneta, vamos al hospital más cercano —hablo molesto y preocupado, veo a Nana venir hacia a mí con una expresión de preocupación.—Señor —se ve angustiada y mira a Michel — ¿Qué pasó? —me pregunta y me mira preocupada.—Nada Nana. —Digo mientras corro con ella en brazos, la subo a la camioneta, veo como todos la miran, tiene ese mini pijama toda llena de sangre.Van dos carros detrás del mío, mi seguridad. La miro, le hablo y no reacciona. —Amor aguanta —digo y le toco la mejilla, esta fría, sus padres me matarán — ¿Qué te he hecho? perdóname —susurro y veo como me miran. — ¡Qué mierda me miran, conduzcan rápido! —Estoy e
— ¿Qué le dijiste a la maldita? —pregunta, yo niego aún con dolor, como puede hablar así.— ¿Qué crees que le dije? —Pregunto haciendo un gran esfuerzo para hablar, río sarcástica y miro hacia la pared. —Lárgate y déjame en paz, déjame sola. —Le digo —no me siento bien, así que vete.—Eso no va a pasar —dice firme —así que dime ¿Qué le dijiste a la doctora de mierda? —me mira serio y preocupado, se podría decir que está nervioso.—Nada, no le dije nada, ahora lárgate y déjame sola, quiero descansar un rato, así que vete —susurro y se acerca a mí, me duele la entrepierna.—No le dijiste nada —asiento — ¿Por qué? —me pregunta.—No lo hice por ti, si es lo que te estas imaginando —lo miro fría y con odio. —Lo hice por mí, por mi orgullo, no crees que esto es suficiente vergüenza, al menos para mí si lo es —lo miro y se ve apenado. — ¿Qué se supone que le iba a decir? Tal vez “Doctora perdí la virginidad con un hombre que al principio fue dulce y luego me lastimó tanto que lo único que de
—Dame la oportunidad —me pide y lo miro fijamente. —Solo te diré que pondré de mi parte, después de todo lo que ha pasado entre tú y yo no estoy segura de nada… No esperes demasiado de mí —digo segura.—Sé que te he hecho daño y que tal vez no merezca una oportunidad, pero sé que puedo hacer que cambies de opinión —asiento. Término de tomar mi café y me quedo dormida, el calmante hace su trabajo.Al despertarme veo a Brayiam durmiendo en el sofá ¿Acaso no se fue? Camino con sumo cuidado, me duele al caminar, pero no como ayer, voy al baño y me doy una ducha, encuentro ropa de hacer deporte. Me la pongo y me miro en el espejo, estoy hecha un desastre y ni siquiera maquillaje tengo para tapar mi cara de enferma. Estoy pálida, me cepillo el cabello con las manos y me pellizco las mejillas para que tomen color, me muerdo los labios para que se pongan rosa, salgo y veo a Brayiam, sigue dormido. Abro la puerta y veo a todos esos hombres armados por todos lados, llamo a uno y pido que trai