Después de pasar el resto de la mañana y parte de la tarde en aquella cabaña se dispusieron a regresar. En el momento en el que se vestían, Estefan la miraba, mientras le arreglaba el vestido en la parte de los hombros, aunque estaba presente Elizabeth podía sentir que él tenía algo que le preocupaba.—¿Sucede algo? —pregunto intentando hacer contacto visual con él —no pareces estar bien —Estefan la miró y sonrió.—Todo está bien, es solo que tenemos que regresar. —¿Podemos quedarnos?—Hoy no, mi tía puede preocuparse. Recuerda que no le di aviso que nos quedaríamos.—Pero eso puedes solucionarlo fácilmente —Estefan unió sus labios a los de ella en un cálido beso.—¡Hoy no! Debemos regresar ahora.Estefan la agarró de la mano sacándola de la cabaña, estaba un tanto ansioso y Elizabeth podía sentirlo. Estando fuera ella noto que los guardias no estaban y todo estaba desértico, además que a lo lejos se podía escuchar a fieras luchando, fue fácil para Elizabeth deducir que se trataba de
Elizabeth continuaba corriendo con todas sus fuerzas, quería hacerle frente al lobo que la perseguía, pero entendió que no tendría oportunidad alguna y que su única salvación era ganar tiempo para que Estefan o Paul llegarán.“No puedo permitir que me atrape” —ni sabe cuánto tiempo pasó desde que le dio la espalda a aquel animal, sin embargo, debía continuar —”Estefan por favor, ven por mi” “Elizabeth” —pensó Estefan tras derrotar su contrincante e inmediatamente corrió en la dirección en la que la vio irse, sentía impotencia e ira hacia sus hombres, debieron cuidarlos mejor y no lo hicieron —”¿Donde estas?” — quería una respuesta de Elizabeth que no llegaría, pero igual podía sentir el desespero que ella sentía en ese momento, el olor de su esposa invadía sus fosas nasales guiandolo hacia ella. Sentía culpa, ya que una vez más ella estaba en peligro y él era el responsable. Esperaba volver a llegar a tiempo y que nada le pasará.Elizabeth continuaba corriendo, no había recorrido mu
Al llegar a la mansión, una mirada fría dirigió Estefan a sus hombres en especial a Paul que estaba frente a el, está se suavizó al salir Elizabeth a quien tomó de la mano.—Vamos a descansar —pasó por un lado de ellos entrando, pero tenía algo más que comunicar — “Espero reconozcan su falla”.Paul al igual que el resto bajo su cabeza —“¡Sí, lo acepto!” —fue la respuesta de todos hacia él.Paula salió de la mansión para encontrarlos en el camino, Elizabeth fue quien recibió el abrazo de la afligida Paula. Estefan miraba sorprendido a su traidora tía quien parecía no estar preocupada por él sino por su esposa.—No me mires así, estaba segura que a ti nada te pasaría, me preocupaba era ella —dijo antes de separarse.—Claro… se nota que me amas.—Deja tu drama —Elizabeth sonrió al escuchar aquella discusión y al ver que tantas personas se preocupan ahora por ella. —¿Cómo estás? ¿Seguro es
Estefan llevó casi a la hora de almorzar como si nada hubiera pasado, su sorpresa fue encontrar a su esposa y su tía sentadas en el kiosco en el patio y al parecer sin ánimos de entrenar.—¿Qué hacen? —Elizabeth dirigió su mirada hacia él y sonrió —¿Vamos a entrenar?—Ya entrenamos —respondió Elizabeth sin levantarse.—¿Sí?—Solo fue un calentamiento —respondió Paula levantándose —yo estoy vieja, así que por hoy está bien —se dio la vuelta caminando hacia la mansión—Yo también estoy bien por hoy —Elizabeth se levantó con la intención de seguirla.—Claro que no, a mí tía la entiendo pero tú… —Estefan camino hacia quedar frente a ella —continuarás entrenando conmigo.—No… —miro hacia donde Paula caminaba —¡Traidora! —le gritó, está solo sonrió y siguió su camino —¿Podemos olvidarnos de eso por hoy?—¡No! En unos días te quedarás sola así que debes aprender por lo menos lo básico.—¿A dónde vas? —pregunto esperando una respuesta que no fuera dolorosa, pensó que iría con otra mujer, segú
Elizabeth al llegar al área de entrenamiento ya estaba mentalizada en que no dejaría de fortalecerse a pesar de la ausencia de Estefan.Paula al verla decidida solo la dejo continuar, todos los días anteriores se había esforzado al máximo y ahora que podía descansar no lo hacía.Esa mañana Elizabeth no decayo, sudaba como nunca pero su cuerpo no se sentía agotado. Tras largas horas salió, llevando con ella la espada corta que Estefan le dio en su momento. Se dirigió a su habitación para asearse y luego ir al comedor.Almorzó acompañada de Paula.—¡Tía! ¿Será que quieres salir conmigo? Creo que después de tanto entrenamiento me lo merezco —dijo y llevó unos bocados a su boca.—Por mí está bien, me imagino que quieres conocer por fin el ducado.—Si, la última vez me dejé llevar por Estefan y lo último que hicimos fue recorrer la ciudad —dijo recordando todo lo vivido aquel día aunque centrándose solo en lo bueno, el fogoso día en la cabaña.—Entonces así será, pero llevaremos suficiente
Quienes custodian la frontera se tomaron la atribución de escoltarlo hasta la ciudad imperial, la presencia de Estefan solo significaba problemas.En su camino se ha sentido molesto por la compañía, aún así sabía que no tenía opción, no lo dejarían continuar solo.El viaje continuó y Estefan estaba acercándose cada vez más a la capital imperial, donde pediría una audiencia con el emperador de esa nación.—¿Estás seguro de que lo permitirán? —le preguntó Paul mientras cabalgaban.—Espero que así sea.—¿Y si no…?—Lo resolveré.Aún sin descansar un día le tomó llegar a la ciudad imperial, fue tan agotador para sus hombres como para quienes lo seguían, pero a él no le importaba.Le dieron aviso al emperador y a pesar de ya estar en su habitación a punto de dormir se preparó para recibirlo. Es un hombre atractivo de 35 años, lleva pocos años en el poder y es la segunda vez en este tiempo que recibe la visita de Estefan, no le teme en realidad, pero evitar problemas es lo que quisiera.—¿
Elizabeth ese día decidió no salir, algo le decía que no debía hacerlo y prefirió hacerle caso a su intuición. Los siguientes tres días sucedió algo parecido, así que volvió a quedarse dentro de la mansión.—¿Qué pasa? —le pregunta Paula, estando ambas a la mesa disfrutando el almuerzo —Es raro que no quieras salir.—No lo sé, creo que prefiero esperar que Estefan regrese, siento que no debería andar por el ducado sin mi esposo —dijo mirando a Paula mientras intenta entender el porque no quiere hacerlo.—Apenas han pasado seis días desde que se fue, aún no sabemos cuánto tardará ¿Realmente esperaras a que llegue? —Puede que salgamos mañana, dependerá de cómo me sienta.—Está bien, esperemos mañana.Esa noche Elizabeth descansó sin perturbaciones mientras que Estefan descansaba en una ciudad cerca de la frontera del imperio. Estos días en los que apenas descanso unas horas lo tuvieron al borde del colapso, sin embargo, debía llegar al ducado. El trabajo estaba hecho solo faltaba regr
Elizabeth se sentó a esperar en el patio donde acostumbraba jugar con los niños, poco a poco se fue calmando al verlos llegar acompañados de los guardias, pensó que todos regresarían por lo que sonrió de alivio.Habían pasado unos minutos y los niños más grandes estaban de regreso, algunos regresaron con la matrona que los ayudó antes a ocultarse, sin embargo, los pequeños no regresaban.—Paula, ¿dónde está el resto? —le preguntó a Paula quien ya había vuelto a su aspecto normal y caminaba hacia ella.—Deben estar por traerlos no te preocupes, dudo que salieran de la ciudad, ya tenemos a muchos hombres rastreandolos.—Creo que deben estar esperándome —miro al cielo imaginando a Abraham llorando —Paula, creo que no los dejarán ir si yo no voy.En cuanto Elizabeth dijo eso, Paula recibió el aviso de que los encontraron, pero que solo los dejarían ir si la duquesa iba sola.Ver fruncir el ceño a Paula fue suficiente para que Elizabeth supiera que algo malo pasaba.—¿Me dirás lo que pasó?