CAPÍTULO 36

ADA

Hacía muchísimo calor. No veía nada a mi alrededor y sentía como si me estuviesen asfixiando. Solo tardé un instante en comprender por qué me sentía como a cuarenta grados de temperatura. Unos brazos me rodeaban apretándome contra un cuerpo caliente y grande. Estaba completamente aturdida cuando mis ojos se posaron en un Eros profundamente dormido.

¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Y qué demonios hacía en la cama con él? Mis ojos recorrieron mi cuerpo comprobando que estaba vestida con mi pijama.

Se me cortó la respiración: Eros me había desnudado otra vez y peor que ahora no quería que me tocará. El pánico se apoderó de mí de una forma abrumadora. La respiración se me aceleró y me incorporé como pude apoyándome en el cabezal de la cama. Eros abrió los ojos al notar mi movimiento, aturdido un segundo e incorporándose y mirándome con precaución un segundo después.

—¿Estás bien? ―me dijo inspe

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