Al llegar a la mansión, una mirada fría dirigió Estefan a sus hombres en especial a Paul que estaba frente a el, está se suavizó al salir Elizabeth a quien tomó de la mano.
—Vamos a descansar —pasó por un lado de ellos entrando, pero tenía algo más que comunicar — “Espero reconozcan su falla”.Paul al igual que el resto bajo su cabeza —“¡Sí, lo acepto!” —fue la respuesta de todos hacia él.Paula salió de la mansión para encontrarlos en el camino, Elizabeth fue quien recibió el abrazo de la afligida Paula.Estefan miraba sorprendido a su traidora tía quien parecía no estar preocupada por él sino por su esposa.—No me mires así, estaba segura que a ti nada te pasaría, me preocupaba era ella —dijo antes de separarse.—Claro… se nota que me amas.—Deja tu drama —Elizabeth sonrió al escuchar aquella discusión y al ver que tantas personas se preocupan ahora por ella. —¿Cómo estás? ¿Seguro esEstefan llevó casi a la hora de almorzar como si nada hubiera pasado, su sorpresa fue encontrar a su esposa y su tía sentadas en el kiosco en el patio y al parecer sin ánimos de entrenar.—¿Qué hacen? —Elizabeth dirigió su mirada hacia él y sonrió —¿Vamos a entrenar?—Ya entrenamos —respondió Elizabeth sin levantarse.—¿Sí?—Solo fue un calentamiento —respondió Paula levantándose —yo estoy vieja, así que por hoy está bien —se dio la vuelta caminando hacia la mansión—Yo también estoy bien por hoy —Elizabeth se levantó con la intención de seguirla.—Claro que no, a mí tía la entiendo pero tú… —Estefan camino hacia quedar frente a ella —continuarás entrenando conmigo.—No… —miro hacia donde Paula caminaba —¡Traidora! —le gritó, está solo sonrió y siguió su camino —¿Podemos olvidarnos de eso por hoy?—¡No! En unos días te quedarás sola así que debes aprender por lo menos lo básico.—¿A dónde vas? —pregunto esperando una respuesta que no fuera dolorosa, pensó que iría con otra mujer, segú
Elizabeth al llegar al área de entrenamiento ya estaba mentalizada en que no dejaría de fortalecerse a pesar de la ausencia de Estefan.Paula al verla decidida solo la dejo continuar, todos los días anteriores se había esforzado al máximo y ahora que podía descansar no lo hacía.Esa mañana Elizabeth no decayo, sudaba como nunca pero su cuerpo no se sentía agotado. Tras largas horas salió, llevando con ella la espada corta que Estefan le dio en su momento. Se dirigió a su habitación para asearse y luego ir al comedor.Almorzó acompañada de Paula.—¡Tía! ¿Será que quieres salir conmigo? Creo que después de tanto entrenamiento me lo merezco —dijo y llevó unos bocados a su boca.—Por mí está bien, me imagino que quieres conocer por fin el ducado.—Si, la última vez me dejé llevar por Estefan y lo último que hicimos fue recorrer la ciudad —dijo recordando todo lo vivido aquel día aunque centrándose solo en lo bueno, el fogoso día en la cabaña.—Entonces así será, pero llevaremos suficiente
Quienes custodian la frontera se tomaron la atribución de escoltarlo hasta la ciudad imperial, la presencia de Estefan solo significaba problemas.En su camino se ha sentido molesto por la compañía, aún así sabía que no tenía opción, no lo dejarían continuar solo.El viaje continuó y Estefan estaba acercándose cada vez más a la capital imperial, donde pediría una audiencia con el emperador de esa nación.—¿Estás seguro de que lo permitirán? —le preguntó Paul mientras cabalgaban.—Espero que así sea.—¿Y si no…?—Lo resolveré.Aún sin descansar un día le tomó llegar a la ciudad imperial, fue tan agotador para sus hombres como para quienes lo seguían, pero a él no le importaba.Le dieron aviso al emperador y a pesar de ya estar en su habitación a punto de dormir se preparó para recibirlo. Es un hombre atractivo de 35 años, lleva pocos años en el poder y es la segunda vez en este tiempo que recibe la visita de Estefan, no le teme en realidad, pero evitar problemas es lo que quisiera.—¿
Elizabeth ese día decidió no salir, algo le decía que no debía hacerlo y prefirió hacerle caso a su intuición. Los siguientes tres días sucedió algo parecido, así que volvió a quedarse dentro de la mansión.—¿Qué pasa? —le pregunta Paula, estando ambas a la mesa disfrutando el almuerzo —Es raro que no quieras salir.—No lo sé, creo que prefiero esperar que Estefan regrese, siento que no debería andar por el ducado sin mi esposo —dijo mirando a Paula mientras intenta entender el porque no quiere hacerlo.—Apenas han pasado seis días desde que se fue, aún no sabemos cuánto tardará ¿Realmente esperaras a que llegue? —Puede que salgamos mañana, dependerá de cómo me sienta.—Está bien, esperemos mañana.Esa noche Elizabeth descansó sin perturbaciones mientras que Estefan descansaba en una ciudad cerca de la frontera del imperio. Estos días en los que apenas descanso unas horas lo tuvieron al borde del colapso, sin embargo, debía llegar al ducado. El trabajo estaba hecho solo faltaba regr
Elizabeth se sentó a esperar en el patio donde acostumbraba jugar con los niños, poco a poco se fue calmando al verlos llegar acompañados de los guardias, pensó que todos regresarían por lo que sonrió de alivio.Habían pasado unos minutos y los niños más grandes estaban de regreso, algunos regresaron con la matrona que los ayudó antes a ocultarse, sin embargo, los pequeños no regresaban.—Paula, ¿dónde está el resto? —le preguntó a Paula quien ya había vuelto a su aspecto normal y caminaba hacia ella.—Deben estar por traerlos no te preocupes, dudo que salieran de la ciudad, ya tenemos a muchos hombres rastreandolos.—Creo que deben estar esperándome —miro al cielo imaginando a Abraham llorando —Paula, creo que no los dejarán ir si yo no voy.En cuanto Elizabeth dijo eso, Paula recibió el aviso de que los encontraron, pero que solo los dejarían ir si la duquesa iba sola.Ver fruncir el ceño a Paula fue suficiente para que Elizabeth supiera que algo malo pasaba.—¿Me dirás lo que pasó?
Todo lo que pasó fue visto por los hombres de Antoni, aunque estos fueron percibidos por los guardias de Estefan, no les dieron importancia ya que no eran a quienes buscaban, aún así Estefan se enteraria de eso.Quién ya tenía una noción vaga de lo que pasaba era Estefan, aunque pensaba regresar en calma saber del ataque al orfanato lo llevo a acelerar el paso, tenía una preocupación genuina por su esposa y esperaba que nada le sucediera.Aún estaba a un día de llegar pero no podía esperar.—¡Paren! —ordenó deteniendo su caballo de golpe —Paul, yo me adelantaré.—Estamos cerca, lo mejor es que continúes con nosotros —Estefan no le dio importancia a lo que dijo se bajó del caballo y se transformó “Los espero cuanto antes”Estefan se adentro en el bosque, no importaba lo agotado que estaba, sentía en su corazón que su esposa estaba en peligro, al comunicarse con su gente en el ducado se enteró de el resto de lo sucedido por lo que más ansioso estaba.“Los mataré a todos” —soltó un pote
De regreso a la habitación. Elizabeth continuaba con sus ojos abiertos, mirando hacia la ventana, esperaba a su esposo quien llegó un par de horas más tarde, la cortina se elevó por una fuerte brisa, dejando a la vista esos ojos negro que la miraban fijamente.Elizabeth se sentó en la cama y lo vio entrar, él caminaba hacia ella mirándola fijamente.“Creí que estarías durmiendo”—Te esperaba, quiero que me abraces mientras duermo.“A mí luna parece que le gusta que la consienta” —ella asintió, aunque lo intenté negar es algo evidente.—¡Ven! —Elizabeth se acostó de lado en la cama —abrazame.El camino hacia la cama donde volvió a la normalidad acostándose tras ella, le miró la herida en el brazo y negó con su cabeza, estaba deseoso de regresar y tener una noche mágica con su esposa y era imposible. Ella estaba herida por lo que debía controlarse.La abrazo de la cintura e intentó pensar en otras cosas, quería minimizar lo que sentía y no presionarla.—Ya se quiénes quieren hacerte dañ
Estefan le coloca la mano en la nuca besándola ferozmente, quería poseerla como nunca y tenía su mente nublada mientras su lengua invadía la boca ajena.Elizabeth corresponde con la misma pasión, no se siente como ella misma, pero no le molesta, quiere disfrutarlo.El la gira quedando sobre ella, con sus manos rompe la ropa de cama que ella traía, Elizabeth tiene sus mejillas totalmente rojas y su cuerpo pide más. —Mía —escuchar su voz solo ocasiona que su cuerpo se sienta vibrar y lo pida a gritos.—Sé que soy tuya, ¡comeme! —no tenía conciencia alguna, hablaba sin pensar en aquel momento, la boca de Estefan terminó en su cuello el cual era succionado —¡Si! —dijo en un gemido placentero.La mano de Estefan terminó en su pecho que apretó con fuerza. Otro gemido fue provocado en ella, bajo su boca para succionar aquel lugar, el sonido de cada gemido era música para sus oídos, siguió bajando la mano, está llegó al muslo que apretó dejando sus dedos marcados en ella.—Ya hazlo —escuchar