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Cap. 3 Mini, la minimalista

Espere lo suficiente y la gente lo sorprenderá e impresionará. (Randy Pausch)

Davis se había esforzado en entusiasmarlo para que fueran al baile, pero desde ese día estaba en las nubes:

—Oye bonito, vamos a un baile, no a un matadero.

—Es que no sé…

Su móvil sonó, era un mensaje, detuvo el auto en el semáforo y leyó:

“Hola, me interesan tus clases de árabe, soy Valkiria Marshall”

Él sonrió y le dijo a su amigo:

—Ok, me pienso divertir mucho en esa fiesta.

Casa grande era una casona dentro de la universidad que regentaba una fraternidad elitista llamada Money Sends, supuestamente los ricos de la ciudad y estaba a reventar, todos saludaban a Davis que era como un nerd que se movía en grandes ligas, hijo de un potentado en ingeniería electrónica y con mucha plata de por medio.

Zeink fue atendido como rey, miraba a todos charlar, bailar y lanzarse a la piscina y él solo quería un poco de eso.

Davis se acercó a Zeink que bebía un ponche y le dijo:

—Zeink, amigo, una dama quiere conocerte.

Él miró a todos lados y vio acercarse a una bella mujer de ojos verdes y cabello rubio.

—Hola, Zeink.

—Hola…—dijo.

—Me llamo Minerva, Mini para los amigos.

¡Ahora la recordaba, la minimalista! Claro que la recordaba y tuvo algo con ella, pero siempre se cuidó y usó protección… ¡No podía creer que había caído en el uno por ciento de riesgo del condón! Y ahora le pasaba factura en ese momento.

Minerva recuerda

—Claro que es él—decía ella a su madre—lo tuve en cuenta siempre, investigué y estudié todo detalle y la forma en cómo acercarme a él y fui con todo.

Su madre viéndose las largas uñas pintadas de rojo le dijo a su hija:

—Pero dices que él siempre usó condón, querida…

—Y también te dije que tenía mis recursos madre.

—Recursos de los que no me has hablado…

—Es mejor que no sepas demasiado, sé que es él…

Recordó su charla de esa noche en Casa Grande.

—¿De dónde eres?

Pareció incómodo con la pregunta:

—De por ahí…

—¿Te gusta aquí?

—Aquí y allá…—divagó.

—Eres muy gracioso.

—Debo de irme.

—Espera—lo detuvo—quiero ser tu amiga, ¿acaso no podemos ser amigos?

—Bien…—se metió las manos a los bolsillos—pero tengo que trabajar.

—¿Trabajas?

—Sí…

—¡Qué bueno! Me encantan los hombres trabajadores—dijo ella.

—Fue un placer conocerte, Minerva…

—Mini, ya sabes—le guiñó el ojo.

Se fue y ella sonrió, ahora lo tenía claro, era Zeink Fadel y podía ir con todo por él

Ella entonces le dijo a su madre:

—Sé que hice lo correcto con la persona correcta.

—Eso espero, porque una demanda nos pondría en mal y debes pensar en el bienestar de Adrián, él está muy ilusionado.

—Solo en eso estimo, en mi hijo.

Más bien en los millones de Zeink Fadel y el poder que eso supondría a su vida, si todo salía como ella deseaba estaría adentro de una gran y poderosa familia, ni siquiera a Luana le salió mejor.

Luana era su mejor amiga de Brasil y la que le dio la idea de coger a un millonario con un hijo, de hecho Luana tenía tres hijos de empresarios importantes de Brasil y ellos le pasaban grandes sumas de dinero, ella tuvo mejor suerte y pudo acostarse con un dios del mundo árabe y logró embarazarse de él, ahora iba por las regalías de esa unión y por vivir por encima de todo.

Los recuerdos de Valkiria

Estaba revisando unos papeles y su mente se volvía al instante en que recibió la primera clase de árabe.

«Estaba muy entusiasmada por poner algo más en su curriculum y cuando llegó al mentado departamento a las tres de la tarde… Tocó y se asomó un asiático:

—¿Vienes por las clases de árabe?

—Sí.

—Bien, entra…

Ella lo hizo y al hacerlo el sujeto se fue dejándola sola o eso creyó y al mirar vio una habitación muy ordenada y de repente la puerta del baño se abrió y…

—¡Tú!

—Vaya, pero si eres tú.

—¿Tú das las clases?

—Sí… Soy Ghadi, bueno así me dicen de apodo.

Un apodo muy tonto, eso era seguro, ella jaló una silla un poco lejos de la de él:

—Puedes acercarte, no muerdo—dijo de forma seductora.

A ella comenzó a picarle la nariz y le dijo:

—Estoy bien aquí.

—Eres rara… ¿Eres religiosa?

—No confío en ti… Te metes en el destino de las personas, eso no es bueno.

Él la miró con rostro de ¿qué te pasa loca? Y ella le dijo:

—Dime qué me dijiste ese día, ¿acaso es un conjuro?

—Te lo diré en la quinta clase, vamos con la primera…—le dio unos folletos—allí tienes el alfabeto en árabe, con su pronunciación...

Ella la tomó y miró atentamente, entonces el sujeto le dijo:

—Por cierto cobro por adelantado.

—Yo pago cuando vea resultados—dijo ella.

El sujeto la miró con cara de póker, así era ella.»

Valkiria se rio de pronto recordando la cara de Zeink mirándola como si fuera una loca descarada, podía sacarlo de su zona con una facilidad y ahora… Entonces se puso seria, ahora estaba en problemas.

Pisando Texas

Cuando llegó a Texas, el abogado de la compañía lo esperaba bastante preocupado y lo saludó

—Señor Fadel, bienvenido, hemos intentado frenar la ola de especulaciones, pero la mujer…—trataba de seguirle el paso—ella esgrime información personal y fotos.

Zeink se detuvo y preguntó:

—¿Fotos?

—Las fotos salieron hace unos minutos, son de ella y de usted…—carraspeó—en la cama…

Zeink miró sorprendido al abogado y trato de digerir todo aquello.

Las fotos eran contundentes, era él junto a “Mini”, cerró sus ojos, no podía creer que esa mujer mostrara todo y entonces preguntó:

—¿Ella sabe que estoy aquí?

—No… Esperamos que no.

Fue al mejor hotel de Houston, El Marriott y pidió la mejor habitación que tenía, estancia indefinida y después de una ducha y de pedir algo de comer se puso a pensar en su aventura como profesor del idioma árabe:

«Trató de reponerse de lo que escuchaba de esa loca de lentes:

—¿Me pagas después? No trabajo así...

—No confío en los chicos que son muy… Caritas.

—Escucha… Valkiria, ¿verdad? Eso es muy sakhif.

—¿Y eso significa?

—Absurdo…

—Veo que sabes»

Memet le preguntó entonces:

—¿Señor necesita que haga algo?

—Sí, quiero que averigües donde estudia el niño—vio la incertidumbre de su secretario—el niño que dice que es mi hijo…

—Entiendo…—anotaba en su tableta—inmediatamente…

Pensó en esa chica que lo sacaba de sus casillas casi siempre, ¿qué sería de Valkiria Marshall? Sacó su móvil y comenzó a buscarla en el directorio y encontró a muchas Marshall, eso le molestó.

Memet se acercó contento:

—Lo tengo, señor la Academia Saint Germain de Texas.

—Perfecto.

Miró la foto de la escuela privada y entonces, miró su reloj, los chicos ya estaban por salir, así que estaría todo para mañana.

Adrián

Adrián era un niño sano y ahora popular a la fuerza, eso le dio el apodo entre sus compañeros de Chulito, así les decían a los modelos y a los niños famosos, eso le molestaba, estaban terminando el partido de soccer en el campus de la escuela, hacía de todo para mantener un perfil bajo, pero…

—¡Pasa la pelota Chulito!—le gritaron.

Odiaba ese apodo, lo hacía afeminado y demasiado cursi, se le acercó Noah:

—No le hagas caso… A ellos siempre les gusta molestar.

—¡Cabeza de chorlito!—le gritaron.

Noah apretó las manos, quería pegarles; sin embargo, se contuvo y Adrián le dijo:

—Continuemos.

El juego casi terminaba y uno de los chicos le metió el pie a Noah y lo hizo caer al césped.

—Eso es falta—lo empujó Adrián.

—¿Lo dices tú Chulito?

Lo encaró Estévez.

—¡No me digas Chulito!—le dio un golpe en la cara.

El otro niño lo empujó y se formó una pelea entre ellos. El profesor pitó varias veces para poner orden y se acercó a ellos y los separó:

—Compórtense, Logan y Estévez.

—Ellos hicieron falta—dijo Adrián molesto.

—Él me empujó…

—Basta ya… A la dirección.

Adrián hizo una mueca y Noah se le acercó:

—Estás en problemas.

—Eso no importa… Odio que se quieran salir con la suya.

Fue molesto a la dirección y Noah se quedó molesto y de repente uno de sus compañeros le pasó diciendo:

—Cuídate cabeza de torbellino, mañana nos vengaremos de ustedes dos.

Noah se quedó cortado, en verdad estaban en la mira de los bravucones.

Minerva recibía las quejas:

—Adrián está actuando de forma violenta, se dio de golpes con uno de sus compañeros.

—Debe ser por la emoción, todo esto de su padre… Él es un niño muy calmado y juicioso.

—Deberé ponerle una sanción, pero si se repite tendré que expulsarlo por una semana.

Minerva se levantó con una sonrisa y le dijo muy segura:

—Eso no pasará, hablaré con él y todo se solucionará.

Ella salió con la sonrisa congelada y vio a su hijo arrimado a la pared con su uniforme de deportes:

—Vamos.

—¿Me suspenderán?

—Deberían, pero prometí que te comportarías mejor.

—Mamá es que ellos…

—Basta ya, me duele la cabeza de escucharte—dijo molesta—Debes de comportarte ahora más que nunca.

Era en vano explicarle, ella nunca escuchaba y estaba cansado para explicarle. Noah entonces le envió un mensaje:

“Estamos en problemas, nos van a dar la madriza mañana”.

Frunció el ceño y miró a todos lados, su madre solo miraba al frente y tratar de ciertos temas con ella le sería difícil.

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