— ¿Qué le dijiste a la maldita? —pregunta, yo niego aún con dolor, como puede hablar así.— ¿Qué crees que le dije? —Pregunto haciendo un gran esfuerzo para hablar, río sarcástica y miro hacia la pared. —Lárgate y déjame en paz, déjame sola. —Le digo —no me siento bien, así que vete.—Eso no va a pasar —dice firme —así que dime ¿Qué le dijiste a la doctora de mierda? —me mira serio y preocupado, se podría decir que está nervioso.—Nada, no le dije nada, ahora lárgate y déjame sola, quiero descansar un rato, así que vete —susurro y se acerca a mí, me duele la entrepierna.—No le dijiste nada —asiento — ¿Por qué? —me pregunta.—No lo hice por ti, si es lo que te estas imaginando —lo miro fría y con odio. —Lo hice por mí, por mi orgullo, no crees que esto es suficiente vergüenza, al menos para mí si lo es —lo miro y se ve apenado. — ¿Qué se supone que le iba a decir? Tal vez “Doctora perdí la virginidad con un hombre que al principio fue dulce y luego me lastimó tanto que lo único que de
—Dame la oportunidad —me pide y lo miro fijamente. —Solo te diré que pondré de mi parte, después de todo lo que ha pasado entre tú y yo no estoy segura de nada… No esperes demasiado de mí —digo segura.—Sé que te he hecho daño y que tal vez no merezca una oportunidad, pero sé que puedo hacer que cambies de opinión —asiento. Término de tomar mi café y me quedo dormida, el calmante hace su trabajo.Al despertarme veo a Brayiam durmiendo en el sofá ¿Acaso no se fue? Camino con sumo cuidado, me duele al caminar, pero no como ayer, voy al baño y me doy una ducha, encuentro ropa de hacer deporte. Me la pongo y me miro en el espejo, estoy hecha un desastre y ni siquiera maquillaje tengo para tapar mi cara de enferma. Estoy pálida, me cepillo el cabello con las manos y me pellizco las mejillas para que tomen color, me muerdo los labios para que se pongan rosa, salgo y veo a Brayiam, sigue dormido. Abro la puerta y veo a todos esos hombres armados por todos lados, llamo a uno y pido que trai
Salimos del hospital y nadie dice nada, por mi parte no tengo nada que decir y el solo es un puto cobarde de mierda. De camino a casa lo miro de reojo y se ve molesto. Con Brayiam siempre es lo mismo. Me quedo callada para evitar problemas. Llegamos y para mi sorpresa veo a María sentada en el sofá ¿Qué acaso no se había ido? Se levanta, corre y se le lanza a Brayiam como si fuera un Dios.—Estaba tan preocupada por ti —dice con su estúpida voz chillona y ni sabe hablar bien inglés. Camino y saludo a Nana.— ¿Señora está bien? —me pregunta Nana y la abrazo fuerte.—Estoy bien, solo fue un accidente —respondo restándole importancia a la situación.—Esta toda pálida —dice y suelto una risita.—Créeme que lo sé, pero un buen bronceado lo puede solucionar —digo y niega divertida.—Le preparare algo —me dice y beso su mejilla.—No te preocupes —digo y miro a Brayiam. La puta de María sigue abrazándolo, lo fulmino con la mirada.—Así quieres que las cosas mejoren —digo con ironía mientras l
— ¿Señora no va a bajar? —me pregunta Nana y niego.— ¿Sabes algo? Primero me dice que quiere, que nuestra relación funcione y mira, trae de vuelta a la casa a esa. Es más, dudo que se haya ido… es un mentiroso —camino de un lado a otro molesta. —Lo odio —digo.—Voy a buscarle algo de ropa —dice y se ríe como si fuera gracioso.—Eso es otra cosa, odio esa ropa, no es de mi gusto. Es como si fuera para una camarera de bar y a mí no me gusta mostrar, bueno si pero no así. Odio esa ropa, odio esta casa, lo odio a él y odio a María, lo odio todo.— ¿Y a mi señora... me odia? —me mira con tristeza y niego.—A ti no —la abrazo y beso su mejilla —odio muchas cosas de este lugar, pero a ti no te odio, a ti te quiero —digo y ríe divertida. De verdad odio esa ropa, no son mis gustos, quien la haya comprado nada que ver —Nana se ve nerviosa — ¿Qué pasa Nana… estás bien? —la miro intrigada.—Nada, no pasa nada —dice, me saca un vestido negro, lo miro y suspiro.— ¿Para qué bajo? Si esa estúpida v
—Entonces sí o no —nos mira su querido amigo, sonrío sarcástica. Sirven la cena y empezamos a comer.—Sí… lo sabe, es solo que no se acuerda —digo restándole importancia, lo miro y el asiente.— ¿A qué colegio fuiste? —me mira intrigado e ignoro a Brayiam.—Fui a una escuela en Berlín, Insel Scharfenberg desde los seis años.— ¿Qué es eso? ¿Qué dijo? Seguro ya se está metiendo conmigo —dice la zorra y todos la miramos —Me alegro que se sienta como una mosca insignificante.—Es un colegio —le dice Brayiam y yo ruedo los ojos, tiene que explicarle todo.—Nosotros también, claro al de los hombres. Es el mejor internado y escuela —sonrío, Brayiam me mira y ni siquiera lo miro.— ¿Hablas muy bien el alemán? —pregunta Brayiam.—Alemania es como mi país, vivo o vivía en el desde los seis y aprendí a hablar alemán por supervivencia, me tocó cambiar el inglés por el alemán, a decir verdad solo hablaba inglés con mi hermano y mi tía cuando iban a verme una vez al año —digo mirando a su amigo.—
—Tienes que calmarte, te lo puedo explicar todo, recuerda que acabas de salir de un hospital —le digo y niega. Esta temblando de la rabia que tiene, nunca la había visto así tan enojada.— ¡Y que, les gusta el show o quieren hacer parte del él! —mira a mis hombres y ellos la miran con miedo, está loca.— ¡Largo! —Les digo y me miran como queriendo preguntar si estoy seguro. —Muñeca —le digo y niega.— ¡No me digas así! —Me grita —soy una estúpida... que más le contaste ¿Le contaste lo que pasó entre los dos? —me mira con odio.—Claro que no —le digo y trato de acercarme, me abofetea, le pesa la mano. Ya me estoy enojando, me sobo la mejilla.—Se abran burlado de mí de lo lindo ¿Dime que pretendes? Que las dos nos sentemos a hablar sobre ti? ¿O qué… querías que hiciéramos un trío? No vales nada —se me acerca. —Te mostré mi lado bueno pero si quieres hacerme la villana lo seré y te digo una cosa, ni lo más pequeño lo voy a dejar pasar ¡Me harté!—Señora —dice Nana. Mira a Michel y ella
—Señora tiene que calmarse —me mira y yo solo miro a la nada, me toca la frente —tiene fiebre —suena preocupada, solo quiero morirme ¿Cómo alguien puede ser tan cruel?—No me siento bien —digo y respiro, me miro en el espejo y tengo los ojos rojos.—Le avisaré al señor —la sujeto del brazo, es eso lo que menos quiero.-No. Por favor no —le suplico —no lo quiero ver —me mira. Solo espero que se apiade de mí. —Debe ser la rabia que cogí, me tomo una pastilla y se me pasa, además me duelen las piernas, las tengo un poco hinchadas por los tacones y todo el show —la miro.—Voy a bajar por agua y sus medicinas —le sonrío y me acuesto.*** - ¿Cómo esta? —Nana me fulmina con la mirada como si hubiera hecho lo peor del mundo.- ¡¿Cómo se supone que debe estar ?! —Está enojada conmigo. Veo que busca la medicina de Michel ¿Por qué? Acaso se siente mal. No le dio su lugar, dejó que María la humillara, no la defendió y aparte no hizo nada y se metió en defensa de María ¿Cómo debe estar? de marav
Lo miro a los ojos y el a mí.—Suéltame —susurro firme y lo hace. Miro mi brazo, esta rojo, lo sobo.—Lo siento —dice pero no confío en él, al contrario, a la hora dudo de que es verdad y que es mentira de todo lo que dice, y que clase de persona es.—Porque no dejas de decir lo siento —miro a la nada y se pone a mi lado.—De verdad lo siento, yo... —lo interrumpo, no quiero escuchar más mentiras.—No te creo nada de lo que dices, así que ahórratelo —digo segura, me mira y sonríe.—Ok —dice y me mira serio.—Sé que no viniste a disculparte, con la cara de felicidad que tenías ayer no creo que lamentes nada —digo seguro y trato de mostrarme lo más seguro que pueda.—Tienes toda la razón, no lo lamento, para nada —lo miro enojada.—Dime algo que no sepa —sonrío sarcástica —ilumíname —digo y sonrío.— ¿Cuándo hablaste con tu madre? —Borro mi sonrisa. Si pudiera retroceder el tiempo le habría dicho la verdad a mi mamá, tal vez no estaría aquí hoy. —Te hice una pregunta sencilla, responde